Corrían los años sesenta cuando un número nada pequeño de asturianos emigraron a Australia, a las antípodas. Más lejos de casa no pudieron irse y, sin embargo, pese a la épica que podría rodear estos viajes, en Asturias hay poco conocimiento de este fenómeno por el que se ha interesado el documentalista Pablo Cueto. "Indianos d'azucre" es el título de un documental que recoge historias de esta aventura a la que se embarcaron "tantas personas con las que convivimos y de las que no conocíamos su historia ni su valentía por emigrar a Australia", señala el autor que con su título quiere hacer referencia a quienes también fueron "indianos" -aunque el término se asocia más en la región a los que emigraron a América- y "d'azucre" por la ocupación que tuvieron una gran mayoría: cortar caña de azúcar. El título en asturiano es la apuesta de Cueto por "reivindicar nuestra lengua y nuestra cultura".

Cueto trabaja en la televisión regional y conoció a una señora que le narró que durante los años sesenta había emigrado a Australia. "Me quedé con la mosca detrás de la oreja", reconoce Cueto, así que cuando tuvo que presentar su trabajo de fin de grado (TFG), no lo dudó ni un momento y se puso a investigar sobre estos especiales emigrantes asturianos.

El resultado no pudo haber sido mejor, pues obtuvo matrícula de honor. Un buen pago a cuatro meses de investigaciones y entrevistas que llevaron al autor a obtener más de ocho horas de material que logró tras contactar con veinte familias, "aunque el documental solo salen doce por cuestión de tiempo" . Fue en esos meses también cuando se dio cuenta que apenas había nada investigado al respecto ni estudios que dieran realce a unos emigrantes que viajaron lejísimos.

Y lo cierto es que durante los años sesenta y setenta la Asturias rural aportó su grano de arena al desarrollo de Australia. "Pedían españoles porque tenían la fama de ser gente trabajadora", señala durante el documental Kennedy Trenzado, documentalista y especialista en el gigante oceánico. Muchos de los que viajaron, así lo cuentan en el documental, se motivaron al viaje leyendo un anuncio de la época que se publicó en LA NUEVA ESPAÑA. Antes de partir, eso sí, tuvieron que hacer dos reconocimientos médicos, uno el español y otro el australiano, para comprobar que estuvieran en buen estado de salud y especialmente que tuvieran bien los pulmones. "Yo creo que tenían una autentica obsesión con la tuberculosis", afirma en la grabación Antonio Cabada, hijo de inmigrantes llaniscos que llegaron a Queensland en 1960.

Un grupo de mujeres del plan Marta en 1961

Los primeros asturianos que viajaron a las antípodas lo hicieron en barco y su travesía duró 33 días. Partieron desde los puertos de Santander y Vigo. Algunas embarcaciones rodeaban toda África mientras otras cruzaban el Canal de Suez, ahorrándose así 5 días de viaje. Durante el mes aproximando que duraba el trayecto los asturianos no perdían el tiempo y, según cuentan, aprovechaban para aprender inglés.

Más tarde, esta emigración asistida -planificada por el país- empezó hacerse en avión. Una vez en el país los asturianos solían ir un centro para inmigrantes en Bonegilla, y se quedaban allí un tiempo hasta que les asignaban un trabajo. "Los asturianos fueron al norte a trabajos del campo, dado que Asturias era muy rural y eran labores relacionadas con sus conocimientos", explica Cueto, que añade que "casi todos se dedicaban a la caña de azúcar y a cortar tabaco".

Hubo varios planes de emigración asistida entre España y Australia: plan eucalipto, plan emú, plan canguro... Entre ellos destacó el plan Marta, "que fue conocido como el avión de las novias. Las que viajaban eran un grupo de mujeres solteras españolas a las que ambos gobiernos llevaban para hacer trabajos domésticos y casarse allí con los hombres españoles que ya habían emigrado", relata Cueto. Duró pocos años porque en 1963 el proyecto fue cancelado. Una de las participantes es Leontina Prieto, vecina de Cangas de Onís. "Nos metieron en un convento de Alcobendas, nos enseñaron un poco de inglés, de uso de electrodomésticos porque algunos aquí aún no los había. Y después de cuarenta días salimos en avión a Melbourne" rememora Prieto que, a diferencia de sus compañeras, ya tenía un novio allí, un asturiano que conoció en las piraguas de Ribadesella. Durante el documental asegura que ella no dudó ni un momento en emigrar, "aquí te tenían tan oprimida que en cuanto veías la forma de poder salir, veías que había más allá, yo eché a correr y no lo pensé dos veces".

Para Cueto la mayor satisfacción de este documental es "contribuir a la memoria histórica asturiana y dejar registrados los testimonios de los emigrantes".

Pablo Cueto