El ranking de Shanghái, una relación ordenada de las mejores universidades del mundo atendiendo sobre todo a criterios científicos que se publica cada año, mantiene en 2022 a la Universidad de Oviedo en el mismo puesto que el curso anterior. La institución académica regional llegó a estar en los años 2019 y 2020 en el grupo de las 500 mejores universidades del mundo, pero en 2021 cayó al grupo de las 701-800 y ahí continúa este año, según los autores del prestigioso ranking. Entre las universidades españolas, Oviedo queda en el grupo compartido de los puestos 22-30 y su mejor posición la ocupó en el año 2019, colocada entre las 8-13 universidades españolas más destacadas. Nadie duda del valor del ranking, sobre todo para evaluar la excelencia en la investigadora, pero sin olvidar que el modelo de la universidad española, y también de la asturiana, prima otras facetas universitarias como son la formación de profesionales y el compromiso en el desarrollo territorial.
José Miguel Arias, vicerrector de Gestión Académica de la Universidad de Oviedo, coincide con su rector, Ignacio Villaverde, que el pasado lunes, cuando el listado se hizo público, abogaba por "escuchar y analizar sus resultados", aunque "sin perder de vista que en ellos no se puntúa la docencia, uno de nuestros pilares fundamentales". Arias opina que hay que tener muy en cuenta "si un ranking concreto mide aquello que la sociedad espera y le pide a una universidad. Para nosotros es importante la docencia. En el modelo español, la sociedad espera que formemos profesionales competentes y que la universidad sea un elemento activo en el desarrollo económico y social del territorio".
El vicerrector de la Universidad asturiana indica que el informe de Shanghái "solo se fija en la investigación y está hecho muy a la medida del top de universidades: profesores que sean premio Nobel, publicaciones solo en dos revistas, ‘Science’ y ‘Nature’... Hay un sesgo hacia determinada dirección, pero también nos proporcionan información importante y es un escaparate para llegar a alianzas internacionales". "Nos habla de cómo lo estamos haciendo en investigación, tenemos que estar atentos para tomar medidas y mantener o mejorar la posición, sin alejarnos de la función social que tenemos que cumplir", agrega.
Arias insiste en que el ranking de Shanghái "está centrado en indicadores muy concretos y ajenos a las preocupaciones fundamentales de las universidades españolas, que están muy territorializadas". A universidades como Yale o Cambrigde, pone como ejemplo, no se le exige ese compromiso con lo local que la sociedad sí demanda de las españolas.
En cualquier caso, opina que estar entre las mil primeras universidades del mundo entre las treinta o cuarenta mil evaluadas en más de cincuenta países es "un muy buen resultado". "Estamos en la elite mundial. El sistema universitario español está bien y la de Oviedo muy, muy bien", sostiene. "Nuestros titulados son muy bien valorados fuera de España, aunque no tengamos ninguna universidad entre las cien primeras del mundo", apostilla.
Hay muchos rankings de universidades, recuerda José Miguel Arias, y cada uno aplica criterios diferentes. "No nos podemos obsesionar con ninguno de ellos, pero tenemos que atenderlos a todos", afirma, con la vista puesta en cómo mejorar más que en ocupar un puesto u otro. "Cualquier medida que tomemos ahora, como aumentar el número de publicaciones, lo que significa que hay que captar fondos, elaborar y publicar las investigaciones, se verá reflejada en el medio plazo, dentro de tres o cuatro años. Lo que se ve ahora en el ranking es lo que se hizo hace tres años", explica.
La Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) también es cautelosa con este tipo de rankings, dado que España, por el tamaño y la intensidad de su actividad en Investigación y Desarrollo (I+D), "difícilmente podría situar alguna de sus universidades en el top 200" del ARWU, el ranking académico de las universidades del mundo. Según la CRUE, los centros españoles "desarrollan su actividad científica en un entorno de gasto en I+D que está entre la mitad y la cuarta parte de los países que sitúan a sus universidades en el ‘top 200’ de los ‘rankings’ internacionales de referencia".
El ex ministro de Universidades Manuel Castells, en una entrevista concedida al grupo Prensa Ibérica, al que pertenece LA NUEVA ESPAÑA, explicaba que España carece de una Harvard o una Stanford, entre otros motivos, porque las facultades españolas no disponen de un capital comparable a los 40 mil millones de dólares de Harvard, por ejemplo. "La matrícula que pagan los estudiantes de Berkeley es de 30.000 dólares al año, y en Harvard, 60.000", argumentaba Castells, que fue catedrático en Berkeley, en California, durante 24 años.
El catedrático de Periodismo de la Universidad Carlos III, de Madrid, Carlos Elías, profesor visitante en Harvard y en la London School of Economics, considera que España podría estar en el "top 100" del ranking de Shanghái "si varias universidades se unieran, algo que ya se está haciendo en países como Francia y Alemania". Joan Guàrdia, rector de la Universidad de Barcelona, a la cabeza de las españolas en el ranking de Shanghái, está convencido de que la fusión de universidades es algo que "habrá que plantearse formalmente en algún momento", como se ha hecho en California, París y Berlín.