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Los rectores, a favor de subir las tasas de matrícula universitaria: "Congelarlas es demagógico"

Villaverde avisa, en un encuentro con cargos académicos, que la institución asturiana debe "adelgazar sus infraestructuras": "Nos cuestan medio millón de euros al mes; somos muy grandes y ya no tenemos capacidad para mantenerlo todo"

Participantes en la cumbre de rectores. Luisma Murias

A la Universidad de Oviedo no le salen las cuentas. Más del 90% de su presupuesto se esfuma en abrir todos los días. El rector, Ignacio Villaverde, da cifras: "Solo levantar la persiana cada mañana nos cuesta 187 millones de euros al año". Para reducir esta desorbitada cantidad, el equipo de gobierno no ve otra solución que "adelgazar sus infraestructuras". "Tenemos edificios, parques, piscinas... Hasta un barco. Parecemos el Estado. Y todo ello nos cuesta medio millón de euros al mes. Somos muy grandes (ocupamos sobre 700.000 metros cuadrados) y no tenemos capacidad para mantener todo esto", alertó Villaverde en la cumbre de rectores y exrectores de Ribadesella, que desde hace diecisiete veranos organiza LA NUEVA ESPAÑA.

La reacción del resto de responsables académicos participantes en el encuentro fue de asombro. "Hay que subir las tasas de matrícula. Es demagógico decir que se congelan. Solo el 19% de los ingresos de la Universidad vienen de los alumnos", señalaron Juan Vázquez y Juan López-Arranz, ambos exrectores de la institución académica asturiana. Se refieren a que el Principado ha congelado por tercer año consecutivo los precios de matrícula, que se sitúan hoy de media y por crédito en 12 euros. Para compensar esta pérdida de beneficios, la Consejería de Ciencia aporta a la Universidad 5 millones. "Hay que apostar también por el mecenazgo, aunque es difícil, y por sacar más rendimiento a las actividades universitarias. Ya no se pueden ofrecer deportes gratuitos a todo Oviedo", opinó Vázquez.

Este año la cumbre de rectores y exrectores transcurrió con la notable ausencia de Alberto Marcos Vallaure, exrector de la Universidad de Oviedo, que falleció el pasado mes de junio a los 78 años. Todos los presentes le recordaron y lamentaron el recientemente fallecimiento (el pasado 8 de agosto) de su esposa, Begoña Fernández Moreno. Aparte de Villaverde, Vázquez y López-Arranz, a la cita acudieron Vicente Gotor, exrector de la Universidad de Oviedo; José Muñiz, rector de la Universidad de Nebrija; Manuel Villa Cellino, presidente del consejo rector de la Universidad de Nebrija; Rafael Puyol, presidente del consejo de administración de la Universidad Internacional de La Rioja; Salvador Ordóñez, exrector de las universidades de Alicante y Menéndez Pelayo de Santander; y Zulima Fernández, exdirectora de la Agencia Nacional de Acreditación (Aneca). Solo faltó el exrector Santiago García Granda debido a compromisos profesionales.

Rankings.

Con la publicación este mismo mes de los resultados del ranking de Shanghái, el debate era inevitable. Zulima Fernández es la primera en disparar: "Los rankings dan una información muy limitada. Prueba de ello es que muchos utilizan indicadores que no son lógicos, como los de tener alumnos y profesores premios Nobel. Y Shanghái, por ejemplo, penaliza a las universidades que no tienen ciencias de la salud". Salvador Ordóñez comparte sus palabras pero es más pragmático: "En el mundo en el que vivimos es lo que hay. Y no queda otra que intentar trabajárselo y dar lo que piden los rankings. En una Liga de fútbol miras siempre qué equipos van a la cabeza. Pues esto es igual". "Sí, pero no hay que mitificar los rankings; ese es el mensaje que quiero lanzar", apunta Fernández. Ignacio Villaverde toma la palabra para puntualizar que se trata de una cuestión de reputación. "¿Qué determina hoy la reputación de una universidad? Los rankings. Hay universidades alemanas que han dicho que no participan en estas clasificaciones e inmediatamente después han caído en financiación y, en consecuencia, en reputación. Yo creo que los rankings nos dicen algo, son una herramienta de análisis, que deben ocuparnos pero no preocuparnos", reflexiona.

Juan Vázquez, que ha sido nombrado recientemente profesor emérito de la Universidad de Oviedo, subraya que "estar en el puesto 700 mundial es bueno y estamos dando por hecho que no lo es". En Shanghái, la institución académica asturiana aparece por segundo año consecutivo en el top 701-800 del mundo (midiéndose con más de 200.000 universidades). Sin embargo, en 2019 y 2020 ocupó la posición 401-500. El catedrático de Economía Aplicada continúa con su intervención: "Ahora bien, estar en el puesto 29 nacional sí es malo. Y esa es la liga que tenemos que jugar". Está de acuerdo el Rector actual: "Deberíamos estar en el top 10". Pero, a su juicio, la Universidad de Oviedo tiene un agujero en la transmisión de datos. Y se explica: "Todas las que aparecen en la lista arriba del todo tienen contratadas consultoras. En nuestra universidad tenemos posiblemente el mayor número de la historia de investigadores publicando en revistas de gran impacto, sin embargo, eso no se traduce en los rankings".

Rafael Puyol, que fue rector de la Universidad Complutense de Madrid entre 1995 y 2003 y en la actualidad preside la UNIR, asegura que las instituciones más punteras a nivel mundial disponen de departamentos de calidad, formados por "30 o 40 personas, que se dedican precisamente a estudiar cómo mejorar en los rankings". Eso directamente en España no existe. "Aquí solo nos ocupamos de quejarnos", espeta. Sobre las clasificaciones internacionales, el demógrafo lanza tres ideas. La primera, que son "positivas, son un acicate, una herramienta que mejora la calidad del sistema universitario si sabemos leer los resultados". Segundo, que "no son infalibles". Y tercero, que "no hay que obsesionarse". Manuel Villa Cellino, al frente del consejo asesor de la Nebrija, sostiene que los rankings "generan interés en los alumnos y los profesores", por lo tanto, tener una buena posición en ellos es el camino que hay que recorrer para captar "a los mejores". José Muñiz, que es catedrático de Psicometría de la Universidad de Oviedo además de rector de la Universidad de Nebrija, afirma que "los rankings han venido para quedarse" y se hace una pregunta. "España es el número 11 en publicaciones científicas, ¿por qué esto no se refleja en el ranking de Shanghái? Porque sencillamente no está hecho para España".

A juicio del exrector y catedrático de Química Orgánica e Inorgánica Vicente Gotor el problema es que "estamos viviendo de las rentas". "En Química se publicaban antes 30 trabajos al año en buenas revistas. Eso ahora ha bajado muchísimo, porque hay una gran desmotivación, gente muy buena que no está de acuerdo con el sistema y que ha dejado la investigación", advierte. Gotor también toca otra tecla: la de Carlos López Otín, el científico más puntero de la Universidad de Oviedo en la actualidad junto al físico Pablo Alonso. "Imagino que con todos los problemas que ha sufrido –la depresión y la investigación abierta contra dos profesores por acoso– su producción ha bajado mucho", comenta. Villaverde coincide: "Cuando estábamos mejor en el ranking era cuando Otín estaba a tope. El puesto de hoy es resultado de lo que sembramos en 2018, no en 2021".

La gobernanza.

Salvador Ordóñez introduce otro problema en la conversación: "Hay muchos profesores que se acreditan y ahí se acaba todo". Villa Cellino cree al respecto que los equipos rectorales deben hacer presión sobre los departamentos. "Yo nunca estuve de acuerdo con la acreditación, porque una persona con cuatro tramos de investigación ya se acredita automáticamente y a lo mejor no dirigió una tesis en su vida ni fue investigador principal de un proyecto", opina Gotor. Por alusiones, Zulima Fernández, que fue directora de la Aneca, contesta: "La acreditación es condición necesaria pero no suficiente". Son las universidades las que deben vigilar, pero no lo hacen. Porque la realidad es mucho más compleja de lo que parece.

Aquí Villaverde aporta su experiencia. "Tenemos un problema de gobernanza", introduce el responsable académico. "Y el sistema para elegir rector es el menor de los problemas –continúa–. Hemos potenciado los reinos de taifas y los rectores no mandamos nada. Es un desgaste brutal y todo eso ralentiza mucho el proceso de toma de decisiones". Sin ir más lejos y en referencia a los planes estratégicos ya aprobados –incluyen por ejemplo el traslado de Minas a Mieres–, "hubo gente que me dijo que íbamos demasiado rápido. ¿Pero qué quieren? ¿Que tardemos cuatro años en sacarlos?".

Juan López-Arranz pone el acento en la ausencia de líderes. "Han desaparecido los líderes en la Facultad. No oigo hablar de un Barluenga o un Gotor. Con esto no quiero decir que no haya buenos científicos, pero faltan líderes. Y ese fuego es necesario", profundiza.

Captación de nuevo talento.

¿Qué se necesita? José Muñiz contesta rápido: "Los cerebros humanos se quedan donde los quieren". Con ello quiere decir que "tengan buena financiación, que no se les inunde de excesiva burocracia...". Pero, interviene Vázquez, "justo esos requisitos no existen en la universidad pública. Un gran científico es laboratorio, son ayudantes...". El exrector de la Universidad de Oviedo culmina con una frase lapidaria: "La pirámide está invertida; todos somos catedráticos y no tenemos cantera". Esto enlaza con la necesidad de rejuvenecer las plantillas, que apunta Rafael Puyol. El presidente de la UNIR dice echar en falta "más relación entre universidad, empresa y administraciones". "Es manifiestamente mejorable", zanja. Vicente Gotor cree que mientras el Principado no saque un programa de captación de talento tan potente como el catalán (Icrea) o el vasco (Ikerbasque), Asturias tendrá poco que hacer: "El programa ‘Margarita Salas’ es insuficiente".

Ley de Universidades.

Para todos los rectores y exrectores reunidos en Ribadesella, la norma de Subirats se trata de "una oportunidad perdida". O mejor dicho, puntualiza Villa Cellino, de "otra oportunidad perdida". Según Vázquez, la ley "no resuelve ningún problema central de la universidad; es una ley casi confederacional que rompe el marco general y que va provocar que cada universidad tire por un lado diferente". En este sentido, al economista, que fue presidente de la Crue (la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) le llama la atención el posicionamiento a favor de la institución. Ignacio Villaverde lanza su opinión: "Porque es una Crue débil; ya no tiene el músculo político que tenía antes y eso es un problema de todos, no solo del actual presidente". Entrando en materia, el rector de la Universidad de Oviedo dice que la norma "tiene más debilidades por lo que no dice que por lo que dice". "Debería haber definido un modelo de universidad, como hizo Portugal y en diez años se ha colocado en el top. En cambio, lo que ha hecho el Ministerio es apostar por un modelo que regula lo mínimo y que las universidades regulen lo suyo. El problema de eso es que la regulación no será nuestra, sino que vendrá de la comunidad autónoma", apunta. Y hay casos como el de Cataluña que preocupan. "Lo que tendremos serán diecisiete sistemas de universidades", remata Vázquez. "Debería haber un marco común y que luego cada universidad tenga flexibilidad", agrega Puyol.

Selectividad.

Todo lo anterior podría ser perfectamente aplicable a la prueba de acceso a la Universidad. En 2024 habrá nueva EBAU, que, según ha anunciado el Ministerio de Pilar Alegría, consistirá en una prueba general de madurez y un examen de una asignatura de modalidad escogida por el alumno de la rama del Bachillerato que haya cursado. El cambio, según Educación, busca mayor "homogeneidad" en toda España. Pero los rectores y exrectores asturianos siguen abogando por la EBAU única que han pedido tantas veces los estudiantes. "Es muy importante que haya homogeneidad en el sistema, porque si no los alumnos de aquí no compiten en igualdad de condiciones que los de otras comunidades", señala Villaverde. Prueba de ello es que el 45% de los alumnos que tiene la Facultad de Medicina son de fuera.

El futuro de la enseñanza.

Según Rafael Puyol, ese futuro pasa por tener "universidades más híbridas", en las que lo digital tenga una presencia mayor a la actual. El presidente de la UNIR, que es online, advierte en este sentido que "la capacidad de nuestro profesorado es muy reducida". Por resumirlo mucho, dice: "Los alumnos son digitales y los profesores, analógicos". Toda la mesa asiente. Zulima Fernández también cree que "la forma en la que razonan y aprenden los jóvenes de hoy es muy diferente" y no está siendo comprendida por los docentes. "Les enseñamos como nos enseñaron a nosotros", agrega. Y quizá ya no funcione.

En este apartado, Manuel Villa Cellino introduce en el debate el metaverso. "Yo creo que la gran fuente de información será la imagen y no el texto como hasta ahora". Todo esto le da a Villaverde qué pensar. "Tenemos a los alumnos todo el día en la facultad. La digitalización no es hacer lo mismo que estábamos haciendo pero en plataformas digitales. Yo lo entiendo como una forma diferente de enseñar. Los jóvenes están enganchados al móvil; se les podría facilitar por esa vía los contenidos general, de forma que solo tuviesen que asistir a la facultad cuatro días y cuatro horas para participar en masterclass. Hay que romper con el modelo de que el conocimiento está en el aula: en el aula hay un conocimiento", defiende.

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