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Prepara nuevo disco Xavier Ribalta Cantante de la Nova Canço catalana

"He trabajado, sin mucho apoyo, por extender la poesía catalana y algo creo que he sembrado"

"Hay poetas que ven mal que se ponga música a sus versos pero pasan a admirarla cuando la escuchan" | "Hoy somos robots de la estupidez"

Xabier Ribalta, en la calle Faustino Roal de Oviedo con la catedral al fondo. | Miki López

Xavier Ribalta (Tárrega, Lérida, 1943), precursor de la Nova Cançó catalana, ultima los detalles de su nuevo disco. Tras cuatros años de trabajo, verá la luz "Cantos intemporales", un álbum que asegura le ha costado "muchísimo" producir y que habla de "los puentes de diálogo entre distintas culturas". El cantautor, que pasa largas temporadas en Puerto de Vega (Navia), ha puesto música y voz, a lo largo de su carrera de más de medio siglo, a los principales poetas en catalán, como Maragall, Salvat-Papasseit, Espriu y Margarit. Ribalta se cita con LA NUEVA ESPAÑA en una cafetería del centro de Oviedo.

–Por fin nuevo disco. ¿Por qué ha tardado tanto?

–Llevo cuatro años trabajando en él. Me ha costado y me está costando muchísimo. Vengo ahora precisamente de Galicia de rematar el disco con Miro Casabella, miembro fundador del grupo "Voces Ceibes", al que conozco de tiempos inmemoriales. Ramón Andreu, pianista y director artístico, que ha hecho todos los arreglos, me ha dicho que tenemos que poner el disco ya en marcha y creo que por fin saldrá a la luz con el título "Cantos intemporales". Tengo la inmensa suerte de que se editará con el sello de la Fundación Joaquín Díaz de Urueña, al que estoy muy agradecido. Para mi este álbum representa una idea que ha sido fundamental durante toda mi vida: los puentes de diálogo entre las distintas culturas de "Sepharad", la pell de brau (la piel de toro) que diría Salvador Espriu referido a este mismo concepto de Hispania e Iberia.

–¿Por qué cree que los poetas catalanes son algo desconocidos y poco traducidos?

–No ha sido así siempre. Yo tuve interés desde pequeño por la poesía catalana. Pero es cierto que estamos perdiendo las referencias en todo y convirtiéndonos en robots de la estupidez. Le diré, no obstante, que en otros tiempos había un intercambio entre poetas catalanes y el resto, y había una generosidad entre los intelectuales españoles con la poesía catalana. Piense que en Cataluña estaban todas las editoriales. Hoy todo esto se ha distanciado y si se pierde ese diez por ciento de la población que lee poesía, ¿qué nos quedará? Vuelvo a los puentes del diálogo. Siempre en mis conciertos doy un programa con los textos de los poemas traducidos al idioma de cada país. He hecho una labor por extender la poesía catalana, creo que algo habré sembrado, pero no he tenido muchos apoyos, ni siquiera en Cataluña.

–¿Cómo se pone música a un poema?

–Entiendo que una canción no es lo mismo que un poema, pero toda poesía lleva música. Si yo no encuentro la música que el poeta exige, no la hago. Empecé en esto con el poeta Màrius Torres y, cuando vas haciendo música y estudiando, acabas por establecer un diálogo con el propio autor. Puede haber poetas que en un primer momento les parezca mal que se haga música con sus poemas, pero, una vez les pones la música y la escuchan, agrandándose ese espacio de la poesía, pasan a ser admiradores. Algo así me ocurrió con el poeta Enric Badosa.

–Graba su primer disco en 1965, se autoexilia en París y conoce a Leo Ferre.

–Sí, yo tenía orden de búsqueda y captura. Tenía que ir con precaución ya en los inicios del movimiento de la Nova Canço en 1962 y decido ir a París por segunda vez, ya que había estado allí con anterioridad. Como tocaba la guitarra, empecé a actuar por cafés conciertos con canciones populares como "O sole mio" o "Torna Surriento". Voy buscando mi lugar y en ese momento aparece Leo Ferré en mi vida y con él encontré el camino y la bendición papal con Salvador Espriu. Con ellos recibo el espacio definitivo formando parte de la base con la cual he ido construyendo la casita de todo mi trabajo.

–Rafael Alberti dijo de usted: "Ribalta se distingue de los demás cantautores por su potencial de voz más terrestre, como salida del fondo de una hondonada natural, en busca de una voz en busca de a ancha expansión del viento libre".

–Ese texto más amplio lo he puesto en el disco "Xavier Ribalta canta a Joan Maragall". Yo convencí a Alberti de hacer algunos recitales junto con Paco Ibáñez, a quien le daban ya por perdido, y se me ocurrió como productor organizar en el Teatro Alcalá el concierto con el título "A Galopar". En aquel momento alguien decía que era una barbaridad, que no iba ir ni Dios, y al final, se agotaron las entradas para los tres conciertos. Fue un milagro que se pudieran hacer estas actuaciones que posteriormente se llevaron por varios lugares de España y París.

–En 2017 en Oviedo, organizado por Tribuna Ciudadana, participó en un homenaje a Joan Margarit ante un auditorio lleno. ¿Cómo lo recuerda?

–A Oviedo he venido muchísimas veces, tenía mucha amistad con Juan Benito, Lola, y como Alfonso Toribio había estudiado arquitectura con Margarit en Barcelona, organizamos ese concierto en un Auditorio lleno hasta la bandera. Me acompañó el Cuarteto Wernicke, formado por Carlos Wernicke, Juan Pietranera, Fernando Lupano y Fernando Fiszbein. Y editaron un libro con todos los poemas en catalán y castellano. Estuve recientemente con el productor Carlitos Barral, ya que yo trabajé mucho con él, y sigo la trayectoria y proyección tan buena que está adquiriendo Rodrigo Cuevas gracias a él. Hace muchísimos años también participé en un homenaje y cumpleaños a Alberti en el Molinón, con su presencia. Me hice mil kilómetros desde Tarrega, salí, cante unas dos canciones y vuelta otra vez. Pero tenía que estar.

–¿Le veremos en Asturias presentando este nuevo disco?

–Me encantaría. Ya se lo he comentado a Barral y todo puede ser...

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