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Alicia Miyares Doctora en Filosofía, feminista y escritora

Alicia Miyares: "El PSOE se haría un flaco favor si renunciase al feminismo por los postulados queer"

"La ley Trans es un retroceso para las mujeres al eliminar el sexo como categoría jurídica, y una agresión a la infancia al experimentar con ella"

Alicia Miyares ANGEL GONZALEZ

Está Alicia Miyares (Arriondas, Parres, 1963) muy indignada con la ley Trans impulsada por el Ministerio de Igualdad de Irene Montero (Unidas Podemos) y, en la misma medida, disgustada con que el partido que a lo largo de su dilatada trayectoria profesional ha asesorado y apoyado, el PSOE, esté dispuesto a asumirla tal cual. Incluida la polémica y espinosa autodeterminación de género. Los socialistas pretendían que se retirase tal concepto de la norma, pero al final –y para evitar más y nuevas fricciones en la maltrecha coalición de gobierno– han dado marcha atrás. Miyares es filósofa, escritora, militante de izquierdas y profesora de la UNED. También una reconocida feminista, de las ahora llamadas clásicas o históricas, términos que se utilizan en contraposición a aquellos que defienden los nuevos postulados queer, alineados con la ley y que defienden género frente a sexo.

–El feminismo de toda la vida o ilustrado (por usar un término de la exdiputada del PSOE Ángeles Álvarez) está en pie de guerra por la ley Trans contra la discriminación de las personas LGTBI (lesbianas, gays, bisexuales, personas transgénero e intersexuales). ¿Por qué?

–Realmente es un retroceso en derechos para las mujeres al eliminar la categoría sexo en términos biológicos y jurídicos. Y es una agresión a la infancia y adolescencia. Se está experimentando con los menores, que es lo que esta ley permitirá de salir adelante.

–¿Que podría pasar en la práctica?

–Es la liberalidad absoluta para que con un autodiganóstico, solo con decir «me siento del sexo contrario», esto sea aceptado. Habría así acceso a bloqueadores de la pubertad y hormonas. Pero es que ignoramos las consecuencias de estas cosas. Realmente la ley permite ensayos clínicos con menores y adolescentes, porque sus consecuencias nefastas para la salud se conocen años después realmente. Tal cual ha salido del Consejo de Ministros es un delirio de ley.

–La autodeterminación de género capitaliza la mayor parte del debate. ¿Por qué es tan peligrosa?

–Porque supone que alguien, por su propia subjetividad y sentimiento, diga que es una mujer y, por tanto, se acepte su sentimiento íntimo. Las leyes no están para regular y legislar sobre sentimientos. No podemos dar carta de naturaleza a la creencia en la existencia de una identidad de género.

–Dicen los críticos que peligran los derechos de las mujeres, las conquistas históricas del feminismo.

–Por supuesto. Toda la legislación articulada en los últimos 20 años sobre políticas de igualdad tiene su razón de ser en torno a la discriminación por razón de sexo. La discriminación sexual ha sido históricamente una de las grandes grietas de la desigualdad entre hombres y mujeres. Y ahora, estas propuestas doctrinales queer lo que pretenden es hacer creer que el sexo es una categoría jurídica e ideológica irrelevante. No sirve. Entonces, ¿dónde quedan las políticas e igualdad asentadas en la diferencia sexual? ¿A qué se debe la desigualdad estructural que padecemos las mujeres si el sexo no es una categoría que explica una realidad material como es esa discriminación frente a los hombres?

–¿Le sorprende que el PSOE acepte mantener la identidad de género y la libre autodeterminación del mismo?

–Lo que me sorprende es que el PSOE pretendiera hacer un mero maquillaje de la ley planteando enmendar solo el artículo relativo a la violencia de género, y dejar el grueso de lo que realmente es grave en esta ley sin abordar, que es lo relativo a la autodeterminación de género y los menores. Es una burla pretender silenciar al feminismo y a los padres con hijos afectados por este contagio social trans modificando nada más el artículo que tiene que ver con la violencia de género.

–Pero entonces, ¿reniega el PSOE de su trayectoria feminista, pretende darle un giro, de qué hablamos?

–Estamos precisamente desde FeMeS (la Asociación Española de Feministas Socialistas) luchando para que el PSOE no olvide realmente que uno de sus pilares fuertes argumentativos es el feminismo, y que este no debe ser sustituido por la doctrina queer. No son lo mismo. Las agendas son absolutamente contrarias. Asistimos a ese debate interno. Por supuesto, el PSOE se haría un flaco favor a sí mismo si renuncia a los postulados feministas para abrazar los queer.

–Quizás se le ha ido de las manos. Dejó avanzar la ley Trans que abandera su socio de gobierno al considerarlo algo secundario en la agenda política. Y ahora o la acepta o la coalición peligra.... ¿Lo ve así?

–Eso sería una irresponsabilidad política. Ninguna ley por menor que sea es menos importante. Todas tienen consuecuencias e impacto social. Y esta tiene uno grande. Pretende reducir a irrelevante la categoría sexo e introducir otro equiquetado social de las personas, que es lo que tiene que ver con lo CIS y trans. Y eso es una auténtica irresponsabilidad política y social.

–Pero entonces, ¿por qué no la frenan si tienen posibilidad?

–Es la pregunta que debemos hacernos. No se entiende que el gobierno siga adelante en legislar sobre esta ley Trans cuando aquellos países que legislaron hace años sobre ello están dando marcha atrás en aspectos que son objeto de crítica por el feminismo, como la determinación de genero. No se entiende cómo es posible que el gobierno haga oídos sordos a países como Suecia, Noruega, Reino Unido, que ahora se cuestionan su propia legislación y ya están cambiando los aspectos más lesivos de sus normas. Llama la atención y en ese sentido el gobierno hace una huida hacia adelante.

–Los defensores argumentan que es una ley que el propio PSOE impulsó en 2017 y dio de paso en 2019.

–Es un argumento estúpido. En ese año no se conocían las consecuencias de las leyes y el impacto sobre mujeres y menores de lo que se impulsaba.

–Es un asunto complicado, de gran calado intelectual y si se aborda superficialmente, muy manipulable.

–Sí. Pero el argumento de algunas personas favorables a la ley de decir que ya en 2017 el PSOE se apuntó a los postulados de la autodeterminación de género y leyes trans no vale. Porque lo cierto es que en esos años no había toda la cantidad de información que hay ahora sobre el impacto social negativo que esto trae para las mujeres. Lo hemos visto en el deporte, en la violencia de género... Todo eso, en 2017 no era de conocimiento publico. Cinco años después sí y además sabemos de su impacto social negativo en mujeres y menores porque nos lo dicen los países que asumieron primero esos postulados.

–¿Y usted qué aconseja? ¿Tirar la ley a la basura y vuelta a empezar?

–Realmente en un escenario deseable debería retirarse para abordar un camino legislativo con todas las garantías, de manera abierta y pública, con debates técnicos. Convocar comisiones de expertos y abrir realmente un debate en el Congreso. Cada vez hay más información y vemos que es una ley dañiña que merma los derechos de las mujeres y lesiona a la infancia y adolescencia.

–La tramitación sigue. ¿Tirán la toalla?

–El feminismo nunca ha tirado la toalla y seguiremos dando la batalla. Y esperamos que realmente sirva para algo. Porque el debate cada vez está más en la calle, mucha gente habla de ellos, las familias de afectados se hacen, por fin, eco de ello, de sus problemas, los profesionales de la salud en los últimos meses han dado su opinión contraria a la ley. Por lo tanto, lo absurdo sería hacer oídos sordos a todas estas perspectivas críticas y seguir hacia adelante.

–¿Es optimista?

–Estamos en mejor situación ahora que hace un año, porque el debate público existe y se han sembrado dudas razonables sobre la ley. Es responsabilidad del gobierno si decide actuar de espaldas a la ciudadanía y no atiende la exigencia de un debate. En nuestra mano no está decidir, pero sí denunciar que no se puede legislar de manera irresponsable.

–Ya para acabar, ¿cómo lleva que le llamen tránsfoba, retrógada, fascista, entre otras cosas, por argumentar contra la ley?

–Bueno, el feminismo siempre ha sufrido ataques. En los años 90, cuando se legislaba sobre igualdad, éramos feminazis. Luego se nos llamó monjas de hierro al ir contra los vientres de alquiler. No es algo nuevo el insulto, ni nada que nos haga agachar la cabeza. Sinceramente, eso te da más bien cierta energía.

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