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Jacques Imbrailo Barítono, interpreta a Don Giovanni en la producción de la Ópera de Oviedo que se estrena el día 13

"El de Oviedo va a ser un Don Giovanni pasado por el filtro del #metoo"

"Los tiempos han cambiado y el público busca otro tipo de teatralidad, no se fija tanto en lo estético, sino que quiere personajes creíbles"

El barítono Jacques Imbrailo, en el teatro Campoamor. | Miki López

El barítono Jacques Imbrailo (Orange, Sudáfrica; 1979) interpreta al Don Giovanni de Wolfgang Amadeus Mozart en la nueva producción de la Ópera de Oviedo, que se estrenará el 13 de noviembre en el teatro Campoamor. Con este rol, que ha desempeñado infinidad de veces, debuta en la temporada lírica asturiana.

–¿Cómo afronta el papel de Don Giovanni en la nueva producción de la Ópera de Oviedo?

–Canté este rol hace seis años, con lo que me es más fácil prepararlo, pero lo importante es el carácter del personaje, algo que no se puede tener memorizado de antemano porque hay que llegar y ver lo que requiere la directora de escena. Lo fundamental es tener muy bien preparada la base del papel para luego poder ser muy flexible con lo que ella exija.

–Don Giovanni tiene un carácter muy definido. ¿Queda margen para personalizar la interpretación?

–Tradicionalmente Don Giovanni es un chico malo encantador. A la audiencia puede gustarle porque es un mal tipo pero, de alguna manera, se hace querer. En esta producción, sin embargo, no le va a gustar, va a ver su faceta más extrema, violenta, sádica, pervertida. A veces nos olvidamos de lo que hace pasar a las mujeres en esta ópera. Precisamente, en esta producción es lo que vamos a sacar a la luz. Normalmente es una ópera cómica, y no es que se vaya a quitar al cien por cien esa parte, pero no es en absoluto el Don Giovanni redimible.

–¿Es un Don Giovanni pasado por el filtro del #metoo?

–Sí, eso creo.

–¿Al hacerlo no se corre el riesgo de desvirtuar la historia?

–Depende. Hay gente que ve en él a Casanova, que no era tan violento; hay gente que ve una parte de Da Ponte, un personaje controvertido y más oscuro. En la obra las mujeres sufren la violencia pero, como el ave fénix, son fuertes y resurgen del abuso, más que Zerlina, doña Ana y doña Elvira. A ver qué pasa en este montaje, porque aún no han acabado los ensayos.

–Es una obra muy conocida y tantas veces representada, ¿eso no es una carga musical y vocalmente para el intérprete?

–Yo canto con mi voz, con todas mis facultades, y con todas mis facultades físicas también. Yo no canto para parecerme a un Don Giovanni ni a otro, ni para cumplir con las expectativas de nadie, sino simplemente como yo soy. Estoy aquí para dar la mejor versión de mí mismo.

–¿Ha cambiado su interpretación desde la primera vez que afrontó el rol?

–Cuando eres joven sí piensas en ajustarte a lo que la gente cree que tienes que hacer. Mi primer Don Giovanni estuvo dirigido por sir Thomas Allen, un gran Don Giovanni, y yo sentía, de alguna manera, que tenía que hacer el Don Giovanni que él esperaba de mí. No sentí el personaje bien acomodado a mi cuerpo y a mi personalidad. A medida que pasa el tiempo me siento más seguro de mis habilidades. Además, los tiempos han cambiado y el público busca otro tipo de teatralidad, más que algo muy estético, lo que la gente quiere son personajes creíbles.

–¿Qué referencias tenía de la temporada de ópera de Oviedo?

–Mi esposa había visto la película "Vicky, Cristina, Barcelona", de Woody Allen. Empecé a saber del teatro Campoamor cuando hace unos años me contactaron para venir. Ahora que estoy aquí, me encanta la ciudad, el teatro, la gente...

–¿Ha tenido oportunidad de darse una vuelta? ¿De probar la gastronomía local?

–Sí, y he ido a Gijón también, mi mujer y mis dos hijos estuvieron por aquí y fuimos a ver la playa, a comer algo...

–Está claro que este Don Giovanni no nos va a enamorar, pero ¿no vamos a poder salvar nada de él?

–No, el público va a querer llamar a la policía para que lo arresten.

–Después de Oviedo, ¿qué compromisos tiene en agenda?

–"Nixon en China" en el Teatro Real de Madrid y "Peter Grimes" en la Ópera de París.

–Estudió Derecho...

–Sí, soy abogado.

–¿Cómo fue lo de dar el salto a la lírica?

–El Derecho para mí era aburrido –no siempre, y tampoco puedo decir nada malo de la profesión porque mi mujer es abogada–. Acudía a las lecciones de canto simultáneamente, como un hobby, y mi profesor empezó a decirme que debía tomarme esto de la música más en serio.

–No se arrepentirá.

–A veces, a veces sí (bromea), pero tengo muchas facturas que pagar.

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