Jorge Soler, director de Asuntos Médicos y Científicos de Philip Morris Spain, nos explica de primera mano cómo la innovación y la ciencia son las bases sobre las que la compañía está liderando una transformación en la industria del tabaco. 

 ¿Qué hace un médico de familia en una empresa como Philip Morris?

Un médico de familia no solo es el primer contacto con el sistema sanitario. También se preocupa, entre otras muchas cosas, de prevenir enfermedades y promover hábitos saludables. Por eso, puede resultar sorprendente que un médico de familia trabaje en una compañía tabaquera.

Jorge Soler, director de Asuntos Médicos y Científicos de Philip Morris Spain cuenta cómo ha sido su incorporación en la compañía: “Como médico de familia tengo experiencia intentando que los pacientes dejen de fumar”, y añade: Cuando la compañía contactó conmigo me sorprendió un poco, pero ver de cerca esta transformación sin precedentes, me llevó a aceptar este gran reto para intentar dar soluciones a los fumadores adultos que van a continuar con el hábito”.

Hay que tener en cuenta que en España hay más de 8 millones de fumadores, y en este sentido, para Soler es fascinante trabajar con un propósito tan importante como el desarrollo de nuevas alternativas sin humo, ya que “detrás hay mucha ciencia, precisamente para conseguir que todos estos usuarios fumadores que seguirían fumando, puedan tener una alternativa que les cause menor daño. Ese es el motivo de que veáis a un médico trabajando en una compañía tabaquera”.

Tecnología del siglo XXI con el potencial de reducir el daño

La reducción del daño es una estrategia que se viene utilizando en salud pública desde hace muchos años y que da resultados, por lo que ¿por qué no podría aplicarse al tabaquismo?

Soler destaca que “las estrategias clásicas de salud pública se han de mantener”. Por un lado, las políticas de prevención, para intentar que todos aquellos que no fuman, no empiecen nunca con el hábito. Por otro lado, las de cesación, intentando que todo aquel que ya fuma deje el hábito por completo. Sin embargo, la realidad ha demostrado que estas políticas no son suficientes para hacer frente al problema. De modo que, otro de los mensajes clave de este médico es la necesidad de impulsar una tercera vía que complemente las mencionadas estrategias y que se basa precisamente en la reducción del daño del cigarrillo, de manera que, si un fumador adulto no va a dejar el hábito, “es fundamental poder ofrecerle alternativas del siglo XXI basadas en ciencia, que tengan el potencial de reducir el daño comparado con los cigarrillos”.

Precisamente la ciencia ha favorecido el desarrollo de alternativas sin humo, que eliminan la combustión y, por tanto, el humo, que contiene aproximadamente 6.000 químicos, de los cuales, alrededor de 100 han sido identificados por las autoridades en salud pública como dañinos o potencialmente dañinos, y señalados por la comunidad científica como principal causa de las enfermedades relacionadas con el hábito de fumar.

La reducción de sustancias químicas dañinas que se produce por la ausencia de humo no significa que estos dispositivos sin combustión estén libres de riesgo. Además, con su uso se inhala nicotina[1], que es una sustancia adictiva y que no es inocua. Por ello, desde la compañía insisten que la mejor opción para los fumadores será siempre abandonar totalmente el consumo de tabaco y nicotina en cualquiera de sus formas.

Un nuevo futuro sin humo que cada vez está más cerca

¿Qué pueden aportar los dispositivos libres de humo a las políticas de control del tabaquismo?

Cada vez hay más países que reconocen que las alternativas sin humo, como los dispositivos de calentamiento de tabaco o los cigarrillos electrónicos, pueden jugar un importante papel para reducir el daño que provoca el humo de los cigarrillos. “Aún tenemos muchos fumadores adultos en España y eliminar de la ecuación la combustión puede ser una estrategia más que contribuya a disminuir nuestra tasa de fumadores. Como ya ha sucedido en países como Japón, donde la tasa de fumadores ha disminuido de manera destacable tras la llegada de estas alternativas sin humo, según datos de la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición del país nipón. Mientras, en otros países como Reino Unido, Grecia o Nueva Zelanda también están contando con el potencial de las alternativas sin humo dentro de sus políticas de tabaquismo, y empezamos a tener resultados alentadores. Creemos que debemos avanzar juntos en esta dirección si queremos conseguir un futuro libre del humo de los cigarrillos lo antes posible”, afirma Soler. La compañía prevé que, con el enfoque adecuado, en 10 o 15 años los cigarrillos (la forma de consumo de tabaco y nicotina más nociva que existe y, sin embargo, la más extendida) pueden ser cosa del pasado en muchos países.  

¿Qué papel jugarán en el futuro las alternativas sin humo?

Para Jorge Soler, estos dispositivos libres de combustión son “tecnología del siglo XXI para dejar atrás los productos del siglo XX” y subraya que “llevamos más de una década apostando firmemente por la investigación” La estrategia actual de la tabaquera pivota sobre una transformación sin precedentes en el sector del tabaco.

Pero, ¿qué opinión tiene este médico sobre la evidencia científica sobre estas alternativas sin humo y sobre el camino que queda por delante? “Tenemos muchas de las respuestas, pero hay otras respuestas que tardarán más años en obtenerse, puesto que necesitamos una evidencia basada en un uso de mayor recorrido. Sin embargo, estamos en situación de afirmar que contamos con abundante evidencia científica tanto realizada por nosotros como por organismos científicos y reguladores de primer nivel que demuestran que estamos ante alternativas que, sin ser inocuas, reducen significativamente la exposición a sustancias dañinas.

[1] La nicotina es una sustancia adictiva presente de manera natural en la hoja de tabaco. Aunque no es la principal causa de las enfermedades relacionadas con el hábito de fumar, no es inocua y está contraindicada para determinados perfiles (menores, embarazadas, lactantes, diabéticos, personas con hipertensión o insuficiencias cardiacas).