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Juan Fueyo Científico y escritor

Juan Fueyo, científico y escritor: "Hubo mucho de experimento en las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki"

El científico asturiano publica la novela "El hombre que pudo destruir el mundo", sobre el padre de la bomba nuclear, Robert Oppenheimer

Juan Fueyo.

El laboratorio creativo de Juan Fueyo (Oviedo, 1957) echa humo. El virólogo e investigador publicó hace semanas "Blues para un planeta azul". Y ahora lanza una novela muy real sobre el padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer: "El hombre que pudo destruir el mundo".

-¿Qué le fascina de Oppenheimer?

-Podíamos decir muchas buenas cosas de este físico, pero lo otro es mucho más interesante. Me fascina que sin ser el mejor científico ni haber ganado el premio Nobel se pusiese al mando de un grupo de genios indiscutibles, casi todos con el Nobel bajo el brazo como Fermi, Lawrence o Bohr, y otros a los que les darían el Premio más tarde como Richard Feynman. También se enfrentó a los Premios Nobel que estaban del lado de Hitler como Heisenberg y Hahn. Oppenheimer con un curriculum menos espectacular supo aunar a unos y derrotar a otros. En cualquier caso, su inteligencia fascina y asusta en proporciones iguales. También hay un lado muy oscuro de su biografía: durante su juventud intentó envenenar a un profesor y casi mata a un compañero de piso. ¿Se necesitaba una persona así para fabricar la bomba nuclear? Quizás no; pero para usarla en Hiroshima y Nagasaki, igual sí.

-¿Qué pensaría del uso que se hizo y se hace de sus logros?

-En El hombre que pudo acabar con el mundo, hay un cuento que se repite: un poblado de India se ve atacado por unos bandidos. los aldeanos contratan a un cazador para que les libre de ellos. El cazador trae un tigre y la bestia mata a los bandidos. Una vez acabada su tarea, el pueblo se niega a pagar al cazador. Y él se va, pero no se lleva al tigre, que acaba atacando a los aldeanos. Reclutaron a Oppenheimer para que trajera un tigre contra Hitler. Oppenheimer ha fallecido, pero el tigre sigue aquí. Este mundo es obviamente mucho más peligroso desde que se generaron las bombas atómicas. Estamos viéndole las uñas al tigre en Ucrania…

-¿Oppenheimer era consciente del poder destructor que tenía entre manos?

-Absolutamente. Tenga usted en cuenta que el ejército probó la bomba de plutonio antes de tirarla y por lo tanto sabían que tenía una potencia de decenas de kilotoneladas de TNT. La famosa fórmula de Einstein no dejaba lugar a dudas: dentro de la materia se acumula una cantidad de energía enorme y si podía ser liberada en un espacio pequeño causaría la mayor explosión producida por el ser humano. Al principio, el mismo Einstein dudaba de que fuese posible construir una bomba atómica, pero poco a poco, y sobre todo después de la construcción de los primeros reactores nucleares por Fermi, los científicos sabían que trabajan en la construcción de una bomba contra la cual no habría defensa posible. Y así se refleja en la novela el sentimiento de un militar al presenciar el efecto de la bomba atómica:

Oppie le diría más tarde al periodista del New York Times tratando de parecer espontáneo: «Me he convertido en la Muerte, el Destructor de los Mundos» […] El director de la operación Trinidad, un veterano coronel con experiencia en batalla que debía ser el testigo principal de la frase lapidaria de Oppie, no mostró interés ni apreció la literatura del comentario. «En lo que nos hemos convertido, Oppie, es en unos hijos de puta. En los mayores hijos de puta de la historia de la humanidad»

-¿Da escalofríos pensar que Hitler hubiera llegado antes en la carrera nuclear?

-Sí, hubiese sido terrible. Por eso el comienzo del Proyecto Manhattan para construir la bomba antes de que lo hiciese el dictador, estaba justificado desde un punto de vista ético. En Alemania se habían quedado Heisenberg y Hahn dos físicos de renombre mundial y lideres de la mecánica cuántica y la fisión nuclear, y estaban intentando construir la bomba atómica. Afortunadamente no llegaron a tiempo. Pero, ¿se imagina usted las V1 y V2 cargadas con cabezas nucleares? Los Nazis podrían destruir completamente Londres, y París, por mencionar dos ciudades, en una sola noche, y convertirse en el líder indiscutible del mundo en cuestión de semanas. Por más que celebremos que Hitler no consiguió la bomba, hemos de pensar que al mando de las bombas nucleares han estado individuos como Stalin y Trump. Y que la tienen en Paquistán e India. Y China. Y en cualquier país puede aparecer otro Hitler. Eso está cada vez más claro.

-¿Qué zonas de sombra hay en su figura?

-Oppenhemier fue una persona con muchísimos matices. Hay aspectos de su vida que aún después de varias y buenas biografías no quedan claras. Desde Rusia, por ejemplo, han “filtrado” que fue un espía de la Unión Soviética, algo que puede ser simplemente desinformación. En cualquier caso, Oppenheimer tuvo muchos contactos con el Partido Comunista Americano y, aunque no fue miembro del partido, se casó con la mujer de un comunista americano que murió defendiendo a la República durante la Guerra Civil española. A nivel profesional, Oppenheimer acabó pagando caro ser comunista —o un compañero de viaje de estos— durante la postguerra. De menor importancia parecen los rumores de sus infidelidades matrimoniales, y que intentase, por ejemplo, liarse con la mujer de Linus Pauling (uno de los pocos científicos que ganó el Nobel dos veces), que era su compañero de trabajo.

-¿Oppenheimer no destruyó el mundo pero lo cambió por completo?

-Como mencioné antes, Oppenheimer se llamó a sí mismo “Muerte, el Destructor de los Mundos”, una cita del Bhagavad Gita. Y todavía queda por ver si la investigación que él dirigió no acabará con el mundo. Ahora mismo hay suficientes bombas construidas como para llevar a la aniquilación del hombre. No cambió el mundo, sino las guerras. La guerra convencional se sigue haciendo por temor a que el uso de una bomba atómica desencadene un efecto dominó, pero, al menos como factor psicológico, se usa constantemente: Putin amenaza con un ataque nuclear hoy y ahora. Esa quizás es la principal razón por la que Ucrania no ha bombardeado ninguna ciudad en territorio ruso. Además de las bombas atómicas existen bombas mucho más potentes. Que pueden ser detonadas en el país atacado, es decir, que no hay que viajar ni lanzarlas al país atacante. Estas bombas tienen tanta potencia que pueden causar un desastre sin precedentes en todo el mundo. Son las llamadas en inglés Doomsday device, o bomba (o serie de bombas) del fin del mundo. Es una manera de suicidio colectivo. Si me atacas, ten por seguro que no ganará nadie ya que tú caerás conmigo. En cuanto al mundo, sigue igual: los buenos tratan de vivir en paz y los malos no les dejan. Oppenheimer no inventó eso, fue Caín.

-¿Hay lecciones éticas y morales en su novela?

-Como usted dice se trata de una novela. Pura ficción, entretenimiento en estado puro. Usted estará de acuerdo conmigo en que en esto de las novelas: lecciones, les justes. VIRAL y Blues para un planeta azul son libros de divulgación de ciencia, pero escribí El hombre que pudo destruir el mundo para que los lectores pasen un buen rato leyendo, para que disfruten. ¡Ojalá sea así!

-¿Qué elementos de ficción introduce?

-Escrita sobre el marco histórico de la construcción y uso de las dos primeras bombas atómicas avanza un relato en el que cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Espero que la lectora y el lector descubran muchos elementos de novelas de la serie negra, de las novelas de Sherlock Holmes y de El nombre de la rosa de Umberto Eco. Siendo a veces un techno thriller algo habrá también de Michael Crichton. Mientras escribía la novela leí y releí a Stephen King y El código da Vinci para entender el ritmo de un bestseller. El hombre que pudo destruir el mundo tiene también mucho del comic de Neil Gaiman, de Pulp fiction y por eso creo que su lectura debería de ser fácil y ágil. Por ejemplo:

Era una fiesta para recaudar fondos para los comunistas españoles y Oppie lamentaba estar allí. Fascistas y comunistas extranjeros pensaban que habían encontrado en la guerra civil española una causa justa. El conflicto, por razones poco claras para Oppie, fascinaba a los americanos, y grupos de estudiantes izquierdistas organizaban este tipo de fiestas para recabar dinero destinado a las tropas leales a la república. Muchos acudían por las bebidas gratis, la posibilidad de socializar y la oportunidad real de acostarse con algún o alguna camarada. Oppie buscaba el momento perfecto para marcharse. Le disgustaba la política, «otra epidemia de Berkeley». Pensaba tomar dos sorbos de un merlot barato, sonreír unos minutos y volver a casa a terminar un artículo.

-La humanidad no se salva con bombas, sino con ideas -le dijo Jean.

-Ya veremos -repuso él, sin querer pasarse de cínico».

-¿Qué impulsaba a Oppenheimer en las decisiones finales? ¿Su ambición científica era superior a cualquier cosa?

-En la vida real es posible. Como has mencionado antes, no hay que olvidar que Hitler buscaba también la bomba. Pero las ansias de poder de Oppenheimer eran indudables. En la novela lo que le impulsa a construir la bomba es su frustración con un mundo que no reconoce su talento y que, según él, le trata mal. Vive en búsqueda de la última venganza, total y absoluta. El personaje de la novela es un narcisista que busca venganza contra la sociedad. Un criminal al más alto nivel. ¿Le salvará el amor? El Oppenheimer real y el equipo de Los Álamos demostraron que debemos hacer ciencia con conciencia, que no porque pueda hacerse deba hacerse. Estaríamos mejor sin armas nucleares.

-¿Sabemos qué pensaba al final de su vida de su conquista?

-Oppenheimer evolucionó para oponerse a la construcción de la bomba de hidrógeno, mucho más potente que la atómica, y se esforzó en que se crearan organismos supranacionales para el control de la producción y el uso de las armas atómicas. Pero para entonces el tigre ya estaba suelto. Siempre he tenido dudas de si esta actitud, tan noble, era sincera. Quizá temía que a la larga se le exigieran cuentas por Hiroshima Y Nagasaki. Las bombas se tiraron cuando Hitler ya se había rendido… ¿Fueron esos ataques realmente necesarios? ¿Salvaron vidas como piensan algunos expertos? Hay mucho de experimento en esos bombardeos. Por ejemplo, no se escogió Tokio porque estaba tan machacado por los repetidos bombardeos convencionales que no se podría apreciar el efecto de la bomba atómica (Acabo de volver de el Japón. Tokio es una ciudad nueva y moderna: casi ningún edificio tiene más de cincuenta años…). Y una vez tiradas las bombas, y cuando Japón se rindió, un grupo de científicos americanos viajó allá para observar y estudiar de cerca el efecto mortífero de las bombas de uranio y plutonio. Todo muy científico y horrible.

-¿Cómo era el Oppenheimer. íntimo y familiar?

-Es quizá de lo que menos deseo hablar porque la intimidad le pertenece a cada uno. Solo adelantar, por decir algo, que creo que no tuvo suerte en el amor.

-¿Hay elementos de thriller en el libro?

-A esgaya. Para mí es una novela negra, un thriller. Por aquello del estilo (el diálogo que has mencionado antes, por ejemplo) y la crítica social. Un ejemplo más del diálogo:

           Ella no aceptó la reticencia. Dio la vuelta al despacho y se acercó a él. Él notó el perfume: olía a jazmines y madreselvas. Se podía construir un hogar con esa fragancia.

           —Dime, Richard, ¿para qué hostias has venido aquí?

           Caramba, Dorothy disparaba con fuego real. Y era capaz de intimidar a una osa con cachorros.

           —Por el balneario pegado al mar: adoro el agua salada.

           —Santa Fe está en medio del desierto.

           —Saqué cero en geografía, Dorothy.

 Y hay también mucho de relaciones de amistad y varias historias de amor. Ah, casi se me olvida, y —como el perejil de Arguiñano— unas gotines de sexo. Eso y bombas atómicas. ¿A que no se lo esperaba? Pues lea, lea.

 

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