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Todos los mares de Guillermo Simón llegan hasta la Universidad de Oviedo

El edificio histórico acoge desde el martes una exposición del artista de Villaviciosa, donde el paisaje marino se convierte en reflexión existencial

Detalle de una de las obras que se mostrarán en la exposición «El mar en la memoria», que se inaugura el martes, día 29, en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo.

El pintor Guillermo Simón (Villaviciosa, 1969) dice que, desde que llegó el covid, no deja de producir. "Llevo dos años y medio a pleno rendimiento. Durante la pandemia trabajé mucho". A partir del martes, día 29, los amantes del arte podrán contemplar algunos de los frutos de un tiempo tan fructífero en la vida de uno de los artista asturianos más brillantes de su generación. Ese día, a las 19 horas, se inaugura en la sala de exposiciones del edificio histórico de la Universidad de Oviedo la muestra "El mar en la memoria", compuesta por una treintena de obras de este creador cuya trayectoria está marcada por el mar y su contemplación.

Una de las obras que se mostrarán en la exposición «El mar en la memoria», que se inaugura el martes, día 29, en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo.

El mar, como ocurre en el famoso poemario de Pedro Salinas, también es "El Contemplado" en la práctica pictórica de Simón. Pero no siempre lo mira con los ojos. Algunas de las piezas que se podrán ver a partir del martes –y hasta el día 15 de enero en el edificio histórico– son el resultado de observar el mar con la memoria. Son, en realidad, el recuerdo del mar. De esa "interiorización" marina nace una serie de doce obras de pequeño formato (30x40 centímetros) que Simón pintó en la primavera de 2020, durante el confinamiento obligado para frenar la propagación del virus del covid-19. "Tienen un aire más intimista e incitan a ese acercamiento a la memoria del mar. Hablan de una interiorización de los ritmos marinos. Es una metáfora de las olas y de la vida: las olas son fugaces dentro de un mar eterno".

Una de las obras que se mostrarán en la exposición «El mar en la memoria», que se inaugura el martes, día 29, en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo.

Guillermo Simón mantenía una relación muy especial con su abuelo materno, Simón Gallego, fallecido a los 98 años en plena pandemia, en abril de 2020. Este pescador llastrín era el último superviviente de la terrible galerna de 1944, que se tragó a trece pescadores que habían salido al bonito. Probablemente de él, y de sus estancias en Lastres, mamó el artista ese deslumbramiento por el mar y su vinculación a lo marinero como "paisaje materno": "Hay una de esas obras de pequeño formato que tiene un cierto aspecto de ecografía y eso me recuerda a mi güelu, que decía que el mar era hembra y paría. Yo pasé la infancia en Lastres y eso me marcó de alguna manera".

Guillermo Simón, delante de uno de sus cuadros. | Marcial Gómez

Todo ese grupo de obras conforma el primer bloque de esta exposición comisariada por el crítico de arte Santiago Martínez, que publica sus reseñas en LA NUEVA ESPAÑA. El resto de las obras de la muestra ya son piezas de mayor formato que "poseen un carácter expansivo y envolvente, y una fuerza que desborda los límites del cuadro", explica Santiago Martínez sobre la obra de Simón, "una pintura de acción, gestual y expresiva, que revela sintonía del artista con esa fuerza impetuosa que, con frecuencia, manifiesta la naturaleza".

Y como el mar, que siendo el mismo, nunca es igual, también dentro de esas piezas de gran formato el espectador encontrará tres enfoques distintos. Por una parte, podrá disfrutar de los estallidos del oleaje, "donde cada explosión es diferente". Son uno de los motivos más característicos del artista. Pero también hallará otra piezas donde la mirada se acerca a la superficie ondulante del agua, apaciguada, un espejo vibrante de sol. Estas obras de enorme maestría técnica son fruto de la experimentación que Guillermo Simón está desarrollando con el dibond, unas planchas de aluminio blanco en bruto que usa como base de sus piezas. Sobre ellas pinta "con todo tipo de herramientas" dejando de la mano vaya y venga, "hasta que encuentro lo que quiero y paro". Entonces, con esa pleamar y bajamar de color esmeralda y azul turquesa, logra congelar, o inmortalizar, algo así como el fluir del tiempo.

Y, finalmente, hay una cuarta serie de obras, las últimas en la que ha estado trabajando Simón en su estudio, ubicado en las proximidades de la ría de Villaviciosa. Aquí vuelve al lienzo y, con sorprendente realismo, muestra superficies acuosas, traslúcidas, donde han ido a reposar dormidos rebaños de gotas de agua que parecen aludir al temblor de la nostalgia, a cuando en una tarde perdida la lluvia golpea los cristales y se deshace en pedazos de memoria.

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