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Inés Sánchez de Madariaga Arquitecta, preside el comité científico del Congreso sobre igualdad y espacios públicos que se inaugura mañana en Siero

"El urbanismo con perspectiva de género es bueno para todos"

"Las ciudades actuales fueron construidas sin considerar que la vida cotidiana es distinta para hombres y mujeres"

Inés Sánchez de Madariaga. LNE

La arquitecta madrileña Inés Sánchez de Madariaga preside el comité científico del Congreso sobre igualdad y espacios públicos que organizan el Gobierno del Principado y el Colegio de Arquitectos de Asturias a partir de mañana en Lugones (Siero). Madrileña, con orígenes maternos en Teverga, vivió en Oviedo hasta los nueve años y no deja de visitar la ciudad todos los veranos. Dirige la Cátedra Unesco de Género en Ciencia, Tecnología e Innovación de la Universidad Politécnica de Madrid.

–¿Es necesario dedicar un congreso a hablar de género y urbanismo?

–Es un tema que empieza a ser relevante en la discusión sobre la ciudad, es necesario que el urbanismo tenga en cuenta los roles de las personas que viven en la ciudad y que los planes y proyectos tos urbanísticos lo contemplen. Las ciudades actuales se han construido en los últimos 50 años, con un enfoque que respondía a las necesidades económicas y residenciales, no se tiene en consideración que la vida cotidiana es distinta para hombres y mujeres. El de ahora es un salto cualitativo en la construcción de un espacio urbano.

–¿Bueno solo para las mujeres?

–Los hombres también se benefician. Se están mejorando las realidades vitales de todo el mundo, las de los menores, las personas enfermas... Será más fácil cerrar la brecha de género en el desempeño de las tareas de cuidado si son menos onerosas y los hombres las integran en su día a día con menos interferencias en las actividades laborales.

–¿Qué necesitan las mujeres de una ciudad?

–Configuraciones urbanas y políticas de transporte que favorezcan el desempeño de esas tareas de cuidado las 24 horas del día. Asturias tiene ciudades medias y un territorio rural al que no todos los servicios llegan; la localización de los servicios y su accesibilidad es importante. Otro aspecto tiene que ver con la seguridad, en la ciudad y en el transporte, en el caso de las mujeres sobre todo por la noche. Esa percepción subjetiva de inseguridad hace que dejemos de hacer cosas y limitemos nuestro desarrollo personal. Pese a todo, España es un país muy seguro y la mayoría de los asaltos sexuales se producen en espacios privados y son perpetrados por personas conocidas. El tercer aspecto a tener en cuenta tiene que ver con la pobreza comparativa de las mujeres respecto a los hombres, sobre todo las mujeres solas, cabezas de familia con menores a su cargo. Hace falta que la ciudad y su planeamiento tengan en cuenta esta diferencia: la política tarifaria de transporte, la de acceso a la vivienda, facilidades para atender a los menores y a las personas que necesitan cuidados... También es el caso de las mujeres mayores solas, con rentas menores por haber asumido tareas de cuidadoras a lo largo de la vida.

–¿Medidas concretas?

–Hay que contextualizar. Los principios generales están, pero esto no es un libro de recetas de cocina. No es lo mismo un casco antiguo con calles estrechas o los PAUS (Programa de Actuación Urbanística) de Madrid, con calles que tienen el mismo ancho de la Castellana. Lo importante es entender los principios generales y atender a la situación concreta.

–¿Mejor rural o urbano?

–Los espacios rurales acarrean dificultades grandes para las mujeres, por cuestiones de movilidad. Sin transporte público ni servicios dependen del vehículo privado y el acceso a la educación, a la sanidad, a la diversión es más complicada, y el acceso al empleo también.

–Hay más mujeres en la arquitectura y el urbanismo.

–Eso no quiere decir que se preste más atención al tema de género. Esa mirada se ha desarrollado gracias a la investigación de género especializada por grupos como el mío, pionero hace 25 años, y desde que el movimiento feminista empezó a plantearlo, hace 20 años, y reclamarlo en ayuntamientos y comunidades autónomas.

–¿Una forma de entender la arquitectura que poco tiene que ver con los arquitectos estrella?

–Veníamos de un tiempo con un entendimiento muy masculino de la profesión. Las pocas mujeres que hoy en día están recibidas como arquitectas están influidas por esa idea, Zaha Hadid por ejemplo. Algunas arquitectas jóvenes que dan su nombre a su estudio como marca, como si no hubiera un equipo detrás. Eso se acabó con la crisis del 2008. Los arquitectos jóvenes, los que ahora están en la cuarentena, empezaron a trabajar en cooperativas, una manera muy diferente de abordar el desempeño profesional, con procesos más participativos.

–¿Alguna idea para afrontar el reto demográfico desde el urbanismo?

–Es clave que pueda haber empleo decente y bien pagado, si no no hay nada que hacer. Para atraer a gente joven con cualificación a las áreas rurales despobladas, para empezar, se necesita buena internet, y accesibilidad a los equipamientos que permitan educar, accesibilidad por carretera, frecuencia de servicios de transportes.

–¿El automóvil particular está abocado a desaparecer?

–El transporte privado en vehículo propio va a cambiar radicalmente en los próximos años. Para las nuevas generaciones ya no es un símbolo de estatus y han aparecido otras formas de movilidad: el patinete o la bicicleta, los servicios en grupo, como el taxi compartido... Eso generará formas más eficientes de movilidad y menor dependencia del vehículo particular.

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