Entrevista | Alejandro Roy Tenor, protagoniza la ópera «Ernani»

"Cuando el escenario se convierte en un laboratorio, todos sufrimos"

"El ‘Ernani’ que estrenaremos en el Campoamor es muy fiel a lo que quería Verdi, y eso es un descanso para los cantantes"

Alejandro Roy, a las puertas del Campoamor. | Luisma Murias

Alejandro Roy, a las puertas del Campoamor. | Luisma Murias / Franco Torre,

Franco Torre

Franco Torre

El tenor gijonés Alejandro Roy retorna al Campoamor para encabezar, junto a la soprano croata Marigona Qerkezi, el reparto de "Ernani", ópera de Giuseppe Verdi que cerrará la 75.ª Temporada de Ópera de Oviedo. El estreno será el próximo día 29, domingo, a partir de las 19.00 horas. Roy, que ya está en plena preparación para el estreno, atiende a LA NUEVA ESPAÑA en las entrañas del Campoamor antes de un ensayo.

–Vuelve al Campoamor y a la Temporada de Ópera. Es casi un fijo las últimas temporadas.

–Ciertamente. Me han invitado a estar de nuevo en la temporada y yo estoy muy contento. Siempre he dicho que uno no tiene que cantar en el teatro de su tierra solo porque es de ahí, sino porque tiene valía y demuestra que hace las cosas como deben ser. Es verdad que en nuestra tierra si haces algo fuera y se valora, aquí se valora más. Pero también entiendo que son los pasos necesarios para ganarte un puesto.

–Hablamos de una ópera, además, que apuesta mucho por los cantantes españoles: más del 80% de los que actúan esta temporada son del país. ¿Es habitual que pase esto en otros lugares?

–Evidentemente, se ve esta apuesta de la Ópera de Oviedo. Fuera lo que se ve mucho es a compañías fijas de cantantes que hacen toda la temporada. En algunos sitios he estado como invitado, pero actuando en repartos en los que la mayor parte es de compañía fija. Después de la pandemia sí que se ha visto que cada país ha tirado bastante más por sus cantantes, para ayudar a los profesionales. Y ha sido una ayuda aunque en algunos casos, como el mío, no llegase a compensar todas las cancelaciones que sufrimos en esos meses.

–Háblenos de su papel, del Ernani que da título a la obra.

–Es un papel que creo que va muy bien para mí. Siempre que uno se enfrenta a un Verdi sabe que se enfrenta a algo complejo. Autores como Puccini o Leoncavallo plantean dificultades en tesitura, tienes de pronto que hacer un salto mortal en notas muy agudas. Pero Verdi te exige siempre una carga dramática y tiene fraseos muy largos, muy pesados, que exigen que la voz esté siempre muy bien sostenida. Además, Verdi es muy teatral, en "Ernani" es evidente el cambio que él hizo para entrar dentro del Romanticismo y hacer que los personajes ya tengan más complejidad psicológica. A partir de "Ernani" esto se nota, y en esta ópera se ve en todos los personajes.

–Llevamos muchos años sin verla en Oviedo.

–Es que es una obra que no se hace mucho.

–¿Por qué?

–No es tan popular. Es muy interesante pero no tiene el tirón que puede tener "La traviata", "Rigoletto". o "Il trovatore", que es un Verdi más maduro, como el de "Otelo", también. Pero "Ernani" o "Simón Bocanegra", que se hacen menos, son también muy interesantes.

–Estando en Oviedo, era obligado meter a Verdi en esta 75.ª temporada.

–Y este es un buen título, desde luego. Tiene todo lo que puede atraer: un libreto muy interesante, melodías preciosas, acción y es además el primer tema español tratado por Verdi. Y he de decir que tengo alrededor un reparto de voces my buenas, ya desde el primer ensayo lo hemos disfrutado todos, trabajando con el maestro Callegari. Es mi tercera vez aquí con él y es fantástico, los ensayos están siendo muy productivos. La directora de escena, Giorgia Guerra, está haciendo aquello que está escrito en la partitura y no hay más, eso es algo feliz para todos.

–En esta temporada hemos visto proyectos muy arriesgados, como "Don Giovanni", que despertó cierta controversia. Pero este "Ernani" será más clásico, ¿no?

–Sí, y eso me gustaría remarcarlo porque hay público que se ha alejado del teatro porque se han podido maltratar algunos títulos, haciendo incluso cosas desagradables por querer llamar la atención o querer hacer algo más espectacular. Al final el público lo sufre; más un público que otro, evidentemente. Pero en este caso llegamos, nos encontramos con una propuesta clásica, tradicional, y la verdad es que los cantantes, los músicos… todos descansamos. Podemos hacer nuestro trabajo como realmente se debe hacer y el público tiene esa posibilidad de que se abra el telón y verse trasladado a la época en la que sucede la acción. No tenemos que sufrir cosas extrañas ni experimentos. No ves el escenario convertido en un laboratorio, que es algo que todos sufrimos, el público y también los artistas. Cuando he tenido que hacer alguna cosa extraña, que no tiene nada que ver con lo que quería el compositor, lo he sufrido, y sufre también el canto porque no entiendes lo que estás haciendo.

–¿Planes de futuro?

–Volveré a repetir títulos que me acompañan hace tiempo como los de "Tosca", "Adriana Lecouvreur" y "Pagliacci", con vistas también a debutar "Otelo" y a volver al Metropolitan, que se detuvo en la pandemia. Me tuve que volver desde allí prácticamente en el último avión antes de que cerraran todo. Estamos en negociaciones,

–Tuvo que ser frustrante.

–Sí. Y me ocurrió también en Rusia: iba a cantar en Siberia, donde que tienen un teatro espectacular, más grande que el Bolshói, y se empezaba a hablar de actuar también en Moscú y San Petersburgo cuando pasó lo de Ucrania.

–Al inicio del conflicto se llegó a plantear cierto boicot a los artistas rusos. ¿Cómo lo vio?

–Me pareció injusto; somos seres humanos y ante esos conflictos es verdad que uno a veces se tiene que posicionar, pero un artista es artista antes que nada. También he de decir que, aunque viajo mucho, estoy pendiente de lo que pasa aquí, en el ámbito local, y también he visto cosas injustas.

–¿A qué se refiere?

–Hoy en día sufrimos un cierto intrusismo en el arte, la música clásica y la enseñanza. Es algo parecido a lo que sucedió en otros ámbitos, que empieza a apoyarse ciertas artes que son más contemporáneas, a veces también experimentales, y se empieza a infravalorar el esfuerzo y el trabajo de la gente que estudia instrumentos o, como nosotros, que se prepara para cantar ópera y hace un trabajo muy muy duro. A veces el dinero, las subvenciones, se quitan de un arte que está muy trabajado para apoyar otras artes, otras supuestas artes para mí. Parece que ahora todo vale, pero creo que el esfuerzo y el mérito son muy importantes.

–Ese apoyo, ¿lo achaca a moda o a una cuestión ideológica?

–Ambas, pero ideológica más que nada. Hay que ir al fondo y valorar el mérito, el trabajo, el sacrificio, valorar lo que está bien hecho. Parece que ahora aquellas personas que son buenas en su trabajo se tienen que apartar un poco para no ofender a los que no son tan buenos.

–Precisamente actúa con la Ópera de Oviedo, que es de las que menos dinero reciben de su Gobierno autonómico, y que ahora ha visto cómo se inflan, por razones políticas, las ayudas del Gobierno central a otras temporadas.

–Pues sí, como si esta temporada no tuviese tradición, cuando es de las que más tradición tienen. Creo que el mérito y el trabajo hay que valorarlos, aplaudirlos y apoyarlos.

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