Entrevista | Fernando Beltrán Poeta, será nombrado hijo adoptivo de Grado el próximo sábado

"La poesía puede acompañar, abrigar o agitar al ser humano, creo en su utilidad"

"No entenderse, como no creerse del todo a uno mismo, es un punto de partida para indagar, rastrear, corregir, ser más plural, reescribirte"

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Días intensos y lluviosos para el poeta y nombrador ovetense Fernando Beltrán. Ha puesto nombre a la Galería de las Colecciones Reales, habitada por los fondos de Patrimonio Nacional. Y será a su vez nombrado hijo adoptivo de Grado el sábado a las 12.00 horas, en la capilla de Los Dolores, reconocimiento público para quien donó su biblioteca poética personal al municipio fundando el "Aula de las Metáforas", que ha propiciado numerosas actividades en la Casa de Cultura. Beltrán es pionero en España bautizando negocios, proyectos y empresas ("Rastreator", "La Casa Encendida", "Amena", "Lloviedo"...).

–La experiencia es en Grado...

–Me produce pudor, emoción, agradecimiento, exigencia, amor al origen, lazo incurable…

–Galería de las Colecciones Reales, parece sencillo...

–Platón decía en "El arte de las palabras" que todas las cosas tienen un nombre natural, lo difícil es encontrarlo. Y es cierto, llegan tras procesos complejos, más de cuatro meses en este caso, y luego parece que estaban ahí aguardándote. Son los que mejor funcionan.

–¿"Faunia" fue otro?

–Y con datos para afirmarlo… Siete años llamándose Parque Biológico de Madrid y no iba nadie. El nombre confundía. Fue cambiarlo y colas interminables.

–¿Pensar palabras lleva tiempo o solo espera la inspiración?

–Entre diez y doce semanas, a veces más. La inspiración existe, pero también unos protocolos que cumplir. Una labor más compleja que lo que imaginaba yo mismo cuando cree este oficio que ahora ya lo es de mucha gente joven.

–Le veo en Twitter feliz con sus hijas. ¿Una sola palabra?

–¡Gracias! Gracias a la vida por haberme permitido amar y ser amado.

–¿Hay alguna cosa que le cueste nombrar?

–Muchas. Aunque para ello empleo la poesía… Es la que en verdad me alimenta, me abriga, me hace seguir cogiendo trenes, pisar charcos… Me estimula, me agita, me cambia las ideas, me regaña…

–"Martes, miércoles, llueves…"

–Versos de "Bar Adentro", escritos en una servilleta una noche en "Lloviedo" hace mil años. Ahora todos los jueves con lluvia recibo mensajes recordándomelos. La poesía es así… Dicen que no se lee, pero…

–¿Las palabras son su tren eléctrico favorito?

–"Entonces empecé a decirle a todos / que de mayor sería un tren eléctrico". Lo escribí evocando el día de Reyes que recibí un sencillo tren eléctrico que daba vueltas a un circuito minúsculo, pero que a mí me pareció infinito, extraordinario. Sigo ahí.

–¿El covid le dejó secuelas?

–Sí. Físicas al principio, psíquicas luego, días terribles de marzo de 2020… Pero también me dejó la secuela de celebrar aún más la vida, como escribí en el hospital, tras la noche peor, al ver la primera claridad del amanecer… "Nunca la luz del día tanta luz".

–¿Poesía como terapia?

–La medicina me salvó, la poesía me curó. "No amaré ya jamás como allí amé / el tacto de aquel guante / con sus dedos de plástico". Las manos de una enfermera en mitad de aquella soledad aterradora los días más crueles…

–Nunca la luz del día tanta luz… ¿Tenía otros lemas antes?

– "Nunca llegarás a nada", la frase que escuchaba de adolescente convertida luego en un grito de guerra para afrontar dudas, miedos, obstáculos…. Venga, Fernando… "Nunca llegarás a nada". Y a por todas…

–¿Les vendría bien a los políticos leer más poesía?

–No sé lo que le viene bien o mal a un político. Sí creo que puede acompañar, abrigar o agitar en el mejor sentido a un ser humano, y creo en la utilidad de la poesía.

–¿Escribir, un quitamiedos?

–Sí, pero también un vértigo. Las cosas van bien y vuelves a abrirte por dentro, a poner tus tripas ahí… En fin, acabas dándote cuenta que el cajón de las bufandas es también el cajón del frío. Y viceversa, afortunadamente.

–¿No entender su propia letra le sirve para descifrarse?

–No entenderse, como no creerse del todo a uno mismo, es un buen punto de partida para indagar, rastrear, corregir, ser más plural, reescribirte de nuevo…

–¿Le sigue emocionando toparse con la Catedral?

–Cada vez que regreso, doblo una esquina y aparece nuestra catedral me da un vuelco el corazón. Creo en los ángeles de la belleza…

–¿Las rimas de Shakira contra Piqué son justicia poética o prosa de despecho descubierto?

–¡Pasopalabra!

–¿Qué le diría a Vargas Llosa sobre su affaire preysleriano?

–Lo encontré el otro día a la entrada de un cine en Madrid, solo, con su bastón, su elegancia tranquila, a su aire, y abriéndole la puerta que pesaba un quintal solo acerté a extender la mano y decirle "Por favor, don Mario". Jamás podré olvidar sus primeras novelas, y el impacto que me dejó leer de joven "La Casa Verde".

–¿Siente "la necesidad de escribir algo peligroso para mí", como dice la Nobel Annie Ernaux?

–Escribir poesía es arriesgarse, ponerse al borde del abismo, exponerse en exceso. Agotador a veces, pero restaurador a la larga. Más que a las golondrinas becquerianas, nos parecemos a los vencejos, que necesitan dejarse caer desde el alero para elevar el vuelo.

–¿Hay alguna palabra que mejore el silencio?

–Muchas. "Cantimplora", por ejemplo... Palabra que habla de agua que "canta y llora". Poesía pura. El claroscuro de la vida misma… Callar es bueno, pero también cantar o llorar, sacar fuera las cosas buenas, o las que hacen daño, que no se pudran…

–Escríbale un tuit a Putin.

–¡Basta!

–Si hubiera más poesía en las aulas, ¿habría más rebeldes?

–La poesía tiene más de revelarse uno mismo que de rebelarse contra algo, pero habría al menos más imaginación y eso podría suponer un futuro con más alas, más nidos, más ramas, más frutos… Pero esto son sólo buenas intenciones…

–¿Leería poemas en tik–tok?

–Por supuesto.

–Nombrador rima con soldador, leñador, apicultor, agricultor… Oficios con mucha mano.

–Mano de obra, al fin y al cabo, un oficio más que tuve que crear cuando me di cuenta que de la poesía se vive, pero no se come…

–Elegir, aprender, amar. ¿Basta así?

–Mis tres verbos preferidos, es cierto… pero estoy dispuesto a incorporar otros…

–Fue aparcacoches sin carné de conducir.

–Los años de La Movida fueron movidos, como su nombre indica. Las noches eran largas, daban para mucho, y ocurrieron cosas que no volvieron a suceder… ¡Inolvidables!

–"Amena" le cambió la vida.

–Sí. Por primera vez un nombre latino, castellano, coloquial, femenino, en un mundo que entonces sólo nombraba en inglés, o con tecnicismos muy fríos…

–¿"Lloviedo"?

–El nombre que me vi obligado a crear cuando me dijeron que la ciudad idílica de la que hablaba no existía. Yo la tenía mitificada, porque al salir de Asturias me llevé las metáforas intactas de la infancia. Cuando regresé intentaba no contaminarla con nada. Y claro, la vida real no es así. Entonces inventé mi Macondo particular, yo, lluvia, Oviedo, y un nuevo nombre que ya no podía negármelo nadie. "La imaginación es un lugar donde siempre llueve", decía Dante.

–El niño que escribió su primera palabra con el dedo en el vaho de una ventana…

–Eso contaba mi madre, aunque seguro que he exagerado la historia… Es tan guapa…

–¿Aula de las Metáforas?

–Una historia de amor. Y por amor al arte. Un lugar increíble. "Puro delicatessen", lo llamaba Aute cada vez que la visitaba. Lo mejor que he hecho en mi vida. Acompañado eso sí del mejor equipo… Leopoldo Sánchez Torre, Manuel García Rubio, Covadonga Santianes, Gustavo Fernández… Y el apoyo siempre del Ayuntamiento y sus sucesivas concejalías de cultura.

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