Asturias exporta talentos

Delgado: "Asturias es capaz de poner en marcha sueños aparentemente imposibles"

"Asturias sigue siendo incapaz de generar oportunidades en muchas áreas para las que es necesario irse", afirma el escritor y divulgador

Miguel A. Delgado.

Miguel A. Delgado. / Tino Pertierra

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Miguel A. Delgado (Madrid). Nacido en Oviedo en 1971. Escritor, periodista, divulgador y comisario de exposiciones para la Fundación Telefónica en torno a personajes y temas como Tesla, Julio Verne, Houdini, las pioneras de la danza moderna o el color. Colaborador habitual de «El ojo crítico» (RNE) y «Principia», y socio fundador y director de contenidos y comunicación de «Curiosa», es autor de las novelas «Tesla y la conspiración de la luz» y «Las calculadoras de estrellas».

El ovetense Miguel A. Delgado es un defensor a ultranza de la divulgación, sobre todo si anda la ciencia por el medio. Como escritor, periodista y comisario de exposiciones. ¿Quieren saberlo todo sobre Tesla, Houdini o Verne? Pregunten, pregunten a Delgado.

Estar fuera de Asturias. "Supongo que es algo que compartimos con la gente de todas las comunidades, pero creo que un asturiano nunca deja de serlo, por lejos que viva de su tierra. Y, en cierta forma, lo es aún más, de una manera quizá más idealizada, porque no sufre los inconvenientes, y tiene más presentes las cosas buenas, las cosas que le unen con su tierra. En mi caso, claro, es mi familia, repartida entre Oviedo y Avilés. Ese grupo al que, sí o sí, vuelvo en cuanto tengo ocasión, desde que a los 18 años me fui, como tantos otros, a estudiar Periodismo a Madrid, y ya nunca volví, porque las oportunidades laborales me fueron llevando por diversos destinos, que fueron diversificando mi currículum como nunca hubiera imaginado: periodista, escritor, editor, comisario de exposiciones, crítico de cine, y ahora, en el mayor de los retos, con mi propia empresa, ‘Curiosa’, de nuevas narrativas dirigidas a empresas y otras entidades donde volcar todo lo aprendido en estos años, y que hemos puesto en marcha un equipo formidable que hemos ido formando con los años".

¿Volver, volver, volver? "Para mí, no hay duda de que, como para tantas cosas, existe un momento clave que me ha llevado a recalibrar ni relación con Asturias, la pandemia. Más o menos hasta esa fecha, Oviedo era la retaguardia, el refugio, el lugar adonde regresar cada año, como hago también con el festival Celsius de Avilés, para coger fuerzas. Pero, desde 2020, cada vez tengo más claro que Asturias es el lugar al que quiero volver en cuanto sea posible. Con la idea de que el ciclo, inevitablemente, me llevará por ahí, mi intención es volver a Asturias… cuando se pueda".

Tenemos un problema. "Que pasan los años, pasan las décadas, pero Asturias sigue siendo una tierra complicada para el regreso de muchos de los que nos fuimos. Sobre todo, porque sigue siendo incapaz de generar oportunidades y posibilidades de empleo y trabajos en muchas áreas para las que, desgraciadamente, sigue siendo necesario irse. Porque ese ha sido, además, el soniquete que hemos oído en demasiadas ocasiones, incluso en boca de presidentes del Principado y de otros altos cargos: que la diáspora asturiana era un mito, que más o menos nos vamos los que queremos irnos. Siempre me he preguntado si se trata de miopía o de pura malicia. Porque somos legión los que volveríamos si viéramos oportunidad, si viéramos perspectivas de salir adelante".

Muchísimo talento. "Y ojo: no digo que tengan que preparárnoslo todo para que volvamos. No: somos muchos los que volveríamos a Asturias y contribuiríamos con nuestro esfuerzo para darle a esa tierra la presencia, el peso y el potencial que tiene. Porque en Asturias surge muchísimo talento; dada la población más bien pequeña que tiene, resulta abrumador el número de científicos, artistas, escritores, periodistas, empresarios, líderes forjados en Asturias. Somos tremendamente creativos, capaces de poner en marcha sueños aparentemente imposibles… Y, frente a la fama interesada que en muchas ocasiones pretende pintar nuestra tierra como un lugar donde solo progresan los subvencionados, o donde solo se sostienen las cosas con dinero público, conozco a mucha gente que ha puesto, incluso, sus propios recursos para intentar iniciativas que han contribuido a hacer mejor nuestra tierra".

Un viaje con obstáculos. "Pero claro, las circunstancias objetivas siguen ahí, y esas escapan a lo que los individuos de a pie podemos hacer. Una de las cosas que me parecen más sangrantes es que sea más difícil viajar hoy a Asturias desde la Meseta que hace diez o quince años. Sumidos en el espejismo de un AVE que, para colmo, nunca termina de llegar, y que además absorbe todos los recursos que necesitaría algo, incluso, más urgente, una eficaz, moderna y sostenible red de cercanías y Feve, que permita los desplazamientos sin que la gente tenga que abandonar sus pueblos, que dé un verdadero dinamismo a la economía regional, y que a la vez contribuya a preservar un paraíso natural que, como todos, se ve cada vez más amenazado por el cambio climático que solo los necios, o interesados, son capaces de negar".

Sin miedo al cambio. "Porque, a veces, como me sucede con mi Oviedo, lamento que el convencimiento, a veces pueril, de vivir en el mejor sitio del mundo lleve a una parálisis, a un anquilosamiento, a pensar que las cosas seguirán siendo eternamente como lo han sido hasta ahora. Pero lo cierto es que eso no va a ser así. Todo está cambiando de manera vertiginosa, y en realidad no debería asustarnos, porque los asturianos hemos visto mil veces cómo todo cambia, una y otra vez".

Las ventajas de Oviedo. "Y sin embargo, es cierto que, cada vez que vuelvo, hay algo en Oviedo que sigue siendo el mismo que yo pateaba de chaval. Aunque hayan cerrado la mayor parte de los locales, los cines, ya no haya recreativos como aquellos en los que nos juntábamos a gastarnos la paga semanal ya el domingo. Pero lo bueno de una ciudad pequeña, y acogedora, es que sigue siendo reconocible, a pesar de todas las presiones que buscan unificarla y hacerla exactamente igual que todas las demás, con la proliferación de franquicias y cadenas impersonales".

El espíritu sidrero. "Y es que, no lo olvidemos, en Asturias el ritmo de la vida puede ser mucho mejor, mucho más humana. Y lo mejor es que uno de nuestros símbolos, la sidra y el reunirnos a celebrar la vida comiendo, siga siendo el principal motor de nuestra socialización. Leí al también ovetense Sergio C. Fanjul que, a diferencia de Madrid, donde los jóvenes suelen quedar en sitios de comidas exóticas, en Oviedo los chavales siguen haciéndolo en las sidrerías. Y aunque los más escépticos afirmen que eso es solo porque, en realidad, sale más barato, creo que hay algo más, que los asturianos tenemos un espíritu de compartir, que sentimos lo nuestro sin pretender ofender a nadie, y que seguimos siendo gente que le gusta recibir a otra gente. O al menos, así me siento, y así siento que sigue siendo mi tierra".

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