Daniel Fernández Delgado (Alcázar de San Juan, 1991) está de dulce. El cantante, uno de los artistas revelación del panorama musical, colgó en pocos días el cartel de no hay billetes en su parada con la gira Vibra Mahou en la sala Albéniz de Gijón, donde promete junto a su banda "una energía especial" el próximo sábado 11 de febrero. "Las pequeñas decisiones y el azar te pueden cambiar la vida. También en la música", recalca el ex de Auryn, ahora lanzado en solitario.
–Las entradas han volado.
–En la banda estamos muy felices Uno no se acostumbra a llenar salas. Es muy difícil conseguirlo, aunque la gente piense que es lo más normal del mundo. Lanzarte a la carretera y ver que la gente apuesta por nosotros es muy gratificante. Si llegamos a saber el nivel de aceptación, hubiésemos planteado una segunda fecha.
–¿Qué recuerdo guarda de Gijón?
–He actuado varias veces. Recuerdo la plaza de toros de Gijón, en el Metrópoli. Todavía estaba la gente sentada y con mascarilla. Fue raro, pero ahora podemos disfrutar mucho más. Los conciertos es la gente saltando, abrazándose con los que más quieren... Es como los entendemos.
–Premio Ondas al fenómeno musical del año, 1,5 millones de oyentes, más de 300 millones de reproducciones… ¿Es el mejor momento de su carrera?
–No me lo he planteado, pero sí tengo claro que es una etapa muy bonita. Se respira una energía especial con el equipo y lo que nos rodea.
–Le encantan los tatuajes. Algo va a tener que hacerse para recordar un año así.
–¡Sí! Ya hemos hablado de tatuarnos algo juntos toda la banda (risas). Algo que resuma estos momentos increíbles.
–Curiosidad. De los que tiene, ¿cuál es el más especial?
–El que llevo en la espalda por mi abuelo. Es mi persona favorita en el mundo. Falleció hace unos meses y cuando lo veo todavía me tiembla el cuerpo.
–Su segundo álbum se titula "Entre las dudas y el azar". ¿Ahora tiene más certezas que cuando lo publicó el año pasado?
–Es fácil decir a toro pasado que sí. La verdad es que en ese instante tenía dudas. Si gustaría, si en el futuro seguiría identificado con él... Lo más importante es haber avanzado hacia delante con la música que me representa.
–¿Sintió vértigo al emprender el camino en solitario? Debe de ser complicado cuando se viene de un grupo en la cresta de la ola como "Auryn"…
–¡Claro! Todos los del mundo. Tuve millones de dudas. Tuve que aprender mucho de la industria de la música, pero con trabajo y paciencia llegas a donde quieras.
–¿Se sintió desbordado emocionalmente?
–Es normal cuando eres tan joven y haces un cambio tan drástico en tu vida. El cerebro no siempre te ayuda. No se sabe gestionar. Yo era bastante estable emocionalmente y aún así lo pasé mal. La música me ayudó a estabilizarme y guiarme hacia dónde quería ir. También la gente que me rodea. Y con esta filosofía llegamos aquí.
–¿Cuándo se dio cuenta de que despegaba?
–Fue cuando hice los primeros conciertos. El público me transmitió que le gustaban mis canciones y se identificaban con ellas. Ahí tuve claro que no me había equivocado, que estaba transmitiendo un mensaje que realmente sentía. Los directos son la base de mi proyecto. Sin ellos, no habría crecido tanto. Creo que tienen algo especial a través de una música con mensaje, que no está vacía.
–Entonces, ¿se identifica con su trabajo como solista más que con "Auryn"?
–No me gusta compararme con el Dani de antes, prefiero que la gente saque sus propias conclusiones. La gente sabe ver cuando alguien se siente bien. Estoy más cómodo a la hora de crear y lanzar mi música. No deja de ser un proceso de madurez. Cuando vas sumando años de experiencia en esta industria, mejor decides. La clave de un artista está en las decisiones. En saber decir que no y que sí. Todos nos equivocamos, pero la clave del éxito está en las pequeñas decisiones. Te pueden cambiar la vida. Es algo en lo que incido en este segundo disco, en la dependencia que tenemos a veces del azar.
–Es que la industria musical es compleja y frenética.
–La paciencia tiene una importancia brutal en el mundo de la música. Es que el ritmo que exigen las plataformas digitales y el público es altísimo. Es importante saber tranquilizarse, porque nunca sabes cuándo vas a estar arriba a abajo. Lo decide la gente, no el artista.
–Con esta repercusión, ¿tiene miedo a lo que supone ser famoso?
–Me asusta no poder sentirme una persona normal. Me gusta hacer las cosas que puede hacer todo el mundo. Con mis amigos, mi familia... Me siento afortunado de estar en el mundo de la música, pero no quiero ser más importante que nadie. No lo soy, ni tampoco quiero que nadie por la calle me trate como si lo fuera.
–Y se asoma el tercer disco.
–No tengo prisa. Estoy en el momento de mayor presión de mi vida. Con dos discos que han funcionado, quiero un tercero aún mejor. Que sea muy completo y compacto y vuelva a sorprender a la gente por el enorme trabajo que lleve detrás.