Los niños dan alas a la lírica

Más de 1.200 chiquillos de entre 3 y 6 años llegados de toda Asturias se inician en el género en el teatro Campoamor con una animada versión de "Dolce Cenerentola" de Rossini

El escenario y el patio de butacas del Campoamor, vistos desde el palco, durante la representación de «Dolce Cenerentola». | |  MIKI LÓPEZ

El escenario y el patio de butacas del Campoamor, vistos desde el palco, durante la representación de «Dolce Cenerentola». | | MIKI LÓPEZ / Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Animadísimas estuvieron ayer las dos representaciones de "Dolce Cenerentola" con las que más de 1.200 niños de toda Asturias tuvieron su primera experiencia lírica. Los chiquillos, de entre tres y seis años –aunque también los había de más y menos edad–, debutaban con la ópera con muy buena disposición. Acudieron de la mano de sus padres y, en el primer pase, a las once de la mañana, eran tantos y tan larga la cola que se formó a las puertas del Campoamor que el comienzo del espectáculo tuvo que retrasarse unos minutos. Nada grave, al contrario. Todo el mundo tuvo tiempo de acomodarse en sus localidades y de preparar las alas, las campanas y las campanillas que les habían recomendado llevar y que utilizaron en varias ocasiones para hacer avanzar el argumento.

Los niños en el teatro, preparados con sus alas para asistir a la función, y, sobre estas líneas, Serena Pérez (Cenerentola), hostigada por los títeres que representaban a las malvadas hermanastras. | Miki López

Los niños en el teatro, preparados con sus alas para asistir a la función. | Miki López / Elena Fernández-Pello

"Dolce Cenerentola", la versión de la clásica "Cenerentola" de Rossini producida por la Ópera de Oviedo, el Teatro de la Opera Plovdiv (Bulgaria) y el Teatro Sociale di Como (Italia) y cuya puesta en escena coordinó la Universidad de Oviedo, hizo cantar, bailar, chillar y aplaudir a los chavales. También a sus familias y a los adultos que los acompañaban. El presidente de la Fundación Ópera de Oviedo, Juan Carlos Rodríguez-Ovejero, estaba entre ellos, compartiendo el entusiasmo general. "Ésta es la mejor manera de infundir el amor por la ópera, desde pequeños", reflexionaba viendo llegar a los críos.

Los niños dan alas a la lírica

Serena Pérez (Cenerentola), hostigada por los títeres que representaban a las malvadas hermanastras. | Miki López / Elena Fernández-Pello

De los más de 1.200 niños que asistieron al espectáculo, repartidos en dos funciones matinales, algo más de la mitad, unos 700, había tenido la oportunidad de preparar su primera cita con la ópera en clase. Eran los de los colegios públicos Xentiquina (Lieres), Reconquista (Cangas de Onís) y La Plaza (Teverga) y los de los centros rurales agrupados Llanes 1 (Llanes), Picos de Europa (Benia de Onís) y Oscos (Santa Eulalia de Oscos). Ya estaban al tanto de las aventuras de Cenerentola, que no es otra que la Cenicienta española pero a la italiana. En el Campoamor la interpretó una simpática Serena Pérez, que dejó a los niños boquiabiertos con su magnífica voz. Carlos Gallardo, en el papel de príncipe Ramiro, fue su partenaire y con ellos compartieron escenario Marcos Suárez (Alidoro) al piano y Judith Arteaga, que se encargó de dotar de voz y movimiento a Don Magnífico y las malvadas hermanastras del cuento, Clorinda y Tisbe. Y es que los actores de carne y hueso interactuaron con absoluta espontaneidad con los títeres y máscaras que completaban el reparto.

A la salida de la representación, que duró unos 40 minutos, los chiquillos, tan pequeños y tímidos, no sabían qué decir. Se les veía divertidos y risueños. María Requejo tuvo que echar una mano a sus hijos Diego y David, de ocho y tres años: "Nos gustó un montón, un montón, un montón, y los títeres, la historia preciosa y la voz de la chica, impresionante". Con su padre, Jaime Rodero, la joven familia ovetense asistió a un espectáculo que recordará para siempre, y asegura que, si hay oportunidad, no dudará en repetir.

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