Último adiós en Gijón a David González, el poeta maldito que "nunca se doblegó al sistema"

El autor publicó más de 20 libros, el último en enero, trabajaba en otra obra de sus momentos felices y será homenajeado por 60 escritores

Funeral de David González

Funeral de David González / Juan Plaza

Pablo Palomo

Pablo Palomo

"Nunca se doblegó al sistema comercial". Con esas palabras recordó ayer Belén González a su hermano, el poeta David González, que falleció la madrugada de ayer a los 58 años tras llevar uno enfermo de cáncer. De verso puro y duro, sin aditamentos y descarnado, la enfermedad le menguó en lo físico, pero no en lo creativo. Publicó más de 20 obras, la última, "La canción de la luciérnaga", a finales de enero, pocos antes de su final. "Sincero y valiente", como le recordaron sus allegados, se sentía extraño fuera de Gijón. Encontró la inspiración leyendo a Bukowski en cumpliendo condena por atracar un banco. Celine y Rimbaud fueron sus autores predilectos.

Nacido en 1964 en San Andrés de los Tacones, sus pasos le llevaron a los cinco años a Cimadevilla, donde pasó en sus calles cuesta arriba, metáfora de la dureza de la vida para él, casi todos sus días. Vivía en la plaza de La Soledad con María del Carmen Gerpe, su última pareja a la que se unió hace un año tras haber sido su primera novia de juventud. Su padre, José Luis González, era industrial y falleció hace medio año. Su madre, Berta Díaz, tiene 86 años y era ama de casa. Su hermana Belén González es directora general de Patrimonio y Juego del Principado. "Éramos muy diferentes, pero fue valiente. Vivió como siempre quiso. Nos queríamos mucho", apuntó.

El atraco a un banco en Gijón le llevó a dar con sus huesos en la cárcel con 19 años. Entre rejas la inspiración literaria le llegó. Su primer libro fue "Ojo de buey, cuchillo y tijera", que autoeditó. Publicó más de 20 obras, una de las más destacadas fue "El diablo te coma las orejas". Llegó a trabajar en Ensidesa, pero lo dejó "harto de tener que aguantar gritos", como contó en el documental "Vocación de perdedor" de César Tamargo.

Destacó por su actividad en las redes y apoyo a los jóvenes creadores. Dirigió en esa línea la colección Zigurat de 1990 a 2007 para el Ateneo Obrero. "Fue fiel a sus principios, a sus orígenes y situación social", puntualizó Luis Pascual, presidente de esta entidad. Su forma de recitar era llamativa. Intensa, como su vida marcada por los excesos con el alcohol y las drogas. "No había solo que leerlo, sino verlo. Era sensible, sino no se puede escribir así", comentó Rafael Testón, de la librería La Buena Letra, donde González presentó muchas de sus obras.

David González quería publicar un último libro centrado en sus momentos felices. Cerca de 60 autores trabajan en un homenaje póstumo. "Tenía una voz inconfundible. Hizo escuela en una generación de poetas de realismo sucio. Fue intenso en su vida y su poesía. Daba lustre a la ciudad", afirmó, por su parte, Miguel Barrero, el director de la Fundación Municipal de Cultura de Gijón. "Tuvo una labor encomiable con los jóvenes. Creo que no era un poeta, sino el poeta", afirmó, por su parte, Alejandro Mallada, también poeta y buen amigo suyo. Los restos mortales de David González reposaban ayer en la sala 1 del tanatorio de Cabueñes. Sus allegados le dieron este lunes, a las 13.00 horas, el último adiós a un poeta, rey del realismo sucio y genio y figura única de la poesía asturiana.

Suscríbete para seguir leyendo