Fitness

MeToo en el gimnasio: Miles de mujeres denuncian a sus acosadores en redes sociales bajo el hashtag #GymCreep

TikTok se ha convertido en una especie de muro de denuncias de muchas chicas en las que se pone de manifiesto que el acoso y la sexualización son una realidad todavía hoy en día en espacios públicos como el gimnasio

MeToo en el gimnasio: Miles de mujeres denuncian a sus acosadores en redes sociales bajo el hashtag #GymCreep.

MeToo en el gimnasio: Miles de mujeres denuncian a sus acosadores en redes sociales bajo el hashtag #GymCreep.

Begoña González

Una chica realiza sentadillas concentrada mientras se graba un vídeo para redes sociales. Por detrás, un hombre no deja de mirarla. Descaradamente. Intimidante. Llega incluso a interrumpirla para darle un consejo que ella no ha pedido. Tras rechazarle amablemente, la chica prosigue con su ejercicio. Pero el hombre sigue ahí, mirándola. La incomodidad de la situación se siente incluso a través de la pantalla. Él es un ‘gymcreep’ (un mirón de gimnasio) y ella, desafortunadamente, no es un caso aislado. Como ella, miles de mujeres han empezado a exponer públicamente el acoso al que son sometidas en el gimnasio en redes sociales bajo los hashtags #GymCreep o #GymWeirdo.

Hace unos años, el género masculino habitaba casi en exclusiva las oscuras zonas de peso libre de los gimnasios. La presencia femenina en ese espacio era rara avis, casi inexistente. La liturgia que rodea el levantamiento de hierros, los gruñidos y el ambiente testosterónico ejercían de barrera natural, casi de repelente, para muchas mujeres. El auge del fitness, del estilo de vida saludable, la entrada de los cuerpos femeninos musculados en los cánones de belleza y el destierro de mitos estériles e infundados sobre los efectos del entrenamiento con peso en el cuerpo de la mujer han propiciado el acceso de cada vez más deportistas en estos espacios.

“Hace diez años era más raro ver a mujeres en el gimnasio más allá de las clases de baile o la gimnasia. Ahora es algo habitual. Aun así en la sociedad sigue habiendo roles de género sociales en los que los hombres durante muchos años se han visto por encima de las mujeres y eso les lleva a tener comportamientos inadecuados”, explica Anna Vilanova, socióloga del deporte en INEFC Barcelona.

Empoderamiento en las redes sociales

Ha sido con el auge de las redes sociales y el empoderamiento que muchas chicas han empezado a compartir contenido en internet sobre sus entrenamientos y rutinas. Graban sus entrenamientos y los comparten en redes sociales como Instagram, Youtube o TikTok para motivar a otras personas y arrastrarlas a la vida activa. Esta exposición pública, además, ha llevado a la primera línea una serie de comportamientos que hasta ahora muchas mujeres sufrían en silencio: el acoso en el gimnasio.

“Este acoso es un reflejo de la sociedad actual en la que sigue habiendo violencia sexual y eso se traslada a todos los ámbitos, entre ellos el gimnasio”, asegura Vilanova. El acoso es un síntoma más que pone de manifiesto que la sociedad sigue siendo patriarcal, como cuando por el simple hecho de ser una mujer la que entrena, algunos hombres sienten la necesidad de corregir o dar consejos. “El comportamiento paternalista entrenando es otro símbolo del patriarcado”, resume la socióloga.

Los hashtags #GymCreep y #GymWeirdo acumulan decenas de miles de vídeos. Se han convertido en una especie de muro de denuncias de muchas chicas en las que se pone de manifiesto que el acoso y la sexualización son una realidad todavía hoy en día en espacios públicos como el gimnasio y la práctica deportiva. “El hecho de que cada vez más mujeres opten por exponer públicamente estas situaciones es en parte debido al movimiento MeToo, que ha hecho que se alcen voces en contra de estas actitudes que anteriormente podías llegar a estar incluso normalizadas”, argumenta Vilanova.

Burla del acoso

En este sentido, queda mucho trabajo por hacer para crear conciencia. Ya que las redes albergan también el modelo contrario con vídeos de burla de este fenómeno alegando que “no hay nada malo en mirar”.

En este caso, el vídeo está grabado en tono jocoso. De burla. Un chico entrena el bíceps sentado en un banco cuando de pronto una chica empieza a entrenar delante de él. Se cubre la cara con la capucha hasta que le impide ver. “No vaya a ser que diga que la miro”, dice en tono vacilón. Las denuncias a los mirones le parecen una mentira. Una exageración feminista. Muy probablemente sea, incluso, de los que miran.

“Es injustificable. Si a ti te molesta, entran en juego tus derechos y esa persona no tiene derecho a mirarte. Debes poderle pedir que no lo haga”, asegura. “Romper el silencio es la forma de parar las violencias”, zanja Vilanova.

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