Asturias exporta talentos

Prieto apuesta por "la digitalización, la inteligencia artificial y la ciberseguridad"

"Espero que el AVE acerque a mis hijos a su familia asturiana, han nacido en urbes y veo esencial conectarlos con el mundo rural"

Gonzalo Prieto. | CSIC

Gonzalo Prieto. | CSIC / Tino Pertierra

Tino Pertierra

Tino Pertierra

GONZALO PRIETO (Valencia). Nació en Eiros (Tineo) en 1981, es ingeniero químico por la Universidad de Oviedo, premio nacional de Ingeniería Química y doctor en Química por la Universidad Politécnica de Valencia. Ha trabajado en la Universidad de Utrecht (Holanda) y el Instituto Max Planck (Alemania). Actualmente dirige un equipo científico en el Instituto de Tecnología Química de Valencia, del CSIC, y es el coordinador de esfuerzos de I+D a nivel europeo en los ámbitos de la química sostenible y la transición energética.

A los pocos meses de trasladarse a Alemania, el ingeniero químico tinetense Gonzalo Prieto tuvo que superar una entrevista para una posición de director de grupo de investigación en el Instituto Max Planck: "Un proceso selectivo de los más exigentes en nuestra profesión. El tribunal lo formaban cuatro científicos de primer nivel, uno de los cuáles resultó ser el premio Nobel de Química apenas cinco años más tarde. Decidí hacer mi exposición de 20 minutos en alemán, en lugar de en inglés que es el idioma establecido para la ciencia y el en que los colegas esperan que nos comuniquemos".

Con esa decisión se puso mucha presión a sí mismo porque solo llevaba unos meses en el país "y hablar de investigación y química en alemán me resultaba muy difícil. Pero sirvió para trasladar al tribunal motivación y capacidad de adaptación. Creo que contribuyó a que el proceso selectivo saliese bien y, en retrospectiva, lo vi como un hito de superación que ayudó a forjarme como profesional".

El origen de Prieto es "muy rural. Crecí en Eiros, un pueblo de unos 25 habitantes en el concejo de Tineo. El primer recuerdo que tengo es ‘pasar revista’ a las vacas de mi familia, desde los brazos de mi madre, mientras volvían a casa tras un día en el prado. Creo que ayudaba a que merendase sin rechistar. Hay varios olores que me trasladan a esa infancia rural, el de un bosque húmedo en el que mis dos hermanos y yo solíamos salir a buscar setas para clasificarlas y estudiarlas, el de un pajar en verano, que había que llenar con más de mil pacas de hierba para el invierno, el de pan y empanadas recién hechos el día que mi madre amasaba en casa… Echo de menos esa vida rural, los paisajes vírgenes, el contacto con los tuyos y... bueno, el pitu caleya con patatinas que prepara mi madre también, jajajaja".

Quién lo pillara... Pero pasemos a otro plato: "No soy yo quién tenga que identificar errores de Asturias. Creo que ha avanzado y se ha abierto mucho en las dos últimas décadas. No es fácil teniendo barreras naturales para la comunicación terrestre, como la cordillera Cantábrica, y teniendo que empujar la adaptación de una industria tradicional tan asociada al carbón y las energías fósiles. Tampoco soy quién para suspender a Asturias en ninguna asignatura. Bueno, a los ojos de un seguidor de fútbol como yo, quizá volver a tener dos equipos de fútbol masculino y al menos uno femenino en Primera División. El fútbol es global y ayuda a ponerte en el mapa". Aparte de viajes de ocio, su primer viaje “profesional” fuera de Asturias fue a Valencia, "nada más terminar mis estudios de Ingeniería Química en Oviedo, para comenzar mi trabajo de tesis doctoral. Fue un etapa enriquecedora y divertida en lo personal, y exitosa en lo académico. Hizo de puente a destinos más lejanos, en Holanda y Alemania, y supuso el punto de entrada a mi profesión actual, la de científico".

Tres países diferentes en su bagaje. La adaptación a nuevas lenguas, culturas y formas de trabajar "supone un esfuerzo, pero aporta una flexibilidad y amplitud de miras que es difícil, yo diría imposible, adquirir sin esa movilidad. La forma en la que dirijo mi grupo de trabajo en CSIC es el resultado de haber estado expuesto a diferentes formas de encarar la gestión de grupos en el ámbito de la investigación y el desarrollo".

Ve a Asturias "como una tierra, como pocas en Europa, para reconectar a personas y naturaleza. En el ámbito turístico, los últimos 20 años han sido de una progresión increíble. Tanto desde ese punto de vista, como desde el del desarrollo profesional, el aperturismo que espero que la implantación definitiva del AVE traiga es grande. Ahora vivo con mi familia en Valencia, y espero que el AVE sea un vehículo que acerque a nuestros dos niños, Hugo, de 4 años, y Laia, de 3 meses, a su familia en Asturias. Ellos han nacido en urbes de Alemania y España, respectivamente, y veo esencial conectarlos con el mundo rural".

Una conexión de internet de máxima calidad "es el vehículo más poderoso de desarrollo en la actualidad, y una gran vacuna contra la despoblación de las zonas rurales. Pues en un momento en el que los trenes están desgraciadamente de moda, hay dos hacia el futuro que están al pasar. Uno, el de las energías renovables. Otro, el de la digitalización, la inteligencia artificial y la ciberseguridad".

El primero tiene "un inconveniente importante en el contexto de Asturias, y es que transforma la estética de los entornos naturales de manera notable. Sin embargo, el segundo no, y sería una óptima apuesta para una tierra con una estética natural a conservar. Es un sector que tiene el potencial para dejar avance y riqueza, incluso en regiones con dificultades en el ámbito de las conexiones de transporte". La movilidad profesional, sobre todo en la época temprana, "es enriquecedora, una condición, que no tiene por qué separarte de tu tierra, al contrario, lo normal es que te haga más atractivo como profesional, puesto que si vuelves puedes importar, innovar, aportar para avanzar, algo mucho más difícil si tu entorno profesional siempre ha sido el mismo".

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