Entrevista | Lucía Lacarra Bailarina, el día 29 estrena «In the Still of the Night», en el Festival de Danza de Oviedo

"Aquella época viajando en medio de la pandemia nos marcó, era como salir a bailar en guerra"

"A mi pareja, Matthew Golding, y a mí nos apasiona el arte audiovisual y ahora lo utilizamos como un recurso escenográfico"

La bailarina Lucía Lacarra. | José Luis Regalado

La bailarina Lucía Lacarra. | José Luis Regalado

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Lucía Lacarra (Zumaya, Guipúzcoa; 1975) regresa al Campoamor con Matthew Golding. La última vez que salieron a su escenario había restricciones sanitarias y de aforo por el covid, así que la bailarina está ansiosa por disfrutar del público, el ambiente y la ciudad al cien por cien. El 29 de marzo, a las 20.00 horas, Lacarra y Golding estrenarán su última producción «In the Still of the Night» en el teatro carbayón, dentro de la programación del Festival de Danza de Oviedo que organiza la Fundación Municipal de Cultura y patrocina LA NUEVA ESPAÑA.

–Ha recibido un premio Max por su trabajo como bailarina en el espectáculo que trae a Oviedo.

–El premio a la mejor interpretación femenina en danza, sí. Es muy importante. Este espectáculo es como nuestro hijo. Es la segunda obra que hemos creado y en ella hemos puesto el máximo cuidado desde la primera idea, cada detalle. Son nuestras decisiones y nuestra responsabilidad. Así que recibir un premio por ese trabajo ha sido como si le dieran un premio a un hijo nuestro. En los premios hay mucha competencia y a veces recibirlo o no es cuestión de suerte y gusto: es difícil comparar los estilos y espectáculos.

–En «In the Still of the Night» hay danza, cine y música.

–Queríamos contar una historia de otra forma, no tan narrativa como se acostumbra a hacer en la danza, ni de forma cronológica. Nosotros queríamos hacerlo de un modo cinematográfico y con un efecto sorpresa. Fusionamos músicas diferentes y estructuramos el espectáculo en dos plataformas: en el escenario hay una pareja real con una relación algo distanciada y en la pantalla se proyectan las imágenes de esa pareja durante una noche del pasado, con un aire retro que lo envuelve todo –el vestuario, el peinado, incluso tuve que buscar un Mustang retro–. Cualquier niño de hoy en día conoce esa música que ha perdurado en el tiempo y que te transporta al pasado, a una atmósfera retro.

–¿Sacan un Ford Mustang a escena?

–No, sería demasiado costoso. Aparece en la proyección, lo tuvimos en Dortmund, donde grabamos, y una réplica de atrezo, que fue el que condujimos.

–¿Qué películas evoca? ¿«Grease», «Dirty Dancing», «Ghost»…?

–Sí, en los temas que utilizamos en esos flashback de la pareja. En el escenario suena música de esas películas.

–¿Imagina sus dos últimos espectáculos sin la complicidad con Matthew Golding?

–Matthew tiene un ojo escénico increíble, ve inmediatamente los enfoques de cámara. Es lo que sucedió con «Fordlandia». Ese es un espectáculo que se creo en pandemia. En septiembre y octubre de 2020 teníamos espectáculos programados en Alemania, pero se cerraron los teatros y aprovechamos para crearlo. En «Fordlandia» contamos con diez bailarines del Ballet de Dortmund en la proyección, y ellos funcionaban como una burbuja de seguridad y nosotros como otra y no nos permitían acercarnos ni a seis metros.

–Combinar danza en directo y proyecciones les ha dado buen resultado.

–Nos apasiona el arte audiovisual. Ahora tenemos a ocho bailarines en escena y una hora y media de película por detrás. Fue un placer grabar, crear el concepto. Ahora ya lo utilizamos como un recurso escenográfico, que te evita tener que desplazarte con decorado. Hoy hay que ir a mínimos.

–Entonces supieron sacar partido de las limitaciones que imponía la situación sanitaria.

–Hubiéramos iniciado ese camino de cualquier modo, pero no hubiéramos avanzado tan rápidamente. Ya teníamos la idea, pero carecíamos de un hilo conductor. Lo cierto es que no teníamos tiempo. El confinamiento, por mucho que nos separara, nos ofreció un regalo que fue un lujo, el de ese tiempo indefinido. La pandemia fue muy dura pero esas situaciones hacen salir tu verdadera naturaleza. Los dos, Matthew y yo, somos muy luchadores. Él enseguida me dijo: «Vamos a crear», y me dio oxígeno. «Fordlandia» se hizo desde la esperanza y viendo la luz al final del túnel.

–Muy arriesgado lanzarse con una producción propia.

–Llevaba muchos años queriendo hacerlo, pero era muy difícil. Las agendas no coincidían, los derechos eran muy elevados... Me era imposible porque yo no tenía la idea creativa original; Matthew sí la tenía, así que nos juntamos el hambre y las ganas de comer, nos complementamos. Yo tengo una mente racional, él soñadora. Trabajar con tu pareja no es sencillo, ni física ni creativamente, pero para nosotros es como un juego.

–Estuvieron en el Campoamor con «Fordlandia» en 2021, en plena pandemia.

–Lo recuerdo con muchísimo cariño. Aquella época viajando en medio de la pandemia nos marcó, era como salir a bailar en tiempos de guerra. Nosotros estuvimos en Oviedo el 3 de marzo de 2021 con restricciones de movilidad, una cantidad enorme de papeles que rellenar para los cuatro que viajábamos, más papeles antes de acceder a la maleta, el aforo al 50 por ciento, pedíamos la cena por Glovo... Nosotros decidimos que mientras nos permitieran viajar lo haríamos. El Campoamor no se nos olvidará nunca, y estamos deseando volver. 

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