Entrevista | Lucía Rivera Modelo gijonesa, publica el libro "Nada es lo que parece"

"Es mala amante la fama, pero nos da muchos privilegios"

"No me veo como ejemplo de nadie, ni quiero, porque como ser humano tengo derecho a equivocarme, sería una carga"

Lucía Rivera.

Lucía Rivera. / Tino Pertierra

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Lucía Rivera Romero (Gijón, 1998) se subió a una pasarela con 10 añinos. A los 16 estaba ya en el catálogo de una agencia de modelos. Su nacimiento fue una odisea: dos fémures rotos, hemorragia interna, parada cardiaca... Diagnosticada con hipotiroidismo congénito vivió un mes en una incubadora que le causó claustrofobia y estuvo con las piernas hacia arriba y sujetas con dos botellines de agua llenos de arena como contrapeso. Hija biológica de la modelo Blanca Romero y adoptiva de Cayetano Rivera, tiene mucho que contar sobre miedo, acoso, abuso, vicios, fama, reconstrucciones... y luz. La luz que ilumina las páginas de «Nada es lo que parece».

–¿Cómo le quedó el cuerpo tras terminar la escritura del libro?

–Me he quedado un poco vacía porque puse mucha carga en él.

–¿Qué partes le costaron más?

–Creo que todas me han costado, todo el libro fue una experiencia distinta.

–¿Escribir algo tan íntimo purifica?

–Libera.

–¿Ya tiene opiniones de su gente más cercana? ¿A sus padres les ha sorprendido?

–Por ahora las opiniones que ha habido en cuanto al libro han sido muy buenas.

–¿Estamos ante el comienzo de una Lucía Rivera escritora o es una obra puntual?

–Espero que pueda seguir escribiendo.

–¿Le gustaría ser un ejemplo para otras personas?

–No me veo como el ejemplo de nadie, ni quiero serlo, porque como todo ser humano tengo derecho a equivocarme, sería una carga.

–¿En qué cambió la Lucía de hace unos años respecto a la que se atreve con este libro?

–La que empezó el libro no es la misma que lo ha acabado.

–¿Ha llorado escribiendo? ¿Ha reído?

–Solo me faltó darme cabezazos contra la pared.

–¿A qué tiene miedo Lucía Rivera? ¿Ha superado alguno?

–A muchas cosas, más que superarlos, aprendí a vivir con ellos.

–¿Se estremece cuando lee noticias sobre acoso en la escuela?

–Me da mucha pena que estas cosas sigan ocurriendo en pleno siglo XXI.

–¿Qué aconsejaría a un hombre de hoy para estar a la altura de una mujer de hoy?

–Espero que las alturas sean las mismas, en eso se basa la igualdad.

–¿Cuál es el vicio más peligroso?

–El de la aprobación del resto para hacer cualquier cosa.

–¿Qué precio se paga por la fama?

–Como dice Rosalía… Es mala amante la fama. Pero nos da muchos privilegios, no hay que olvidarlo.

–¿Con qué herramientas se ha reconstruido?

–El feminismo.

–¿El «#meToo» aún tiene mucho que denunciar en España?

–El «#meToo» en España ni siquiera ha empezado.

–La luz, ¿ha aprendido a encenderla?

–Depende de en qué contexto.

–¿Mirando hacia atrás, hubiera preferido el anonimato?

–No puedo saberlo.

–¿Su llegada al mundo tan difícil fue premonitoria o anunciaba a una luchadora?

–Como digo en el libro, quizás eso me hizo ser jodidamente autoexigente, inconformista y cabezona.

–¿Qué diría a aquellos profesores tan poco empáticos que conoció?

–Que tienen en sus manos la vida de un niño.

–¿Su madre puede considerarse su heroína contra los villanos?

–Mi madre es una heroína en sí.

–¿Cómo curarse de los amores tóxicos?

–Todavía tengo mucho que aprender.

–¿Qué le diría a aquella chica a la que comparaban con un espagueti?

–«Estás muy buena».

–¿Se volvió desconfiada hacia el amor?

–Cada día menos.

–¿Asturias es buen lugar para curar algunas heridas?

–El mar desinfecta y cicatriza, así que imagino que sí. Me costó mucho volver.

–¿Lucía ha aprendido a quererse?

–Más bien, lo está poniendo en marcha.

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