Asturias exporta talentos

Yayo Herrero: "Debemos guerrear mucho más para conseguir lo mejor"

"No existe una política audiovisual sólida que apoye a los cineastas asturianos, sobre todo para los que hemos tenido que buscarnos la vida fuera", lamenta el guionista y director

Yayo Herrero, durante  uno de sus rodajes.

Yayo Herrero, durante uno de sus rodajes. / Tino Pertierra

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Yayo Herrero (Madrid). Nacido en 1979, es director, guionista y productor. Sus trabajos han sido reconocidos en festivales como Cannes, Tribeca de Nueva York y Sitges. En 2020 fue seleccionado por el Festival de Berlín como talento emergente en «Berlinale talents». Actualmente prepara su segundo largometraje de la mano del productor Gerardo Herrero. Debutó en el largometraje con «Maus» tras foguearse con los cortos «Safari», «The Acrobat» y «Picnic».

El guionista y director ovetense Yayo Herrero abre su película vital con un flashback a su infancia: "Era lluviosa, oscura, cinematográfica. Recuerdo los viajes de vuelta con mis padres desde Benidorm a Oviedo al final del verano en los años 80. Mi hermano gemelo y yo nos quedábamos embobados cuando nuestro coche pasaba junto a la central de Soto de Ribera por la noche. Sus luces parpadeantes en mitad de la oscuridad y aquellas chimeneas humeantes bajo la lluvia nos recordaban a la película ‘Blade Runner’. Parecía que estábamos viendo el escenario futurista más increíble del mundo. Pura ciencia ficción. Una pasada".

Escenas tristes: "Los errores de las últimas décadas han sido terribles. Un ejemplo lo podemos ver en Oviedo y lo que ocurrió con sus tesoros urbanos. Por ejemplo, permitir que la estación del Vasco se destruyese fue un error imperdonable. Teníamos algo único en el centro de la ciudad, una joya del modernismo asturiano en la corriente del Art Nouveau francés. Allí jugaba con mis amigos al salir del colegio La Luna, ahora Dolores Medio, a finales de los años 80. En aquella época estaba hecha una ruina y siempre se llenaba de yonquis. Podría haberse rehabilitado, tal y como hicieron en Madrid con la estación del Norte. Pero finalmente decidieron demoler la estación a pesar de las protestas de los vecinos".

Y luego está "lo que pasó con nuestros cines... Que todos desapareciesen del centro de la ciudad ha sido el peor de los crímenes. Ahora en vez de salas tenemos más supermercados y locales cerrados. ¿Va en serio? Quizá muchos piensen que exagero, pero lo siento muchísimo por las nuevas generaciones. Jamás podrán disfrutar como nosotros lo hicimos en el cine Principado, Ayala, Brooklyn, Clarín, Minicines, Real Cinema… Le han robado el alma a la ciudad".

Un encuadre perfecto: "Madrid, 1988. Mis padres nos llevan a mi hermano y a mí a ver la película ‘Un pez llamado Wanda’ en un cine de Gran Vía. Teníamos tan solo 9 años. Nunca olvidaré las risas y la energía del público. Fue mágico. Es algo que siempre recuerdo cada vez que preparo un proyecto cinematográfico".

Le gustaría "muchísimo rodar una película en Asturias, pero cada año lo veo más complicado. La realidad es que no existe una política audiovisual sólida que apoye a los cineastas asturianos. Sobre todo para los que hemos tenido que buscarnos la vida fuera. Te pongo un ejemplo: mi segunda película se está financiando enteramente en la Comunidad de Madrid porque allí me dan facilidades y apoyo. En Asturias, en cambio, me ha resultado imposible plantear algún tipo de coproducción o colaboración. Si te digo la verdad, aún no tengo claro el porqué. El proyecto cuenta con equipo asturiano, apoyos importantes fuera de Asturias y actores conocidos, pero tengo la impresión de que en el Principado lo único que importa ahora son las próximas elecciones. Es inexplicable".

¿Nostalgia? Por muchas cosas: "Echo de menos jugar al billar hasta las tantas de la madrugada en el Dannys Jazz de Oviedo. Un local que hoy ya no existe, pero en el que pasé noches muy divertidas cuando lo visitaba con veintitantos. Allí descubrí personajes asturianos increíbles que daban para muchísimos guiones de cine. También echo de menos los pinchos de tortilla de patata que comía en el mesón Covadonga y el bar La Maniega, en la calle del Rosal en Oviedo. Lamentablemente esos también desaparecieron. Últimamente pienso a menudo en las noches decadentes del Picos & Jazz Bar, un pub mítico que me encanta por su estética retro y atmósfera atemporal. Afortunadamente aún sigue abierto y espero que sobreviva por muchos años. Pero, sobre todo, si hay algo que echo de menos es a mi gente. A los que quiero".

Irse de Asturias y alejarse de la familia "no fue fácil. Mis padres no se lo tomaron bien porque consideraban que el cine es un mundo complicado para ganarse la vida. Y tenían razón, porque es duro, inestable económicamente y muy competitivo. Pero plantearse retos es lo que siempre me ha hecho crecer como profesional. Siempre he creído que todos los cineastas tenemos que arriesgarnos para evolucionar, aunque terminemos equivocándonos muchas veces".

Todo el mundo dice que Asturias es un paraíso "porque lo es, pero parece que con eso no basta. Los asturianos siempre nos resignamos con humor ante la adversidad. ‘Ye lo que hay’, decimos muchas veces. Creo que deberíamos guerrear mucho más para conseguir lo mejor para nosotros".

Por ejemplo...

"Los vascos y los catalanes, por ejemplo, siempre están guerreando por lo suyo. Y siempre se salen con la suya. ¿Por qué nosotros no hacemos lo mismo? El que no llora no mama".

Vamos a ver: ¿la clase política qué debería hacer? "Los políticos tienen que prestar atención al cine. Se trata de un escaparate que puede ayudarles a mostrar lo increíble que es Asturias y hacerla viajar por el mundo gracias a los festivales de cine y estrenos internacionales. Deberían potenciarse políticas que lleven a los niños de las escuelas a las salas de cine al menos un día a la semana. Que disfruten de una buena película y luego la comenten todos en clase. Hay que enseñarles que las películas son como los cuentos que sus padres les enseñaban de pequeños. Porque el cine es un reflejo de la vida y nuestra sociedad".

Pero, sobre todo...

"Sería muy importante llevar rodajes al Principado. Para eso hay que dar facilidades e incentivos a las productoras. Actualmente resulta más rentable plantear un rodaje en otros lugares como Canarias, Navarra, País Vasco, Cataluña, Madrid… Todas esas comunidades saben lo que hacen, no son tontos. Apuestan por el cine porque les resulta rentable de verdad. Si no fuese así no lo harían. ¿Por qué Asturias no hace lo mismo? Desconozco los motivos. Supongo que a nuestros políticos les importa un bledo. No lo sé. Debería crearse una política audiovisual sólida, perdurable en el tiempo y, sobre todo, plural. Que quiera traer talento de fuera, pero sin perder nunca de vista lo que tenemos dentro. Está muy bien darle dinero a Santiago Segura para rodar ‘A todo tren. Destino: Asturias’. Pero quedarse solo en eso no sirve de mucho si luego no se alimenta con dinero y recursos al cine hecho por asturianos.

Entra en escena una persona joven, una persona con ilusiones, una persona que se imagina rodando películas, creando historias, fabricando sueños.

Diríjale:

"Que no siga consejos de nadie. Que confíe únicamente en su instinto y aprenda de sus errores. Vivimos en un mundo donde solo se valora ser alguien, destacar y triunfar lo antes posible. Lo único que importa es fingir que se tiene éxito y petardearlo en las redes sociales. No digo que tenga nada de malo darse un baño de ego de vez en cuando en Instagram, Facebook o TikTok. El problema es que se rechaza la derrota por sistema porque no vende. Precisamente perder es lo que forja una personalidad y una actitud. El camino hacia el éxito se hace poco a poco, siendo muy cabezota y fracasando una y otra vez".

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