Entrevista

"El maquis fue la emanación de un pueblo que no se resignaba a ser vencido"

"Quedan secuelas de todo aquel terror franquista", admite Francisco Martínez, guerrillero antifranquista en varios grupos

Francisco Martínez.

Francisco Martínez.

Marta Otero Mayán

Conocido como el último maquis del Bierzo (León), Francisco Martínez, Quico, ha sido elegido Republicano de Honra de este año por la Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica de A Coruña. Martínez fue enlace de guerrillas desde niño, fue descubierto y optó por echarse al monte, como guerrillero, en varios grupos. Tras ello, le aguardaba el exilio. La imagen escogida para justificar su elección como Republicano de Honra entronca con el lema del año: la frase 'Semente de vencer' ('Semilla de vencer') se superpone a la imagen de la mano de Quico agarrando la de su nieto, un bebé. Presente y futuro.

Acaba de ser designado Republicano de Honra por la Comisión por la Recuperación de la Memoria Histórica de A Coruña.

Soy un republicano de toda la vida, desde niño, cuando iba a la escuela con los maestros republicanos. Llevo el sentir republicano desde ese momento. Agradezco a la asociación de A Coruña que igual que otras, reconozca mi actividad, no tanto por mi historia sino por lo que hago hoy por esos valores de la República. Me encuentro honrado con ese reconocimiento simbólico. Es un honor para la asociación memorísticas no perder el concepto de 'republicano' como valores de comportamiento democrático, con la sensibilidad que fue aterrorizada por el franquismo. Desgraciadamente, quedan secuelas de toda aquel terror franquista. Tratamos de superarlas con esa función memorísticas.

¿Le da la impresión de que se está perdiendo un poco el significado o el uso del término republicano en favor de otros conceptos con menos carga?

La palabra 'republicano' simbolizaba el progreso y, del año 31 al 36, la transformación de España, un país mediocre, donde el populismo y el oscurantismo tenía sus garras en la vida del pueblo. La República, con su programa, quería paliar los malos efectos de esa sociedad encerrada, y poner en la cabeza de los países avanzados el valor de la cultura, el orden de los sentimientos, de los derechos, una serie de elementos que quedaron en el silencio. Los que los hemos llevado desde el sentimiento republicano hemos tratado de que la verdad se establezca de una vez por todas en este país.

Con 11 años, participó en la manifestación del Primero de mayo de 1936. ¿Cómo despertó en usted el sentimiento republicano hasta el punto de unirse a la guerrilla en su veintena?

Yo no me inventé los sentimientos republicanos, nací sin ellos. Los adquirí de mi entorno. Era un pueblo que tenía un compromiso con la transformación de España en un país libre y progresista. Mi entorno, de niño y adulto, estaba influido también por los comportamientos de ese mundo, que era un mundo de progreso bajo el terror, pero que no renunciaba a sus derechos. Ese fue el proyecto guerrillero: la guerrilla fue la emanación de un pueblo que no se resignó a ser vencido. La estrategia no pudo conseguir la victoria, pero era una estrategia honesta, optimista en torno a los valores republicanos.

¿Cuándo se sintió usted en mayor peligro, más expuesto? ¿Cuando participó en la guerrilla o en la represión posterior?

La guerrilla es un peligro, pero para todo el pueblo. Yo viví en peligro durante toda mi juventud, porque estábamos implicados en un movimiento antifranquista. Una parte de mis compañeros de escuela fueron asesinados sin ir a la guerrilla. Yo pude escaparme. La guerrilla es una parte de un movimiento al que no le dan otro recurso.

¿Cómo se siente ante los reparos de la derecha a avanzar en materia de memoria histórica? ¿Entiende los argumentos que hablan de no remover el pasado ni reabrir heridas?

Las heridas hay que curarlas, sino se curan se gangrenan. Eso puede ser peor para la sociedad, en tanto que el rento de tu conocimiento de historia en no mover las heridas es ser cómplice de las muertes y asesinatos, en que es normal matar a una persona porque tiene pensamientos diferentes. Para unas bases sólidas de un régimen democrático hay que hacerse cargo de esa parte de la historia.

Usted ha sido víctima de represión, ha sufrido en su familia asesinatos y tortura. ¿Siente que ha habido una reparación, se siente confortado con los últimos avances?

No, porque el reconocimiento que hay es simbólico. El elemento jurídico, el de ética social no puede ser simbólico, tiene que ser real, para partir de las bases de que no haya complicidad con los crímenes de lesa humanidad. Todo eso es un movimiento fundamental para una sociedad moderna.

¿Hay todavía una deuda por saldar con las víctimas?

No solamente con las víctimas, sino con los que nacen ahora. Cuando sean mayores, los niños deben tener referentes para ser personas socialmente aceptables, para eso tienen que conocer la historia, las cosas malas que han pasado, para que no haya espacio en la sociedad para las atrocidades que se han cometido. El derecho a conocer el pasado es un movimiento fundamental, y debe orientar la pedagogía, las enseñanzas, el comportamiento social, de una forma respetuosa y fraternal con sus semejantes, no como enemigos. Yo voy mucho a los institutos y veo la carencia que tienen de sensibilidad para el presente por desconocer el pasado.

¿Es optimista?

Sí. Soy optimista por naturaleza. Tengo que serlo. He vivido etapas peores. Llevamos 80 y tantos años de oscurantismo, sobre todo tras la dictadura. Hace falta tener conciencia de que esta sociedad no puede ser estática, debe estar inmersa en el movimiento de mejoras, para eso hace falta tener una enseñanza que esté a la altura de dar conciencia social a los niños, a las personas, y, por qué no a las personas mayores también. Reeducarnos.

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