Interpreta a Lázaro en «La Dolores» | Jorge de León Tenor

"‘La Dolores’ de Bretón es la ópera del verismo español"

"Hay personajes que para el público son tu estandarte, el mío es el Radamés de ‘Aida’, lo he hecho en todo el mundo"

Jorge de León. | Irma Collín

Jorge de León. | Irma Collín / Irma Collín

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Jorge de León (Tenerife, 1970) regresa a Oviedo, una ciudad cargada de buenos recuerdos para él y no solo profesionales. En ella se casó en 2020, en plena pandemia, el mismo día que cumplía 50 años. En esta temporada de zarzuela sube al escenario del Campoamor, el jueves 27 y el sábado 29 de abril (en ambas funciones a partir de las 20.00 horas), para interpretar a Lázaro en la ópera "La Dolores" de Tomás Bretón. Desde aquí saldrá hacia Teatro Real para hacer un "Turandot".

–Usted interpretará a Lázaro…

–Lázaro es un joven que vive con su madrina, sus padres han muerto, es seminarista, está estudiando para ordenarse. Él se debate entre la pasión por la mesonera que trabaja para su madrina y su vocación por una promesa a sus padres. Y detesta a los rondadores de Dolores. En el primer dúo con ella, antes de irse al seminario, se atreve a contarle su pasión, ella le dice que no, y tiene que tener cuidado con su madrina porque ella está siempre vigilándola. Dolores es una chica zalamera: con todos habla, con todos se ríe y llena el bar, pero eso estaba mal visto. Lázaro es el que salva a Dolores de la violación de Melchor, y lo mata. Es puro amor sincero por Dolores.

–¿Es la figura más honesta de la ópera?

–Sí, en absoluto, al igual que lo es Dolores, lo que pasa que en la época una mujer que se riera y hablara con todos… Aunque esta ópera es atemporal, pero en la novela es una mujer fácil, una cualquiera.

–Amelia Ochandiano la ha situado en los años 50 porque le recordaba lo que le contaban su madre y su abuela.

–No se aleja mucho, no. También se puede ver a Dolores como una heroína, o mejor como un ejemplo. Es una mujer que da la cara.

–Detrás de la ópera hay una historia real de una mujer con un final muy penoso. ¿Ha tenido oportunidad de investigar en ello?

–Sí, de hecho, yo estuve en Calatayud. Casualmente, iba a Barcelona y pase por Calatayud antes de estrenar la obra. A mí me gusta situarme, argumentarme, he visto las películas, he leído la novela, para sacar conclusiones para construir el personaje, que luego contrasto con la visión de los compañeros y la propuesta de Amelia. Buscamos sacar el máximo partido. Es una obra magnífica. Pensaban que no iba a tener mucho éxito cuando se estrenó, porque es un tema rural, decían: "Son cosas que pasan en los pueblos", pero triunfó. Bretón tenía una capacidad brutal y la osadía de presentar a cinco personajes distintos, los cinco hombres, que tienes que ir presentando para que el público sepa quienes son. Eso hace que hoy la obra parezca más pesada. Antiguamente la gente quería pasar el día en el teatro y vivir la historia.

–¿El público de la lírica ha cambiado mucho en los últimos años?

–El público, el que va habitualmente, quiere disfrutar, se informa, se prepara para verlo. Lo difícil es captar al público nuevo. "La Dolores" tiene la grandeza de ser un clásico, se llevó a Viena, a Milán, recorrió toda Cuba, México, Argentina… Hacía 85 años que no se interpretaba en el Teatro de la Zarzuela, desde que se estrenó no volvió a hacerse y la gente estaba ansiosa.

–¿Cómo la recibieron en Madrid?

–La gente estaba encantada. De hecho, la jota hubo que bisarla varios días. Estaban entusiasmados. Invitaron al preestreno a unos colegios y venían las niñas llorando desconsoladas a pedirnos un autógrafo. Se habían metido tanto en el personaje que les impactó. Para mí ese es el reto, la meta. Hay que hacerla ver, pero hoy es muy difícil competir, la gente quiere algo de consumo rápido. Hay que prepararse para ver una ópera, igual que para un partido de tenis, si no sabes cuáles son las reglas no te enteras… Con un mínimo de conocimientos se te abre un mundo. Esto es música en vivo, sin amplificar, sonido real de instrumentos y voces que pasan por encima de la orquesta, y eso es lo mágico.

–¿Y esa idea de que la ópera es elitista? Usted trabajó con Policía Local antes de ser cantante profesional y ha ganado el premio al mejor intérprete…

–Y acabo de ganar el Premio "Talía" de las artes escénicas. Esto está abierto al público, como el cine, el fútbol, un libro. Está ahí para todos y una vez al menos hay que ir a ver un espectáculo de lírica. Si no lo hubiera lo echaríamos de menos. El problema está en la demasía de oferta, como cuando vas a un bufet, que estás harto antes de empezar a comer. Es difícil competir.

–¿Cuál es momento más emocionante de Lázaro en "La Dolores"?

–El dúo final es el momento en el que Dolores y Lázaro crean el éxtasis y ponen el broche final a una historia maravillosa. Te deja expectante para el drama que viene detrás. Lázaro empieza muy desapercibido y a partir del segundo acto va in crescendo.

–"La Dolores" es un drama, pero también tiene momentos divertidos.

–Es la obra del verismo español, no el verismo pucciniano. Bretón mete todo el folclore regional y esa es una gran apuesta. Si fuera alemán, Bretón sería un Wagner. Y no quiero dejar de hablar de Mónica Conesa, que está en un momento espectacular, creo que va a ser algo histórico, con su juventud y esa potencia. Todo lo que hace lo lleva al máximo.

–¿Y usted con qué personaje de su carrera se siente más identificado, más cómodo…?

–Yo me enamoro de todos los personajes, disfruto mucho el personaje en el momento. Luego hay personajes que para el público son tu estandarte. El Calaf de Pavarotti, su "Nessun dorma".

–¿El suyo es el Radamés de "Aida"?

–-Sí, un personaje con el que he abierto teatros como el Met, la Scala de Milán, en China, en la Arena de Verona… He hecho "Aida" por todo el mundo y siempre me reclaman.

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