El día que Asturias plantó cara al tirano de Europa
La enseña del Principado nació con la resistencia a la invasión francesa de 1808, que derivó en aquel 25 de mayo en el que los asturianos declararon la guerra a Napoleón

Descarga de soldados de la Asociación de Recreación Histórico Cultural de Asturias, a las puertas del palacio del Conde de Toreno, en Oviedo, ante las autoridades regionales, el 25 de mayo del año pasado. | Irma Collín / Franco Torre

Las huestes francesas avanzaban a sangre y fuego por todo el territorio español, tiñendo progresivamente con sus colores el mapa con la misma incontenible decisión del vino derramado sobre un mantel. Solo la reacción popular, primero en Madrid y luego en otras partes de España, osaba oponerse a la cruel eficiencia del ejército napoleónico. Desde Asturias, el miedo al invasor crecía con el paso de los días, con la certidumbre de que la tormenta llegaría, de que los tambores de guerra resonarían, tonantes, en nuestros campos, nuestros caminos y nuestras ciudades. Pero, a medida que las tropas francesas avanzaban hacia el norte, devorando leguas de territorio español, crecía también la determinación de los asturianos de plantar cara al invasor, de luchar por preservar su lugar en el mundo. Y de aquella decisión de resistir salió una enseña que, dos siglos después, sigue identificando la entereza asturiana.
Las circunstancias que rodearon al levantamiento del pueblo asturiano contra la invasión francesa en mayo de 1808 han sido objeto de estudio por los historiadores y, también, alimento de novelas para escritores con vocación por reivindicar el pasado. Ahora, este episodio crucial de la historia de Asturias se ha plasmado en el webcómic "Asturias. El origen de una bandera", de Javi de Castro e impulsado por Presidencia del Gobierno del Principado de Asturias. Los diferentes capítulos del webcómic, accesibles en cualquier dispositivo electrónico, se están liberando a lo largo de este mes en la web banderadeasturias.es. Justo hoy se cuelga el cuarto de los ocho episodios, "Estertores", y el próximo domingo una versión en formato póster del webcómic se entregará con LA NUEVA ESPAÑA. Pero, ¿cuáles son los hechos que nutren "Asturias. El origen de una bandera"?
El webcómic "Asturias. El origen de una bandera" narra la resistencia astur a la invasión
Había pasado una semana desde que el pueblo de Madrid se levantase en armas contra el invasor, aquel recordado 2 de mayo de 1808, cuando los despachos oficiales llegaron a Asturias, confirmando los rumores y los temores de que ya había atravesado la cordillera Cantábrica.
Josefina Velasco, bibliotecaria archivera de la Junta General del Principado, relata un episodio expresivo de esos días: "En Gijón, villa comercial con puerto activo y gran poder, el cónsul francés Lagonier ensalzó en público la causa imperial para el futuro próspero de España. Tuvo que huir para salvar su vida, al verse envuelta la villa, entre la calle Corrida y el puerto, en un alboroto en el que la multitud se alzó ante la afrenta hecha a la nación por el ‘petimetre’, otro más de los que ya poblaban la geografía nacional. Era el 5 de mayo".
Aquel 9 de mayo llegó el despacho, firmado por el mariscal Joaquín Murat, que instaba a asumir sin resistencia la ocupación francesa. La Real Audiencia de Asturias era partidaria de obedecer, pero pronto se vio que la voluntad popular era la opuesta. Una muchedumbre bloqueó la publicación de un bando de la Audiencia acatando el mandato de Murat, como relata Josefina Velasco: "La lectura y publicación del bando oficial cerca de la fuente de Cimadevilla es imposible. Junto con José María García del Busto, Ramón del Llano Ponte, el conde de Peñalba o el médico Manuel María Reconco el pueblo rechaza que ‘se pretenda hacernos esclavos de Francia’". Grupos de estudiantes y obreros, también mujeres como Joaquina Bobela o María Andallón, se destacan en esta resistencia, que derivó en una convocatoria urgente de la Junta General del Principado, en cuyos acuerdos cristalizó el sentir de la ciudadanía: Asturias resistiría al invasor.
Los siguientes días fueron frenéticos, con múltiples preparativos ante la inminente llegada de las tropas napoleónicas. Se enviaron despachos a las regiones vecinas, informando de la decisión de la Junta e instando a sus autoridades a sumarse a la resistencia. Pero esas peticiones solo obtienen por respuesta bien el rechazo, bien el silencio.
Algunos magistrados de la Audiencia, nobles que temen perder sus privilegios y que sienten la presión de las autoridades de Madrid, comienzan a moverse para doblar el brazo de la voluntad popular. Parecen triunfar el 13 de mayo, cuando el miedo se apodera de la Junta General y se acuerda desarmar a la ciudadanía con el argumento de propiciar "la pública tranquilidad que desean el Gobierno de Madrid y la Audiencia". Todo parece perdido, pero solo lo parece.
Las cosas se precipitan entre el 19 y el 21 de mayo. A Oviedo llega la notificación de que el primer batallón del regimiento "Hibernia", apostado en Bilbao, se dirige hacia Asturias. A la región llega además el día 21 un correo, escoltado por ocho Guardias de Corps, que exige al Comandante General de la Provincia, Juan Crisóstomo La Llave, la ejecución de 58 miembros de la Junta General por haber apoyado el conato de insurrección popular.
Para entonces, la resistencia a acatar las órdenes de Madrid ya se está reorganizando, reforzada con la llegada de figuras que serían cruciales en ese tiempo como el joven vizconde de Matarrosa, José María Queipo de Llano, que regresaba de Madrid, o el nuevo procurador general electo, el economista Álvaro Flórez Estrada. Al anochecer del día 24, las tropas reclutadas por toda la región están acampando a las puertas de Oviedo.
Aquel decisivo 25 de mayo todo estalló. Esa madrugada se abre la Fábrica de Armas y comienza el reparto de fusiles. Juan Crisóstomo La Llave es sorprendido por las tropas de leales en su guarnición y es detenido. Se convoca de urgencia la Junta General, que se declara soberana emancipándose de la Real Audiencia, y Joaquín Navia Osorio y Miranda, Marqués de Santa Cruz y una voz firme y respetada en la región, es nombrado General en Jefe del Ejército del Principado. En aquella reunión, Asturias declara la guerra "al tirano de Europa".
"Se pretendía crear un ejército, pero lo importante fue la conversión de la Junta General histórica en una Junta Suprema que asumía la soberanía en tanto que el rey estuviera ‘secuestrado’ por Napoleón. Que ahora sabemos que no era exactamente así, pero entonces se creía", explica Josefina Velasco. "La creación de la Junta caló en otras regiones, que hicieron lo propio tomando la asturiana como modelo", añade, "y otra cosa importante es que se internacionalizó el conflicto, acudiendo a Inglaterra, a donde se enviaron emisarios".
De aquella Junta Suprema nació además un emblema, que sería usado por el bando asturiano durante el conflicto. Era una bandera que seguía el modelo teorizado años antes por Gaspar Melchor de Jovellanos, y que definía el espíritu del pueblo asturiano y su esperanza de resistir a través de un diseño centrado en un emblema histórico de la región: la Cruz de la Victoria. Así nació la bandera de Asturias, un acontecimiento que se celebra de forma oficial cada 25 de mayo, desde hace dos años, merced a una iniciativa impulsada por el Gobierno del Principado.
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