El arte de Tadanori Yamaguchi, afincado en Pravia, revive una vieja cantera vasca

Las esculturas del japonés inauguran un singular espacio expositivo en Vizcaya

Tadanori Yamaguchi, en la Angurreta Harrobia, ante una de sus esculturas.

Tadanori Yamaguchi, en la Angurreta Harrobia, ante una de sus esculturas. / Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

Elena Fernández-Pello

De las canteras de Mañaria, en la comarca vizcaína del Duranguesado, salió el mármol de las columnas del Palacio Real, en Madrid. Desde que comenzó su explotación, allá por el siglo XVIII, el mineral de Mañaria ha ornamentado infinidad de edificios ilustres y muy distantes. Ha viajado incluso hasta Buenos Aires. La de Angurreta es una de esas canteras históricas, sin actividad desde los años 70 del siglo XX y en la que los árboles y la vegetación han ido ocupando el lugar que un día les fue arrebatado. El escultor y pintor Víctor Arrizabalaga nació en esa pequeña localidad vasca y hace unos años, antes de la epidemia de covid, compró la cantera de Angurreta para convertirla en el escenario de un sueño personal.

Arrizabalaga ha querido convertirla en un espacio para el arte contemporáneo donde organizar todo tipo de actividades, desde exposiciones a conciertos, recitales poéticos, representaciones de teatro, danza, conferencias y coloquios. Así nació Angurreta Harrobia-Arte Espazioa (Cantera de Angurreta-Espacio de Arte), un lugar para la cultura verdaderamente singular en el que ha contado con la contribución del artista japonés Tadanori Yamaguchi, nacido en Osaka y afincado en Pravia desde hace más de veinte años.

Yamaguchi ha creado cuatro piezas escultóricas y ha intervenido con ellas la antigua cantera. Son grandes moles metálicas, la más grande de unos cuatro metros de altura, que emergen entre el arbolado o cuelgan de las viejas vetas de mármol. Tienen títulos bastante elocuentes: "Masa", "Prisma de luz", "Cascada" y "Maguma", y han sido fabricadas, en un proceso totalmente manual y artesanal, en el taller que Arrizabalaga tiene en Mañaria.

El arte de Yamaguchi revive una vieja cantera vasca

El arte de Yamaguchi revive una vieja cantera vasca / Elena Fernández-Pello

El arte de Yamaguchi revive una vieja cantera vasca

El arte de Yamaguchi revive una vieja cantera vasca / Elena Fernández-Pello

El arte de Yamaguchi revive una vieja cantera vasca

Algunas de las obras con las que ha intervenido el espacio de la cantera abandonada de Mañaria. / Elena Fernández-Pello

Tadanori Yamaguchi, uno de los fichajes asturianos de la Galería Marlborough, habla de los obstáculos que han superado a lo largo de estos últimos cinco años hasta llegar a este momento, con el covid de por medio y dificultades económicas que les hicieron plantearse desistir. A superarlas les han ayudado algunos apoyos institucionales, algún patrocinio privado y la Asociación Artística del Duranguesado, constituida por vecinos de la comarca. Por fin, el próximo viernes, día 19, Yamaguchi viajará a Mañaria para asistir a la inauguración de la instalación, que permanecerá en Angurreta tres años –luego el espacio será cedido a otro artista–, y durante el fin de semana hará de guía a varios grupos de visitantes.

Tadanori Yamaguchi y Víctor Arrizabalaga se conocen desde hace tiempo y han coincidido en alguna colectiva. Cuando el vasco compró la cantera de Angurreta envió un mensaje a su colega en Asturias. "Yo, al principio, pensé que era una broma", recuerda, hasta que se convenció y fue a conocer el lugar. "Es precioso, un espacio transformado por la naturaleza desde los años 70, en los que cesó la actividad humana", comenta.

Yamaguchi tenía carta blanca para intervenir, la única condición era que la piedra de la cantera no se podía tocar, así que había que traer el material de fuera. El escultor optó por la chapa de aluminio, a la que dio forma de estructuras orgánicas y geométricas, que sobresalen en el magnífico paraje natural sin desdecirlo: una cascada, un puente, una gran roca, un animal fantástico... Con ellos han revivido y recuperado para el arte y la ciudadanía un entorno natural cargado de historia.

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