Moradiellos: "Churchill acuñó su ‘sangre, sudor y lágrimas’ referido a España"

"Quo vadis, Hispania?". ¿Dónde vas, España? Esta era la pregunta que Winston Churchill se hacía insistentemente en aquel aciago verano del 36 en el que los militares citaron a Shakespeare en la piel de toro: "¡Devastación! Y suelten a los perros de la guerra". Enrique Moradiellos, ovetense, catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura, Premio Nacional de Historia y autor, entre otros libros de referencia en el estudio de la Guerra Civil, de "El Reñidero de Europa. Las dimensiones internacionales de la guerra civil española" y de "Franco frente a Churchill", analizó ayer en un abarrotado Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA la posición del estadista inglés Winston Churchill respecto a la Guerra Civil española, en una apasionante conferencia en la que aunó el retrato psicológico de una documentada biografía con el pulso narrativo de la mejor novela de espías.

Moradiellos acudía a Oviedo por invitación de Tribuna Ciudadana, cuyo presidente, Pedro Sánchez Lazo, le presentó destacando su fidelidad la oficio del historiador, y lamentando que la Universidad de Oviedo, su alma mater, no haya podido disfrutar de su talento como investigador. Moradiellos, por su parte, respondió reivindicando el legado de los fundadores de Tribuna, Juan Benito Argüelles y la recientemente fallecida Lola Lucio, a quien dedicó la conferencia.

Metido ya en harina, Moradiellos trazó primero una semblanza biográfica de Churchill hasta llegar a ese año de 1936, en el que mantenía su escaño en la Cámara de los Comunes (sirvió como diputado 64 años, como destacó Moradiellos) pero sin responsabilidades de Gobierno.

A través de artículos de prensa (Churchill tiene una decena dedicados al conflicto español durante esos años), correspondencia personal y testimonios de terceros, Moradiellos fue reconstruyendo la evolución del pensamiento de Churchill sobre la Guerra Civi l. En origen, el británico confiaba en un desenlace rápido de la contienda, llegando a especular con una conclusión inminente en los primeros días de noviembre de 1936. "Churchill pensaba que la guerra iba a concluir con el asalto de Franco a Madrid", destacó Moradiellos. Pero Madrid resistió y la guerra se prolongó.

En esos momentos, y aún después, Churchill, anticomunista convencido, mantenía cierta simpatía por la causa franquista, y esa preferencia no cambió durante la guerra. Más aún, se vio reforzada por las cartas que, desde España, le remitía su hijo Randolph, que cubría el conflicto como periodista. "Churchill no alteró sus simpatías por los insurgentes", señaló Moradiellos.

Durante esos años, España fue el único punto de coincidencia entre las posiciones de Churchill y las del Gobierno británico, orientado hacia la "política de apaciguamiento" bajo el liderazgo de Neville Chamberlain. "Churchill se enfrentaba con su Gobierno por todo, pero no por España. En este tema, creía que había que debían mantener una estricta neutralidad", señaló el historiador. Pese a todo, la preocupación por la prolongación de la guerra era evidente en sus escritos, en los que llega a hablar de "la úlcera española".

En su último artículo de prensa sobre la Guerra Civil, Churchill acuñó una expresión que rescataría, con gran fortuna, durante la Segunda Guerra Mundial: "Es ‘sangre, sudor y lágrimas’, es la primera vez que lo utiliza", remarco Moradiellos.