Haruki Murakami, el puente entre dos mundos

El japonés, nuevo premio "Princesa" de las Letras, es un hijo del Tokio de 1964, fecha que marca la apertura del país del sol naciente a la mentalidad cosmopolita y moderna

Ambiente en una librería japonesa cuando, tras varios años de silencio, Murakami sacó su novela «El descolorido Tsukuru Tazaki y sus años de peregrinación». | Efe

Ambiente en una librería japonesa cuando, tras varios años de silencio, Murakami sacó su novela «El descolorido Tsukuru Tazaki y sus años de peregrinación». | Efe / Alejandro M. Gallo

Alejandro M. Gallo

Al escritor Haruki Murakami (Kioto, 1949) le han concedido el Premio "Princesa de Asturias" de las Letras por "la singularidad de su literatura, su alcance universal, su capacidad para conciliar la tradición japonesa y el legado de la cultura occidental". Esas palabras resumen lo que trasmite su obra desde su primera novela, "Escucha la canción del viento" (1979), que inició la Trilogía de la rata con "Pinball 1973" (1980) y "La caza del carnero salvaje" (1982). Luego vendría su éxito mundial, "Tokio Blues" (1987), donde "The Beatles" y su canción Norwegian Wood, la soledad, la sexualidad, el amor, la muerte y las revueltas estudiantiles de los sesenta en Tokio marcan sus páginas. Novela adaptada a la pantalla por Tran Anh Hung en 2010.

Murakami estudió Literatura y Griego en la Universidad de Waseda, después abrió un bar de jazz en Tokio, el Peter Cat. Sin embargo, el veneno de la literatura circulaba por sus venas desde la ciudad de Kobe, donde los marineros llegados de todos los mares regalaban detalles a aquellos muchachos que correteaban por los muelles. Un día, desdibujado en su mente, un marinero le regaló "Mi nombre es Archer", de Ross McDonald. Ahí se enamoró de los policiales norteamericanos nacidos alrededor del "Crack del 29" y comenzó a distanciarse de la literatura japonesa. Eran los años sesenta y la cultura occidental le pareció excitante: el jazz, el rock, la literatura, el pop y "The Beatles", hasta su mujer se llama Yoko. Fiodor Dostoievski, Kafka y Raymond Chandler le abrieron un mundo del que se enamoró en secundaria. La conclusión de aquellas lecturas fue que Chandler y Dostoievski eran lo mismo, pues no ofrecían conclusiones en sus novelas y los personajes femeninos se comportaban como médiums; es decir, las tramas ocurrían a través de ellas. Esa influencia le ha llevado a traducir a Tobias Wolff, Francis Scott Fitzgerald, John Irving, J. D. Salinger, Truman Capote y Raymond Carver, a los que considera sus maestros.

Su dedicación a la literatura convirtió su vida en una regularidad exagerada –solo superada por Immanuel Kant en aquellos paseos diarios por Königsberg–, hasta el punto de escribir todos los días al amanecer el mismo número de páginas, a lo que sumó el deporte regular. Ha competido en maratones y el 23 de junio de 1996 completó su primer ultramaratón (100 km.) alrededor del lago Saroma. De ahí nació "De qué hablo cuando hablo de correr", centrado en la interrelación de literatura y deporte.

En su estancia en los Estados Unidos nacieron sus grandes éxitos como "Baila, baila, baila" (1988), en la que aparecen personajes envueltos en un halo de misterio e irrealidad, con asesinatos, viajes a Hawai, paisajes exóticos, fiestas y jazz.

Después vino "Al sur de la frontera, al oeste del sol" (1992), donde un hombre felizmente casado, con dos niñas y dueño de un club de jazz, se reencuentra con una vieja amiga de la adolescencia y reviven un amor perdido. Cerró el periodo "Crónica del pájaro que da cuerda al mundo" (1995), Premio Internacional IMPAC de Dublín, donde fusionó lo real y lo fantástico en una telaraña de historias plagadas de simbolismo y personajes extravagantes.

Sin embargo, el terremoto de Kobe y el ataque terrorista de la secta Verdad Suprema con gas sarín en el metro de Tokio, con trece muertos y seis mil heridos, le hizo regresar para reflejar ese drama en "Underground" (1997), donde entrevistó a víctimas y victimarios. Aunque ha reconocido que no se siente cómodo en el estilo realista, aquí ejerció la crónica con soltura.

En este regreso a Japón publicará "Kafka en la orilla" (2002), "After Dark" (2004) y los tres volúmenes de "1Q84" (2009), de los que vendió cincuenta millones de ejemplares, en una historia que confluye la ciencia ficción y el realismo mágico en homenaje a George Orwell y "1984", donde entrelaza asesinatos, sexo y mucha música.

La última novela publicada en España ha sido "La muerte del comendador", donde regresa a las crisis existenciales de sus protagonistas en una búsqueda incesante de señales, indicios, pistas o revelaciones que han de interpretar, al igual que el Thomas Pynchon de "La subasta del lote 49". Ahora, el 13 de abril de 2023, ha publicado en Japón "La ciudad y sus muros inciertos", con 300.000 ejemplares vendidos en la primera semana.

Haruki Murakami es un hijo de la literatura japonesa nacida después de los Juegos Olímpicos de Tokio en 1964, fecha que marca la apertura de su país al mundo, a una mentalidad cosmopolita y moderna. De ahí que, con una prosa sencilla, haya conseguido reflejar sus obsesiones claramente: primera, la soledad como tema central de su obra; segunda, la cultura popular en todas sus manifestaciones, desde las hamburguesas a la música pop de Michael Jackson o de Madona, pasando por los shopping; tercera, el ser humano abandonado y su búsqueda incesante de lo perdido; cuarta, la incertidumbre existencial, que recuerda al existencialismo de los sesenta; quinta, la deshumanización de las grandes ciudades; sexta, el cuidado del cuerpo y la mente, con la reflexión sobre el quehacer creativo; séptima, el terrorismo de sectas y bandas armadas.

Todo esto nos lo plasma en un tono intimista, surrealista, con rasgos inverosímiles y de humor, que no impiden que aborde problemas sociales en mundos donde mezcla lo real y lo onírico.

En conclusión, es un escritor japonés muy influenciado por el mundo occidental, lo que provoca que algunos críticos de su país defiendan que lo que escribe no es estrictamente literatura japonesa. Al mismo tiempo, algunos críticos occidentales no le ven cercano al Premio Nobel. Y la razón es que se mueve en lo alto de la barrica entre dos mundos literarios, uniéndolos, pero sin llegar a fusionarlos.

El premio de Cooperación Internacional, con 36 candidaturas

Los jurados de los premios "Princesa de Asturias" vuelven a tener una nueva cita en los próximos días. El 31 de mayo será la primera reunión, en el hotel de la Reconquista, de los integrantes del jurado de Cooperación Internacional 2023, el sexto de los ocho premios que entrega la Fundación Princesa de Asturias y que cumplen con esta su XLIII edición. A éste optan 36 candidaturas de 16 nacionalidades. Previamente al galardón de las Letras de Murakami habían recibido la enhorabuena de la Fundación la actriz Meryl Streep –premio de las Artes–; el italiano Nuccio Ordine –de Comunicación y Humanidades–; Hélène Carrère –de Ciencias Sociales–y Eliud Kipchoge –de Deportes–.

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