La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El verdadero nómada digital cumple en Colunga los 5.000 kilómetros a pie por la costa española sin dejar de trabajar

Francisco Rábano lleva caminando 17 meses, sin dejar de lado su empleo ni de reunirse con emprendedores

Rábano, celebrando su kilómetro 5.000 en la playa de La Griega (Colunga) y en otros momentos del viaje | Francisco Rábano

Hace 17 meses que el berciano Francisco Rábano, de 45 años, decidió llevar el teletrabajo a otro nivel y experimentar el nomadismo digital, pero de forma radical. No se le ocurrió otra cosa que recorrer toda la costa de la península Ibérica, desde Port Bou, en Gerona, junto a la frontera francesa, hasta Fuenterrabía, en Guipúzcoa, eso sí, sin dejar de trabajar. "Un iPad y un teléfono me sirven para trabajar y mantener mi presencia en redes", asegura. El reto era recorrer unos 5.000 kilómetros a pie, en busca además de emprendedores innovadores y sostenibles, preocupados por el futuro del planeta. Todo un reto para alguien que se define como "un andarín tejedor de historias". Ahora ha pasado varios días por Asturias, donde se ha dejado atrapar por la belleza de la costa asturiana.

El cálculo al final no era muy ajustado, ya que los 5.000 kilómetros los alcanzó esta semana en Colunga, concretamente en la playa de La Griega, donde ejecutó además un baile para solaz de sus seguidores en redes, que no son pocos: 20.000 en Instagram y 40.000 en LinkedIn, red social para la que trabaja como TopVoice e instructor. Además, sus numerosos vídeos divulgativos sobre bienestar laboral, teletrabajo y organización tienen varios millones de reproducciones.

Rábano, en distintos momentos del viaje. | Francisco Rábano

Ahora le quedan unos 400 kilómetros para llegar a la raya con Francia, pero antes ha tenido que someterse a infiltraciones en un establecimiento de Llanes, para poder seguir caminando. "Después de 17 meses de ruta, a razón de 20 kilómetros diarios, y con una pausa mensual de uno o dos días dependiendo de los picos de trabajo, tengo un par de lesiones, entre ellas una fascitis plantar. Es la tercera vez que me tengo que hacer infiltraciones", asegura.

Cuando se le pregunta el porqué de este reto tan singular y exigente físicamente, explica su historia: "Antes me pasaba delante del ordenador doce, trece, catorce horas... Pasé a trabajar para una empresa de Silicon Valley y me entregué a tope, para demostrar mi valía. Monto España y sale bien. Portugal, lo mismo. Luego Italia y salto a América del Sur. Me voy olvidando de mí mismo. Paso de 80 a 120 kilos en apenas tres años. Y sufro dos episodios de estrés, el segundo de los cuales me obliga a estar una semana ingresado. Decidí parar el ritmo y comencé a hacer grandes caminatas. También escribí un libro: ‘Teletrabajo’, para Anaya. Ahora he decidido ir un poco más allá del trabajo digital y explorar el nomadismo digital".

Todo ello con el reto de visibilizar a los emprendedores. En Asturias se ha reunido con varios proyectos que le parecen singulares: Vacapop, la aplicación móvil para comprar y vender ganado; U4Impact, que conecta universitarios y organizaciones para realizar proyectos con impacto social y ambiental a través de sus trabajos fin de grado y máster; Zapiens, un software de Gestión del Conocimiento en la nube diseñado para que las empresas puedan gestionar y compartir el conocimiento de forma ágil y eficaz; "Asturias paraíso sin gluten", la iniciativa de Laura González Suárez, que da información y asesoría sobre establecimientos que ofrecen productos sin gluten en la región, y Allende Stars, un proyecto de divulgación científica que lleva la astronomía a las zonas rurales.

"Tenemos que quitarnos los complejos. Solemos salir a buscar la innovación fuera de nuestras fronteras. Después de reunirme con más de 150 emprendedores durante estos meses, tengo que decir que tenemos un panorama de innovación muy potente, tenemos muchísimo talento en España y tampoco tenemos que buscarlo fuera. El problema es que no se les da visibilidad", asegura este antiguo directivo de una tecnológica.

Rábano, en distintos momentos del viaje. | Francisco Rábano

La aventura está siendo de lo más enriquecedora. "La costa de Portugal fueron 1.200 kilómetros. La de Galicia, que parecía sobre el mapa mucho más corta, resultó bastante más larga, 1.500 kilómetros, porque es muy recortada, con muchas rías... Mentalmente fue muy duro, no acababa de salir de Galicia. Hubo etapas de treinta kilómetros que te dejan molido", explica. Y ello sin olvidar los elementos. Su cuenta de Instagram recoge momentos duros bajo la lluvia y el viento.

De todos los mares que ha visto, se queda sin duda con el Cantábrico. "Cuando pasé Estaca de Bares, empecé a alucinar. Me encantó Asturias: Tapia, La Caridad, Luarca. Cadavedo, Soto de Luiña, Ranón, donde me quedé... Por supuesto, Colunga y la playa de La Griega fue un momentazo, porque allí llegué a los 5.000 kilómetros, que era el reto inicial, pero no abandono. Voy a completar los 400 que me quedan hasta Hondarribia (Fuenterrabía), aunque antes voy a pasar cuatro días en Llanes", asegura. Su familia y su pareja le dicen que acabe ya este reto que les ha alejado, por una buena causa.

Cuando se le pregunta si le han dicho alguna vez que su aventura recuerda un poco a la de Forrest Gump, asegura que le encanta ese personaje de ficción, pero que al que realmente se parece es a José Antonio Labordeta, con sus escapadas senderistas y culinarias: "Yo llevo una costa en la mochila".

Compartir el artículo

stats