Cannes 2024 (día 6): Jia Zhangke, Kevin Costner y Limonov

El «Caught by the tides» de Jia Zhangke mezcla ficción y documental para reunir todo su cine anterior en una misma película; de hecho, una parte de su metraje pertenece a descartes de cintas como «Unkown Pleasures», y revisita ciertos lugares y personajes esenciales en aquella primera etapa que seguía a una juventud atrapada entre dos generaciones. La consolidación estética supone también una recopilación de sus preocupaciones sobre la trayectoria de la China actual: a medida que la película avanza, se vuelve tan silenciosa como su protagonista y la reflexión toma un cariz más desilusionado.

Su estructura hace que el relato sobre la forma en que su país atravesó los años del Covid se extienda más allá de la crónica de aquellos días. Es interesante poder compararla con otra película china proyectada el día anterior («An unfinished film»), que recurría a plasmar las videoconferencias de un equipo de cine que ve un rodaje interrumpido por el confinamiento y tiene como epílogo una colección de vídeos extraídos de redes sociales a modo de anecdotario, resultando algo más tosco por no acabar de hilar las ramificaciones sociales en la forma que la película de Zhangke sí consigue.

El día ha contado además con el estreno de la primera parte de —si la taquilla se lo permite— cuatro entregas de la épica western de Kevin Costner. Cabía esperar tras leer la sinopsis del proyecto ("Historia de cómo se ganó y se perdió el Salvaje Oeste ") una aproximación que combinase costumbrismo y épica para ahondar en el trasfondo del western clásico; homenaje y, simultáneamente, profundización del modo en que sólo un metraje tan holgado podría permitirse. Sin embargo, no es ni lo uno ni lo otro: casi todas las escenas que presenta tienen una estructura televisiva en el peor sentido de la palabra, y la planificación es vaga: Costner rueda igual una comida que un tiroteo; más barato, sin duda, y esencial para agilizar lo máximo posible un rodaje de esta longitud, pero igualmente corrosivo creativamente.

“Limonov: The Ballad”, primera película en inglés del ruso Kirill Serebrennikov, adapta con ciertas licencias la biografía del poeta Eduard Limonov, representado como estrella punk en permanente cambio. Serebrennikov se esfuerza en imbuir la película de un tono setentero –por si no fuera suficientemente evidente, un personaje verbaliza que el protagonista le parece salido de «Taxi Driver»– que rompe ocasionalmente para retomar su fascinación por una hiperestilización más similar a la de sus anteriores películas.

Los cambios en el estilo no están tanto motivados por cambios en el protagonista, sino que obedecen a razones más arbitrarias: por lo general, se orientan a dinamizar secuencias comprimiéndolas o simplemente a transicionar entre segmentos sin tener que unirlos expresivamente. Esta capa superficial es quizás la que más rompe el esfuerzo de evocar el cine de la época en que se enmarca, al no dejar espacio a esas (mal llamadas) imperfecciones que tan bien habrían encajado con la personalidad de su protagonista.

En una de las escenas de la película, una multitud escenifica la recepción de Limonov imitando artificiosamente lo que en capítulos anteriores se producía de forma espontánea. La cinta de Serebrennikov funciona de forma bastante similar.