Trastornos mentales
Enfermedad mental, entre la dolencia y el estigma
Con 22 años, Pedro Iglesias vio como la esquizofrenia paranoide daba un vuelco a su vida

Cada vez hay más personas con problemas de salud mental.
Ágatha de Santos
Aunque en los últimos años estaba adquiriendo voz en el discurso público, la pandemia del COVID marcó un antes y un después en la visibilidad de la salud mental y puso el foco en su fragilidad. Nunca antes se había hablado tanto de problemas como la ansiedad, el estrés y la depresión. Sin embargo, los trastornos mentales graves (TMG) –esquizofrenia, trastorno bipolar y depresión mayor–, que afectan a cerca de 1,5 millones de adultos en España, siguen siendo un tabú.
Pedro Iglesias es una de estas personas. Este joven tiene 38 años y sufre esquizofrenia paranoide, patología que debutó en 2008. El diagnóstico puso patas arriba la vida de Pedro, que entonces tenía 22 años, porque no sólo tuvo que asumir que tenía una dolencia crónica grave, sino que también tendría que lidiar con el estigma social de la enfermedad mental. “Ni siquiera me atrevía a decírselo a mi mejor amigo por miedo al rechazo”, reconoce.
Afortunadamente, en su caso, sus amigos y sus padres se han mantenido a su lado en todo momento, algo que, asegura, es fundamental para el bienestar del enfermo. Tanto como la medicación que sabe que le acompañará de por vida y con la que es muy riguroso. “No me la salto nunca porque sé que la necesito para no recaer”, comenta.
Desde ese brote en 2008, la enfermedad se mantiene estable. “Me dan bajones de ánimo de vez en cuando, pero llevo una vida normalizada dentro de lo que es la enfermedad. El tratamiento es el cincuenta por ciento, pero el otro cincuenta por ciento restante eres tú mismo, la ayuda de los profesionales de salud mental y el apoyo de tu gente”, afirma.
Pedro aplaude que se debata en torno a la salud mental, pero echa de menos que los TMG sigan quedando al margen. “No somos violentos, pero hay bastante miedo en torno a estas patologías. Solo necesitamos apoyo social y laboral, pero no se nos mira igual que al resto de enfermos”, dice.
"No somos violentos. Necesitamos el apoyo social y laboral"
La esquizofrenia paranoide debutó en un momento en que estaba sometido a un gran estrés. Por ello, los primeros síntomas los atribuyó a sus hábitos de vida. “Estaba muy estresado en el trabajo y también consumía marihuana y hachís y trasnochaba, por lo que cuando comencé a no dormir lo atribuí a todo esto”, recuerda.
Sin embargo, las noches en vela se encadenaban –apenas dormía dos horas diarias–, los concentración aumentaban y cada vez se encerraba más en su propio mundo. “No descansaba nada, no quedaba con nadie, no salía de casa... Me di cuenta de que algo iba mal. Fui al médico y me ingresaron en el Nicolás Peña, donde estuve un mes”, afirma.
Pedro es uno de los usuarios del Centro de Rehabilitación Psicosocial que la asociación DOA Saúde Mental, tiene en Cangas (Pontevedra), donde acude a sus diferentes servicios, pero también para apoyar a otros enfermos. Esta enfermedad es bastante dura porque te aísla de todos. Es una lucha diaria”, dice.
El Día Mundial de la Salud Mental, celebración que se conmemora hoy, centra en esta edición su foco en la importancia de cuidar la salud mental en el entorno laboral. Según el Ministerio de Trabajo y Economía Social, el 47% de las personas ocupadas indican encontrarse expuestas a factores de riesgo para su salud mental en su lugar de trabajo. Según la Organización Internacional del Trabajo, tener un trabajo decente significa poder acceder a un ingreso justo y a la seguridad en el lugar de trabajo, mejores perspectivas de desarrollo personal y de integración social, libertad para expresar opiniones y participar en las tomas de decisiones, e igualdad de oportunidades y de trato. Por eso, el entorno laboral influye de manera determinante en la salud mental de las personas. Sin embargo, en los últimos años, las bajas laborales relacionadas con la salud mental aumentaron considerablemente, siendo esta la segunda causa más común de bajas, tras los trastornos musculoesqueléticos. En 2023 se registraron en España casi 600.000 bajas por este motivo, un 16% más que el año anterior, según el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migración. En este contexto, el estigma sigue siendo una realidad en el entorno laboral. La mitad de las personas trabajadoras que dejaron de ir al trabajo por un problema de salud mental escondieron el motivo real de su ausencia. Y en la otra cara de la moneda, el 60% de estas que pasó por un problema de salud mental no dejó de ir al trabajo.
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