III Forum Europeo de Inteligencia Artificial

La IA generativa desafía las leyes de propiedad intelectual

Los expertos se debaten entre dotar de derechos de autor a las creaciones de los algoritmos o crear una nueva figura específica

Los participantes en la mesa de IA generativa y propiedad intelectual.

Los participantes en la mesa de IA generativa y propiedad intelectual. / Rafa Arjones

David Navarro

Alicante

La revolución de la inteligencia artificial obligará a revisar las leyes que actualmente protegen la propiedad intelectual para dar cobertura a las creaciones y patentes desarrolladas con ayuda de los algoritmos. Lo que todavía no está claro es si se podrán utilizar figuras actuales, como la de los derechos de autor, o si será necesario crear una nueva categoría específica.

Así se ha puesto de manifiesto durante la mesa dedicada a esta materia en el marco del III Fórum Europeo de Inteligencia Artificial, organizado por Información, Prensa Ibérica, ELLIS Alicante, Encuentros NOW y la Real Academia de Ingeniería de España.

Una mesa en la que han participado el manager del equipo de TMT en Écija, Carlos Rivadulla Oliva; la profesora titular de Derecho Civil y directora de la Cátedra Iberoamericana de Cultura Digital y Propiedad Intelectual UA-OEI, Raquel Evangelio; el cofundador de Alinia AI y miembro del grupo de expertos de IA en la OCDE, Carlos Muñoz Ferrandis; y la vocal de la Sección Primera de la Comisión de Propiedad Intelectual de la Secretaría de Estado de Cultura, Concepción Saiz García. Una mesa que ha moderado la presidenta de El Círculo-Directivos de Alicante y Co-CEO de Padima, Eva Toledo.

En este sentido, Carlos Rivadulla ha asegurado que "nos encontramos en otro momento Gutenberg", en el que será necesario desarrollar "un nuevo contrato social" y adaptar la legislación a la nueva realidad. "Vamos a tener que reconfigurar nuestras leyes de propiedad intelectual y de patentes", ha señalado antes de recordar, a modo de ejemplo, que en estos momentos todas las oficinas de registro de patentes del mundo exigen poner el nombre de un inventor humano -con la única excepción de Sudáfrica- lo que complica la protección de las creaciones y avances surgidos gracias a los algoritmos.

Intervención humana

Como ha apuntado Raquel Evangelio, uno de los puntos cruciales para que los resultados de la IA pudieran ser protegidos por derechos de autor es determinar hasta qué punto es relevante la intervención humana en esos resultados. Y es que la mayoría de la legislación actual exige que, para que una obra pueda ser protegida, haya creación "humana original y expresada en un soporte".

Así, por ejemplo, ha señalado que, en un algoritmo determinista, que crea un resultado siguiendo las pautas de un programador, podría ser una obra protegida. Pero en el caso de aquellos no deterministas, donde el software tiene más libertad, no entraría en este campo y no se podría proteger siguiendo la filosofía de la legislación actual.

Ante esta situación, la profesora de la UA ha señalado las distintas corrientes que existen actualmente y que van desde aquellos que abogan por proteger con derechos de autor las creaciones de la IA -lo que, por ejemplo, obligaría a dotar de personalidad jurídica a estos sistemas-, hasta aquellos que cree que no debe protegerse en absoluto. Entre unos y otros, una tercera corriente aboga por crear un "derecho anexo", una nueva figura específica para proteger estas creaciones, y también hay quien opina que ese derecho debería otorgarse a un tercero, como el programador o los autores de los textos y resto de obras utilizadas para el entrenamiento.

Durante la mesa también se ha hablado de la otra cara de la moneda, de los derechos que tienen los autores de las obras que se han utilizado para entrenar los algoritmos. Al respecto, Concepción Saiz ha recordado que la minería de textos y datos está regulada desde 2019 en Europa y se permite cuando se utiliza con fines de investigación, y también con fines comerciales, siempre que los autores originales no hayan ejercido su derecho de exclusión.

Un derecho que se ha visto reforzado en el nuevo reglamento europeo, que no solo obliga a marcar los contenidos o creaciones realizadas con inteligencia artificial para que los usuarios puedan conocer su origen, sino que también obliga a publicar las fuentes con las que se ha entrenado el algoritmo. Una obligación que facilita a los autores a detectar posibles infracciones.

Sin vuelta atrás

El gran problema llega con los algoritmos que ya se han entrenado antes de que existiera esta obligación de transparencia, ya que en ese caso "no hay vuelta atrás", como ha apuntado Carlos Muñoz. Es decir, no se pueden desentrenar esos algoritmos.

Y, lo que es aún peor, resulta muy complicado para un autor demostrar que sus obras se utilizaron con este fin, ya que, una vez realizado el entrenamiento, no queda ninguna constancia, no se guarda una copia de las obras utilizadas. Por eso, solo en casos muy claros, como los denunciados por el New York Times, que pudo acreditar la aparición de párrafos completos de sus artículos en algunas respuestas creadas con IA, pueden prosperar las denuncias.

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