Patrimonio Inmaterial del Camino de Santiago Primitivo: Relatos de tradición oral (2)
Sanchón levanta el arado con una mano

Ilustración de José Arrue para el libro "Ansonekoa", de José de Arriaga (1931).
El relato
LUGAR: Sama (Grau).
NARRADOR: Manuel López Álvarez, "Sanchón", 89 años (2000)
Esto contómelo mi padre, pero el que lo feixo fue mi buelo, Sanchón. Vieno un día a buscarlo la Guardia Civil y taba arando en La Canguesa.
–¡Buenas, paisano!
–Buenas.
Dicen:
–¿Haría usté el favor de decirnos dónde vive Sanchón?
Garró el llabiego po’la manguera de atrás, levantólo así y dice:
–¡Allí!
Entóis la Guardia Civil marchó como un tiro. Dicen:
–¡Me cago en tal! ¡Este paisano si nos garra nos tira al río!
Y decía-ys él:
–¡Me cago en mi alma prieta de barro! ¡Non tenéis los cojones de Sanchón!
La interpretación
Se trata de un relato de tradición familiar cuyo protagonista es el abuelo del narrador, apodado "Sanchón" por su fortaleza física. En una ocasión, vino la Guardia Civil a buscarlo cuando estaba labrando la tierra. Sin reconocerlo, le preguntaron donde vivía Sanchón y este levantó el arado por la punta para señalar su casa. Atemorizados por tal demostración de fuerza, los guardias civiles se marcharon sin hacer más averiguaciones.
Pruebas de fuerza similares se atribuyen a diversos personajes que tuvieron una existencia real. En el País Vasco, es renombrado el caso de Juan Bautista de Artza (1812-1856), conocido como "Ansonekoa". En una ocasión se presentaron en el pueblo dos guipuzcoanos atraídos por su fama. Encontraron a un hombre que estaba labrando la tierra y le preguntaron por el caserío donde habitaba el famoso "Ansonekoa". El labrador cogió la pértiga del arado con una mano y lo levantó para señalar el lugar. Asombrados, los guipuzcoanos exclamaron: "¡Tú tienes que ser Ansonekoa!". A lo que este replicó: "Así me llama mi madre".
En la tradición hispánica, la más antigua versión de esta leyenda es una anécdota narrada por el escritor extremeño Luis Zapata a finales del siglo XVI, cuando todavía estaba fresca la memoria de su protagonista, el fornido militar Alonso de Céspedes (1518-1569): "Pienso –dice Zapata– que Céspedes fue el que tuvo en nuestros tiempos mayor fuerza. Y entre otras grandes pruebas que hizo, dicen que una vez le preguntó un pasajero por un lugar y alzó el timón de una carreta para señalar el camino".
Para seguir el rastro de esta leyenda más allá de nuestras fronteras, hay que desplazarse a Eslovaquia, donde se atribuye a Juraj Jánošík, famoso bandolero que vivió a finales del siglo XVII. Otro personaje real, al que también se atribuyó la proeza del arado, fue el guerrero frisón Pier Gerlofs Donia (1480-1520), conocido con el apodo de "Grutte Pier" por su gigantesca estatura. Como ejemplo de su fortaleza física, se dice que araba la tierra tirando él mismo del arado sin usar caballo. Una vez que estaba arando con el antiguo arado de madera, un desconocido se acercó y le preguntó: "¿Sabe usted dónde vive Grutte Pier?". Entonces Pier levantó el arado con una mano y señaló la dirección, diciendo: "Vive allí", y golpeándose el pecho añadió: "Y aquí está".

Bronko Nagurski, jugador del Minnesota Golden Gophers (1927-1929) y del Chicago Bears (1930-1937). Y Jimmie Foxx, que jugó con los Philadelphia Athletics (1925-1935) y fue reconocido como uno de los mejores bateadores en la historia de las grandes ligas. / LNE
Para finalizar este recorrido por la tradición europea de la leyenda del arado, resulta muy ilustrativo el relato publicado en el blog de la familia Jørgensen, de Ferritslevgaard (Dinamarca). En él se menciona a un antepasado de la familia como autor de la proeza del arado, coincidiendo con el relato de nuestro narrador asturiano, en tanto que la anécdota se inscribe en el árbol genealógico familiar. La entrada de este blog dice así: "Desde que tengo memoria, mis padres me han contado las historias de mis antepasados. Me hablaban de Ernst Svendsen, "Ernst el Fuerte" como lo llamaban. Una vez, mientras estaba arando, un viajero le preguntó dónde vivía Ernst el Fuerte. "Allí", dijo Ernst, mientras levantaba el arado con el brazo extendido apuntando hacia su casa".
A través de esta serie de relatos hemos podido comprobar que el tronco común de la leyenda del arado está bien arraigado en la vieja Europa, pero sus renuevos han encontrado tierra fértil en el continente americano, particularmente en Estados Unidos. La moderna épica americana ha inyectado sabia nueva a la proeza del arado, elevándola a su máxima expresión en el mundo del deporte. Veámoslo a través de la figura de Bronko Nagurski (1908-1990), jugador de fútbol americano de ascendencia polaco-ucraniana, considerado como uno de los 25 mejores en la historia de este deporte.
Nagurski fue descubierto por el entrenador de la Universidad de Minnesota, Clarence "Fat" Spears, quien se había perdido con su coche cuando se encontró con un muchacho que estaba arando un campo de cultivo, tirando del arado por sí mismo, sin usar caballo. Así lo cuenta el mismo entrenador en una entrevista publicada en el "Washington Post": "Pasé conduciendo y vi a este joven arando en un campo. No había caballo ni nada más, solo este chico empujando un arado. Le pregunté la dirección hacia un lugar en particular y él señaló levantando el arado con su mano izquierda. Decidí en ese momento que debía llevarlo a Minnesota". A consecuencia de este hecho se le concedió una beca para que pudiese jugar en el equipo universitario de los Minnesota Golden Gophers.
La historia se repite en el béisbol. El entrenador "Home Run" Baker estaba perdido en los bosques de Maryland cuando se encontró con el joven Jimmie Foxx empujando el arado en la granja familiar. "¿Dónde está el pueblo más cercano?", preguntó Baker. "Por allá", dijo Foxx , levantando el arado con una mano para señalar la dirección. Asombrado, Baker le preguntó: "¿Juegas al béisbol? ¿En qué posición juegas?". "En todas", respondió Foxx. Sin perder más tiempo, Baker fichó a Foxx para el equipo de los Philadelphia Athletics.
Desde el relato protagonizado por el asturiano Sanchón hasta su correlato americano, hemos cerrado un círculo que incluye diversos personajes –campesinos, militares, bandoleros, guerreros y deportistas– que realizaron la misma proeza en lugares tan distantes como Asturias, el País Vasco, Eslovaquia, Países Bajos, Dinamarca y Estados Unidos. Todos ellos personajes históricos, de carne y hueso, a los que por diferentes razones se atribuyó la autoría de un legendario tour de force que en sus respectivas comunidades se considera único, original e irrepetible.
La proeza de levantar el arado con una sola mano –realizada por el abuelo de nuestro narrador para intimidar a la Guardia Civil– ha pasado de ser una simple anécdota familiar a formar parte de un hiperrelato que abarca desde el siglo XVI al siglo XX, que se extendió por toda Europa y llegó a Norteamérica, donde se expandió a través de los medios de comunicación como máximo exponente de la fortaleza física en el ámbito deportivo.
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