La Florencia de España está en una posición privilegiada: la ciudad que todo el mundo quiere conocer
Palacios ostentosos y un paisaje sin igual

Xiana Cela / Male Robles
Xiana Cela
Para entender la impronta italiana de una ciudad de España es necesario remontarse tiempo atrás. A pleno siglo XVI. Es entonces cuando nos encontramos ante una de las ciudades con mayor número de palacios, de estilos arquitectónicos entremezclados y que por desgracia fue arrasada en su mayoría por las tropas napoleónicas.
Se trata de Zaragoza, una ciudad que experimentó su máximo esplendor entre los siglos XV y XVI, albergando hasta 200 palacios y 25.000 habitantes. En una competición entre las personas más poderosas del momento se construye una ciudad llena de palacetes ostentosos. Su comparación con la ciudad del arte de Italia no es al azar; como indicaba el portugués Gaspar Barreiros "(la calle del Coso es) la más hermosa que sea posible, comparable a la (del Corso) de Roma, de muy amplia anchura y muy seguida en línea recta".
Conocida popularmente en su máximo auge como "la Harta", una alusión al pensamiento general de una ciudad donde no se pasaba hambre, "nos encontraríamos en una etapa efervescente en la que convivió el plateresco típico de los Reyes Católicos con el estilo renacentista importado de Italia" asegura Santiago Navascués, doctor en Historia en la Universidad de Zaragoza.
Sin embargo, esta ciudad que enmarca Navascués fue arrasada durante los Sitos de Zaragoza por las tropas napoleónicas, lo que provoca que a día de hoy sean pocos los palacios de los que se puede disfrutar. No obstante, Zaragoza sigue ofreciendo un turismo que transporta a sus visitantes a su etapa más itálica gracias a la conservación de 15 de sus 200 palacios.
El primero de ellos sería La Lonja, en la plaza del Pilar. Su construcción fue planteada por Juan de Sariñena como lonja de mercaderes. Es considerada el mejor ejemplo y exponente de la arquitectura civil renacentista aragonesa. Construida en ladrillo, comunicaba las Casas del Puente a través de la portada del muro oeste en el salón, como forma de dar paso a la capilla de la sede del gobierno municipal. A día de hoy, es considerada como la sala principal del Ayuntamiento de Zaragoza.
El Palacio de los Condes de Morata o de los Luna se encuentra en la calle Coso de Zaragoza. Hoy en día es la sede del Tribunal Superior de Justicia de Aragón. Caracterizado por su austeridad, encuentra un toque de color en su clásica cerámica aragonesa de cartabón verde y blanco. Pero su verdadero encanto se encuentra en dos grandes figuras situadas en la portada: los Gigantes de la Audiencia, Hércules y Teseo.
Se puede destacar también entre otros el Palacio de los Pardo o Casa Aguilar, que tras diversos cambios de dueños y de usos del edificio, hoy se puede disfrutar de él como sede del Museo Goya.
Entre otras de sus muchas reliquias se encuentra también el Patio de la Infanta, el cual recoge una peculiar historia. Junto a la antigua judería (la calle San Jorge), Gabriel Zaporta, el primer banquero de la Corona de Aragón, mandó construir la Casa Zaporta, cuyo patio central a finales del siglo XIX sufrió un incendio que lo dejó en ruinas, lo que resultó en su posterior demolición. Ferdinand Schultz un año después lo compró y se lo llevó consigo a Paris, hasta que la actual Ibercaja lo compró y lo trajo de nuevo a Zaragoza en 1958, pudiendo ser visitado desde entonces.
En cuanto al resto de palacios, estos no se conservan al completo, es el caso de palacios como el de Huarte-Azara que únicamente conserva de la construcción original la portada y algunos restos en su fachada lateral o la Casa de los Morlanes donde solo se conserva su fachada de ladrillo ornamentada. El Palacio de Fuenclara o la Casa Mercadal son otros ejemplos de los numerosos tesoros que alberga la capital aragonesa, pero con transformaciones que sufrieron siglos después.
Pasear por sus calles y tropezar una y otra vez con estas reliquias arquitectónicas se siente como un paseo por la calle principal de Florencia hasta el Duomo, lo que hace de Zaragoza una ciudad para viajar en el tiempo y recordar la época de esplendor de la Corona de Aragón.