Festival de Cannes (Día 11): El año que Cannes se llenó de "celebrities" y quizá haya lastrado su adaptación a otras corrientes

Quentin Tarantino, a su llegada a Cannes; . | Reuters

Quentin Tarantino, a su llegada a Cannes; . | Reuters / Nombre APELLIDO

Pablo Álvarez-Hornia

Pablo Álvarez-Hornia

En el último día de premieres de la 76ª edición del Festival de cine de Cannes –a un día de la entrega de premios–, se ha roto una tendencia habitual en ediciones previas según la cual los últimos días se reservaban mayormente a películas con menor expectación. Pero en este undécimo día, han pasado por la Croissete Wim Wenders, Alice Rohrwacher y Ken Loach. Rubricando que ha sido un año en que la presencia de grandes caras conocidas del festival se ha mantenido consistentemente a lo largo de toda la programación.

En cierto sentido –y a pesar de que el nivel general ha sido considerablemente superior al del año pasado–, este paseo de celebridades ha podido lastrar la capacidad del festival de adaptarse a nuevas corrientes: sólo así se explica la desproporcionada reacción a películas como "El sol del futuro", de Nanni Moretti, en la que se hizo patente lo lejos que quedan los años de "Caro Diario" de los que se alimenta para hacer una película autocomplaciente y superficial que, sin embargo, se encontró con una audiencia predispuesta al aplauso y la celebración.

El año que Cannes se llenó de «celebrities»

El director Win Wenders / Nombre APELLIDO

Celebración que en este festival merecía haber tenido, por ejemplo, el regreso al largometraje de Víctor Erice con "Cerrar los ojos": a posteriori hemos sabido, a través del propio director, los problemas de comunicación que tuvo con el comité de selección y su sorpresa al enterarse de que la película había quedado relegada a una de sus categorías menores, sin derecho siquiera a rueda de prensa.

También a esta categoría fue destinado el irregular acercamiento al cine de Samuráis de Takeshi Kitano.

Centrándonos en lo positivo del festival, la variedad de propuestas ha sido este año notablemente más pronunciada que en la muy homogénea edición anterior, si bien esta variedad se ha dado a menudo antes en lo temático que en lo formal. A destacar la presentación de dos películas de Wim Wenders: la primera, una especie de documental en 3D que da acceso directo al proceso creativo de Anselm Kiefer a través de sus obras (y de una narración ficcionada de su vida); en sus mejores momentos parece una versión extrema del Misterio Picasso de Clouzot. Su otra película, "Perfect Days", se sitúa en el polo opuesto y busca la sencillez y cercanía del minimalismo de sus recursos para seguir el día a día de un trabajador de limpieza en unos baños públicos de Tokio y su búsqueda de belleza en los pequeños detalles de su rutina. Alejándose del estilo habitual del último Wenders, "Perfect Days" recuerda a momentos del "Paterson" de Jarmusch, pero también a la armonía trágica de Ozu que renuncia a explicitar la complejidad de cuanto se sugiere en sus aparentemente sencillas y mundanas imágenes.

Más intelectualizadas están las imágenes de "Interest Zone" de Jonathan Glazer, película divisiva (que no necesariamente provocadora) por su mirada al Holocausto a través de la lujosa cotidianidad del comandante a cargo de Auschwitz y su familia, en la que el horror sucede fuera de campo y se evita mostrar lo que el espectador puede completar mentalmente. Un acercamiento muy cercano a la corriente de Haneke que tanta presencia ha tenido en circuitos de festivales europeos, pero de enorme coherencia incluso cuando da su salto final y remacha el concepto central, vinculando el conjunto a la percepción actual. Curiosamente, otro largo hiperintelectualizado sobre el nazismo se proyectaba poco antes: el documental "Occupied City" de Steve McQueen, que también presentaba en fuera de campo la ocupación alemana de Ámsterdam, aquí narrando en off casos de asesinatos y desapariciones mientras se muestran imágenes de la ciudad actual.

También fuertemente conceptuales han sido el largo documental de Wang Bing, exhaustivo en su estudio del trabajo de las plantas textiles chinas, y el nuevo largo de Hong Sangsoo que ha pasado por la Quinzaine –donde este año han estado también Gondry y Tarantino, este último para un coloquio–. Se refuerza así la competición de esta sección paralela con la selección oficial, continuando el amparo de nuevas tendencias en las que se reúnen los márgenes del cine de festivales y los de la distribución asegurada (a 24 cada vez tiene menos de indie). A destacar entre estos últimos el debut en la dirección de Sean Price Williams, "The Sweet East".

En cuanto a cortometrajes, los de Pedro Costa y Jean-Luc Godard han demostrado el poco aprecio que el festival puede llegar a mostrar por nombres clave de la modernidad cinematográfica (gran ironía que una película vanguardista e inédita de Godard haya acabado en Cannes Classics). Quien busque modernidad la encontrará reunida con el drama histórico en la "Chimera" de Alice Rohrwacher, muestra de lo que podría haber sido también "Killers of the Flower Moon" de Scorsese si se hubiera atrevido a una ruptura con el clasicismo que nunca se produce.

Volviendo a la selección oficial, y ya dentro de las propuestas más familiares, el regreso de Koreeda con "Monster" ha sido sorprendentemente divisivo; no parece haber convencido a todos su cambio respecto a las narrativas en que solía manejarse, introduciendo esta vez múltiples puntos de vista para dar una visión compleja del sistema educativo, los conflictos infantiles y la cobertura mediática de todo ello. Lo mismo ha ocurrido con otra película que da un paso adelante en la filmografía de su director: "Asteroid City", en la que Wes Anderson se reinventa a pesar de sus autoimpuestas restricciones estéticas (reparto interminable de estrellas incluído) en un western paranoico con alienígenas que explora su propio cine… a través de una obra de teatro. También cambiante dentro de una cierta familiaridad ha sido "Fallen Leaves" de Kaurismäki, que funde su cine de los ochenta con el más reciente en su tratamiento fríamente cómico de la desgracia humana.

Igualmente riguroso pero estéticamente opuesto al de Kaurismäki ha sido Todd Haynes con su "May December", refinado melodrama en la estela de Sirk pero también de Bergman, añadiendo esta vez capas de metaficción. Oblicuidad que no hace acto de presencia en una película que trata prácticamente el mismo tema: "L’été dernier", de Catherine Breillat. Aunque los premios sean lo de menos, queda ahora por ver hacia qué lado se decanta este año el jurado, siendo la Palma de Oro inevitablemente un símbolo del camino que seguirá el festival.

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