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Cine con sello familiar: el de Tito Montero y Marina Munárriz, padre e hija, presentes en el Ficx

La joven estrena su primer trabajo en un festival en el que su padre compite en la sección oficial

Tito Montero y Marina Munárriz, padre e hija, ambos presentan trabajo en el FICX. | Marcos León

–¿Qué consejo me da Tito? Que lea mucho, vea mucho cine bueno y de calidad para que se quede en mí y pueda optimizarlo en el resto de proyectos. Y que vaya a exposiciones para conocer el trabajo de otros artistas que puedan influir en mi obra.

Quien habla es Marina Munárriz. Es hija del cineasta ovetense Tito Montero y va tras sus pasos. En este Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) ha estrenado su primer cortometraje, «Vas a ser mi memoria siempre». Y lo ha hecho, además, en una cita muy especial para la familia, ya que su padre participa en la sección oficial de largometrajes con su trabajo «Hilos».

–Marina se fue a estudiar Periodismo después de cursar el Bachillerato Artístico; no sé si le influye demasiado el arraigo, por mí o por su abuelo, que también era periodista. Lo que le transmití siempre es que, igual para hacer cine o periodismo, hay que leer mucho, documentarse y empaparse de muchas propuestas.

El que habla es Tito Montero, que junto a Ramon Luis Bande –en su caso en la sección de cortos– son los únicos asturianos en competir en el FICX en sección oficial. Lógico que la suya sea una edición muy especial, sobre todo porque ha visto como su hija completa su primera producción y la lleva a un festival. El proyecto de Marina surgió a raíz de una práctica de la universidad, después de que hubiera aparecido antes como protagonista en dos trabajos de Montero. «Una de las pulsiones por las que empecé a hacer películas era por contar cosas de Asturias. Mi segundo cortometraje lo protagonizaba Marina, y después hice otro con Marina y sus amigas, en su viaje de interraíl en su último año de Bachillerato», recuerda el padre. «En ese caso también lo grabé yo, aunque lo montó Tito después. Pero me di cuenta entonces que me gustaba más estar detrás que delante de la cámara», subraya por su parte la hija.

Entrando en temáticas, Tito Montero afirma que «siempre utilicé las películas para tener ligazón emocional y para intentar cosas a través de esos trabajos». Sostiene que lo mismo él que su hija, en las dos películas plantean «una defensa de la familia en fondo y forma, como última trinchera contra el capital global, como defensa última, y entendiendo la familia como algo diverso. Pero sí que en las dos películas hay una tensión muy fuerte entre capital y trabajo, el conceto de tierra y desarraigo», relata.

Marina Munárriz en su corto aborda el concepto de la deslocalización emocional, dentro de un documental. «Empecé a acercarme a la figura de mi abuela, conocida y a la vez desconocida para mí, me acerqué a la historia intrafamiliar y el contexto socioeconómico en el que crecí, quería transmitir ese ambiente de la localidad en la que vivía, de Sama. Tito me ayudó a acercarme a esos sitios y a centrarme», explica la joven cineasta. «A su abuela la promesa de ascenso social y progreso la llevó a vivir a Oviedo; la peli eso lo refleja bien. Y a Marina le estaba pasando un poco lo mismo, pero en Madrid. La peli le ayudó a definir un poco ese proceso de desarraigo fuerte, la realidad global de su generación», cuenta Montero.

En cuanto a «Hilos», el trabajo de Montero, la película surge a partir de una pregunta hecha por su padre sobre si podría encontrar el lugar en el que murió su progenitor (el abuelo de Tito Montero), durante la Guerra Civil Española. «No deja indiferente a nadie; a mí desde el primer momento me emociona conocer a los milicianos que participaron en toda la historia del 37. Es necesario que se haga este cine hoy en día, es fácil remover ese pasado porque mi generación no lo conoce», cuenta Munárriz. «Un de las pocas personas que pudo ver el montaje no definitivo fue Marina», apunta Montero, que enfatiza sobre la necesidad de que el cine sea un vehículo para transmitir la memoria: «Escuchar a Martínez Almeida decir ‘viva Millán-Astray’, si nadie te explica el por qué tiene muchas implicaciones, piensas que es algo menor y no va a ningún lado, pero si conoces la realidad del contexto que compete a tu tierra y cómo le afectó, es algo capital». Y subraya en la misma línea que «si nuestra generación no tiene esos códigos claros, imagínate la siguiente; imagínate lo que pasa si esas losas de silencio no se levantan».

El FICX cuenta con mucho protagonismo asturiano cada año. La de Marina Munárriz ha sido la última generación en entrar a un festival consolidado. Tito Montero, ya más veterano, ensalza el papel de la producción autóctona. «Lo que sucedió con el cine asturiano hace unos años era impensable hace una década. En los últimos años, en largos y cortos de sección oficial puedes rastrear películas de asturianos de un gran nivel. Puede que hayan coincidido películas de nivel de grandes cineastas al mismo tiempo, pero para mí la clave ha sido esa visión de abrirles hueco», relata, para cerrar al final con otro consejo para Marina Munárriz y el resto de jóvenes cineastas: «Toda película es un diálogo con las precedentes. La generación actual, igual que la mía, tiene mil historias que contar. Lo que necesita el cine asturiano son buenas películas; no necesitamos industria, sino talento, y eso a lo mejor llevará a otras cosas. Aquí hay talento de sobra, con propuestas variadas y algunas muy arraigadas en el territorio».

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