El hundimiento

Fallida y plana revisión de Moby Dick, con un 3D que brilla en las escenas de acción y estorba en el resto

"¡Por ahí resopla!", gritan los marineros, con la adrenalina tensando sus músculos. "¡Por ahí resopla!", vocifera el capitán, calculando los barriles de aceite que podrá extraer del cachalote. Un grito que emociona al espectador, que por un momento aspira a sumergirse en una de aquellas brillantes aventuras marinas de Raoul Walsh. Pero es sólo un espejismo, un instante, a lo sumo unas pocas secuencias. No hay nada de eso en la fallida En el corazón del mar, una película plana, simple, decididamente superficial. En una palabra: decepcionante.

La culpa, pese a los malos augurios, no es de Chris Hemsworth. De hecho, el intérprete está francamente bien. Al menos hasta que adelgaza 30 kilos de una escena para otra. Hay que mirar a la sala de máquinas, a unos guionistas incapaces (así, a secas) y a un director evidentemente sobrevalorado como es Ron Howard, para hallar a los culpables del lamentable hundimiento del Essex, de esta película y de otros filmes que podrían haber salido de tan sugerente material de partida.

Porque en esta En el corazón del mar conviven, al menos, tres filmes frustrados. El primero, esa revisión de la historia detrás de Moby Dick, con hechuras de aventura realista a la manera de Master and Commander (señores de la Academia, ¿cómo es posible que Howard tenga un Oscar y Peter Weir no?). El segundo, una nueva versión de Motín a bordo. El tercero, la historia de superación de unos hombres tras un cruel naufragio.

Hay algo de los tres en la película de Howard, pero su indecisión, la propia indefinición del filme, acaba lastrando el intento. La película de aventuras se acaba a mitad de rodaje, la pugna del capitán y el primer oficial se ve limitada por unos personajes desdibujados, y la historia de supervivencia (con ecos evidentes a la de otros "náufragos" en tierra que no mencionaremos para no desvelar la trama) resulta insustancial y monótona.

Para colmo, la elección del 3D es aberrante. A fin hacer lucir el invento, Howard desaprovecha la hermosísima fotografía y una brillante recreación de Nantucket con una planificación forzada, plagada de planos enmarcados y enfoques incómodos. Sólo en las contadas escenas de acción cobra sentido esta decisión: la tormenta, la captura del primer cachalote, el abrumador ataque de la gran ballena blanca al Essex...

Estos momentos, todos ellos en la primera mitad del filme, son los únicos que realmente impresionan de En el corazón del mar. Del resto, lo mejor que se puede decir es que nos hace empatizar con el animal. Hasta el punto de desear que los mande a todos al fondo del mar.

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