Maxi Rodríguez

Sumiller

Maxi Rodríguez

Vino en voz baja

¿Qué quieren que les diga? Pues que estoy encantado con el movimiento vinícola en España. No dejo de sorprenderme como todos los días descubro un nuevo proyecto y todos con un denominador en común, gente joven con profundos conocimientos y sobrantes de ganas de tirar para adelante. Sinceramente, llegué a creerme las macabras noticias sobre la agonía de los vinos en España, pero los letanías de turno yerran una vez más.

¿Que los jóvenes son ninis? Eso no es cierto, ni en mi sector, ni en mi país. Les lanzo realidades: la gente de Envinate y Jonatan por Tenerife y sus Suertes del Marqués; Los Comando G y muchos más atacando por la Sierra de Gredos; en Galicia, Locho Zárate encabeza un grupo de aguerridos galeguiños; en Priorato, Cataluña y Baleares, infinitos hippies armando de las suyas. En Ronda y Cádiz, el no va más con Bibi Aguilares, Fernando Angulo, Ramiro y Willy cogiendo el testigo que le dejaron a huevo Eduardo y Jesús, de Equipo Navazos. Por Valladolid y León Bertrand Sourdais, Titín Palacios, Verónica Ortega y Beatriz Herranz, entre otros, poniendo patas arriba Bierzo, Rueda y Ribera. Y ¿qué me dicen de la hasta ahora inmovilista Rioja? Allí también están dando cera Roberto Tentenublo, Arturo y Kike con sus Artukes; Sandra, con su Sierra de Toloño y Olivier desde Francia con amor. Increíble la nómina de jóvenes ¿Verdad?

Hablemos de otro que se apunta al movimiento, Carlos Mazo busca viñedos de garnacha en la Rioja Baja, donde es variedad reina. Vinos hechos a mano y en voz baja, sin hacer apenas ruido. Libres de tecnología y basados en una sana viticultura. Elabora un blanco que no he podido probar aún y un tinto de minuciosa y lenta vendimia que fermenta en barriles destapados y que a las dos semanas se prensa para introducirlo en barricas ya cerradas hasta que se embotella después de ocho meses. Solamente mil y pico botellas de las que merece la pena probar alguna de ellas.

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