Tino Pertierra

Televisión / Crítica

Tino Pertierra

Esta historia no me cuadra

"El final del camino" es una serie de cartón piedra con situaciones que rozan el ridículo

El estreno de El final del camino en TVE salió bien parado en la batalla de las audiencias: 2.170.000 espectadores y un trece por ciento de cuota de pantalla. No está mal para empezar. Sus creadores intentaron jugar sobre seguro: cruzan ingredientes de Águila Roja con otros de Isabel y le buscan un acomodo cerca de Juego de tronos. El resultado, por desgracia, es un desastre sin paliativos en su primera entrega. Personajes estereotipados, reconstrucción de cartón piedra, guión penoso. Una de las fastidiosas manías de los productores españoles es meterse en faenas para las que no se tienen los medios suficientes. No puedes desembarcar en Normandía con un tirachinas ni correr en Fórmula 1 con un turismo. Aquí seguimos reuniendo cuatro euros y nos ponemos a recrear épocas históricas sin pestañear. Y así salen cosas como El final del camino: con una docena de extras y cuatro tiendas intentan hacernos creer que estamos viendo el sitio de Toledo por Alfonso VI. Y los efectos digitales no hacen milagros como los que acompañan a la construcción de la catedral de Santiago gracias a una inspiración "divina".

En cualquier caso, se podría perdonar la penuria económica (quizá hayan reservado fuerzas para más adelante) si hubiera un guión consistente y una dirección imaginativa, en la línea de El ministerio del tiempo, que hace de la necesidad virtud. Los diálogos son sonrojantes, muchos momentos parecen una parodia involuntaria de Juego de tronos (¡esa reina Constanza que parece una mala copia de Cersei Lannister!) y, salvo honrosas excepciones, los actores naufragan en un mar de despropósitos.

Quizá la única forma de divertirse sea tomárselo a guasa y considerar una broma esa reescritura de la historia según la cual los malvados musulmanes de Toledo se rindieron por culpa de dos intrépidos soldados gallegos que entraron allí como Pedro por su casa para liberar a un prisionero y, de paso, cargarse al caudillo. ¿Mejorará El final del camino? Es probable porque a peor no puede ir.

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