La despedida de un grande

No siempre la vida es justa y los grandes actores tienen la ocasión de despedirse a lo grande. Harry Dean Stanton sí tuvo esa suerte y le regalaron uno de los mejores papeles de su carrera antes de morir. Además, se lo ofreció un director que también, y sobre todo, es actor. En consecuencia, puso la película a su servicio sabiendo que Lucky es, sobre todo, Dean Stanton en su última aventura.

Pero no estamos solo ante una exhibición de talento, oficio y carisma de un actor. El guión está bien modulado, la mezcla de humor y cauto drama es inteligente y la dirección mantiene el pulso sin arritmias. Conocemos a un hombre de rutinas diarias que alimentan su supervivencia. La presencia de una tortuga fugitiva al principio y al final con esa lentitud que les permite una larga vida no es casual: Lucky se lo toma todo con calma y se programa una agenda morosa y sin cambios. Sin creencias religiosas ni necesidades afectivas, de pronto se da cuenta de que la historia llega a su fin. Un diagnóstico médico le acerca a la última partida. No tiene miedo pero tampoco quiere irse tan solo de este mundo. Como en la otra interpretación de Harry Dean Stanton por la que será recordado (Travis en París, Texas) hay desierto, soledad, búsqueda. ¿Qué fue de Travis? Aquí está, agotado, escuchando a Johnny Cash cantando "I see the darkness". Momentazo.

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