Tino Pertierra

Llega un sembrador

Uno de los momentos más bellos y desgarradores (siempre dentro de la mesura) de La mujer que sabía leer (El sembrador, título original más elocuente ) muestra un abrazo de pena y desolación junto a un vestido de novia empalado que arde en medio del paisaje. Hermoso paisaje de colores cálidos que acoge una historia de drama y esperanza, de dolor y coraje. Marine Francen alterna planos que son un regalo para la vista (las mujeres en los campos de trigo) con otros de concisa y amarga tristeza, y cuando tiene que afrontar las escenas de amor o violencia lo hace sin apartarse nunca de un estilo contenido.

El planteamiento serviría para una de esas distopías que tanto se llevan ahora pero transcurre en la Francia de Napoleón III: una comunidad de mujeres vive sin hombres (se los han llevado a la fuerza) esperando que llegue algún forastero al que compartir sexualmente. Antes de que esa irrupción se produzca, las mujeres sobreviven asumiendo tanto las funciones habituales que les impone su género en el siglo XIX como las masculinas. Es decir, hay una primera aproximación con un claro mensaje feminista que aborda la posibilidad de que las mujeres se bastan por sí solas para salir adelante, con un acusado sentido de la cooperación y la solidaridad mutua. Luego, la aparición del hombre lleva el guión a terrenos románticos y eróticos que recuerdan "El seductor" (el peliculón de Don Siegel con Clint Eastwood, malamente adaptado hace poco por Sofia Coppola), con un elemento masculino extraño que pone a prueba la armonía del colectivo femenino.

Aquí se dejan de lado las connotaciones morbosas y se apuesta por un prudente romanticismo que une a dos personas enamoradas y amantes de la lectura. Aquí no hay una sexualidad reprimida (las mujeres hablan sin pelos en la lengua) y la rivalidad para hacerse con los servicios sexuales del varón no tiene un largo recorrido porque se asume desde el principio por todas que el bien común manda sobre el particular. No hay un seductor: solo un sembrador que acepta las reglas del juego.

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