Opinión

T. P.

Oraciones subordinadas

Thomas tiene 22 años y es drogodependiente. Lo vemos por primera vez dormido con rostro magullado en el coche que le lleva a una comunidad religiosa donde otros como él intentan salir del pozo gracias a la oración. Adictos al rezo y a la fe. "La prière" tiene un prometedor arranque que casi parece un documental: un interrogatorio, un registro, un rapado. La desazón de un ser perdido que no entiende nada de lo que pasa a su alrededor, ni le interesa. Buen cine en esa primera parte, austero y sagaz a la hora de escudriñar a un alma en pena (notable Anthony Bajon) que no encuentra su sitio tampoco entre rezos y canciones dedicadas al cielo. Lástima que la historia tome derroteros de pronto desaliñados en su planteamiento y fáciles en su ejecución, y busque soluciones precipitadas y obvias, con el ansia carnal y la influencia femenina como vía para la revelación espiritual. Al no expresar de forma convincente la mayúscula evolución de su personaje, la película se vuelve previsible y endeble, echa mano de una odisea en la nieve de tintes catárticos y parece que, tras una escena dulzona de despedida antes de irse al seminario, el círculo se cerrará con un plano similar al inicial, solo que ahora con un Thomas sin heridas visibles y con expresión casi angelical. Pero solo lo parece: Kahn permite a su personaje tomar una decisión alejada del proselitismo. La carne es débil y las aguas del río bajan tan frescas...

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS

  • PRI
  • documentales
Tracking Pixel Contents