Director emérito de la Fundación Princesa de Asturias

Hoy ha muerto la primavera

Hoy ha muerto la primavera.

Cuenta la historia de la Grecia Antigua que con estas hermosas y emocionadas palabras despidió Alejandro Magno al más joven soldado muerto de su glorioso ejército.

Hoy, este día en el que el invierno va ganando luz, ha muerto Juan Cueto, un luchador por la libertad, un gran asturiano, el más reconocido periodista de este tiempo fuera de nuestra tierra, un líder de la vanguardia cultural, un personaje entrañable, divertido, bueno, un genio, y sé lo que digo con esta palabra. Un experto en las nuevas tecnologías de la comunicación, que aplicó en la puesta marcha en Madrid de Canal +.

Le conocí bien. Juntos, con otros inolvidables, como Juan de Lillo, hicimos "Asturias Semanal", donde con sus editoriales, comentarios, con sus críticas a la televisión, de resonancia nacional, agitábamos hasta donde podíamos las aguas pesadas de la tosca censura de aquel tiempo.

También participó, y con no poca eficacia y entusiasmo, en el nacimiento de la Fundación y de los Premios "Príncipe de Asturias", a los que engrandeció con su republicanismo inteligente, alejado de cualquier sectarismo, pero con la lealtad a aquella aventura, inexplicable en aquella Asturias, que él me parece que creía con poco futuro. Aunque nunca me lo dijo, estaba convencido de que lo que durase haría un servicio a la Cultura con mayúsculas: como búsqueda y reconocimiento a los mejores, como equilibrio y libertad intelectual, como aborrecimiento de toda parcialidad.

Nos unía también un sentimiento y una convicción que bien podrían resumirse con las palabras de su admirado Albert Camus: La verdadera cultura vive con la verdad y muere con la mentira. Reconoce a todas las patrias, pero sólo sirve a una: la libertad. Sin libertad de pensamiento, de expresión, sin derecho a pensar de otra manera, a ser distinto y a discrepar, todos los demás valores devienen inánimes.

Una aventura a la que nos unía con fuerza, y por encima de todo, algo fundamental: nuestro amor a Asturias, pues es con amor como nacen las cosas verdaderas.

Juan tenía sus secretos: nunca supimos por qué siendo tan del Oviedín, un inesperado día se fue a vivir a Gijón, inventándose un refugio llamado "Villa Ketty", cercano al mar, y desapareció del paisaje de la capital.

Juan era un provocador muy inteligente e ingenioso, divertido, europeo avant la lettre, sabía de todo y todos le queríamos por ser sabio y por darnos con generosidad lo que los demás no sabíamos.

Hacía ya bastante tiempo que no le veía, y su teléfono, en otro tiempo siempre alerta, no respondía. Anunciaba este día tan triste.

Sin él, los días serán más difíciles. Deja lo que dejan los grandes: huella y nunca olvido.

Yo le echaré mucho de menos.

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