Tino Pertierra

En el camino

La América profunda en la mirada de una inmigrante que la recorre con una misión imposible: volver a Rusia. El sueño americano convertido en pesadilla: empecemos de nuevo. Una odisea íntima en un escenario colectivo que cambia de colores y peligros. Sin nada que perder, Lillian se depila antes del viaje sabiendo que tardará mucho tiempo en recuperar esos hábitos tan simples. La menstruación entre olas. Un espantapájaros al que robar. El rico manjar de una mazorca cruda. Siendo okupa y ocupando retretes públicos para resguardarse de la lluvia. Viajera silenciosa entre carteles de mensajes ultrareligiosos en las carreteras, desfiles ultrapatrióticos con tractores y veteranos armados, fuegos artificiales que iluminan los deshechos, huidas en un maizal perseguida por un loco, competiciones de choques de coche, agentes de la ley que conservan calaveras agujereadas por un disparo...

El viaje de Lillian abruma, sin apenas palabras, por la inquietante belleza de sus imágenes y la sucesión elocuente de pequeños detalles que documentan la aventura de una mujer de la que solo conocemos su coraje y su audacia. Una mujer que disfruta al máximo de cosas tan simples como comer una sandía y morder hielo para apaciguar la sed, que no busca ni necesita ayuda, que se asea con la lluvia de los aspersores, devora peces y se adentra por bosques, desiertos, autopistas... Y que encuentra la libertad allí donde se rompe el horizonte y las adversidades se diluyen entre olas y adioses.

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