evelio g palacio

Cien años de soledad

Evelio G. Palacio

Con les manos formigaes

Las once. Pasa Monti con mascarilla en el tractor. Excepto el camión de la basura y el panadero, es el único vehículo que circula en lo que va de mañana. Florentino empezó a sembrar patatas. Coherencia pura. Hay que actuar y dejar de hablar. El campo no para. Avelino quema rastrojos. Por aquí sí andan pites que alimentar, y no las falsas de Langreo. Gallinas. Enrique saca "El Eco", ejemplar fuente de información local, y se hace eco de un consejo del médico: "Aunque estamos en una zona rural, hacernos a la idea de que no hay peligro incrementa mucho el peligro".

Los enjaulados en la urbe rugen como tigres desesperados. A los abuelos los lanzaron a la trinchera. A nosotros, a casa, en familia, con Netflix e internet de tarifa plana. ¿Qué le ha pasado a esta sociedad para que lo nimio se convierta en insufrible? Concienciación.

En la villa próxima a este Macondo legado de los antepasados, Rai arenga a la tropa para mantener por las nubes la moral. El viernes, a las ocho, cuando el aplauso, salió a la calle a lanzar proclamas con su coche de la Policía Local. Rai es nuestro Robin Williams de "Good morning, Vietnam", aquel radiofonista que encandilaba a los soldados norteamericanos en Saigón.

Exterior noche. Suena el "Dúo Dinámico" a toda pastilla. Para en mitad de la calle. Desde el asiento, grita: "Claro que vamos a resistir. Tamos resistiendo. Tais resistiendo. Tais haciéndolo muy bien. Perfecto. Mejor que bien. Somos el espejo donde se mira tol mundo. Ta tol mundo mirando pa la villa diciendo: mirad qué bien lo hacen. Mirad esta gente qué responsable es. Pues así. Claro que sí. Vamos a vencer. Ánimo. Aplaudir fuerte. Pero muy fuerte. Hasta que queden les manos formigaes de aplaudir". Y vuelta a atronar con el "Resistiré" hasta los portales siguientes. El personal bate palmas a rabiar, y retorna vitaminado de ventanas y balcones a la cena.

Formigaes no, pero es increíble lo que se llegan a gastar las manos de lavarlas. Hace unos días, entierro en una parroquia vecina. Diez personas acompañan al cadáver. Rápido adiós ante la tumba. Esto solo lo habíamos visto antes en las series sobre la peste o en los documentales de guerra. La muerte forma parte inseparable de la vida. Y sí, hay vida, tenemos que seguir en la vida.

Román y su equipo siguen preparando el Memorial "María Luisa". Qué gigantesca y admirable obra de amor a los recuerdos y a la naturaleza. A partir de hoy harán falta muchos más compromisos cívicos como este. Desde Llanes, Susana remite palabras reconfortantes y saca el genio: "Este bicho ha aparecido en el peor momento, con gobiernos de m?". El bicho se va a llevar por delante a todos los gobiernos. Por Oviedo, Paco bromea: "¿Cómo vas, Armando Manzanero?", y Alberto, convaleciente de otra enfermedad, recupera con lentitud su forma física: "Lo fundamental es que tengo muchas ganas de hacer cosas, leer, escribir, escuchar música, ver alguna película, hacer ejercicio... es la mejor señal". Esa es la actitud.

Ella corta una camelia. La coloca en un jarrón sobre la mesa.

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