José Luis Argüelles

Contra las formas heredadas

Anne Carson hace de la poesía un género voraz en el que caben la ruptura y la mirada a los clásicos

El próximo domingo cumplirá 70 años, pero sigue sin saber muy bien qué es eso a lo que llamamos poesía. La incertidumbre que alimenta la obra de todo gran poeta. Anne Carson ha dicho en alguna ocasión que su escritura busca "pintar con ideas y con hechos". Una formulación que la acerca a Horacio ("ut pictura poesis") y a Simónides de Ceos. Y que apunta al peso de la tradición clásica (la helénica más que la latina) en la vida y obra de la última galardonada con el premio "Princesa de Asturias" de las Letras: de Safo, a quien dedicó su tesis doctoral, a Tucídides o Catulo.

Pero Anne Carson, la primera mujer en obtener el "T. S. Eliot" de poesía, milita también en la tradición de la ruptura, o sea, en la creencia de que todo poema ha de ser por definición una singularidad que pulveriza lo que ella llama las "formas heredadas". "La forma surge de la cosa misma", asegura. Esa tensa dialéctica entre la tradición y el rompimiento atraviesa los mejores libros de la autora canadiense, una de las voces importantes de la lírica anglosajona del último medio siglo por su ensanchamiento de la escritura poética hacia otros géneros.

Es como si la autora de libros tan importantes como "Autobiografía de rojo", "Hombres en sus horas libres" o "La belleza del marido", todos bien vertidos al castellano por traductores con la exigencia de Jordi Doce o Andreu Jaume, estuviera empeñada en demostrar desde hace tiempo que la poesía es, en realidad, aún más omnívora que la novela. "Una novela en verso", subtitula "Autobiografía de rojo", y a "La belleza del marido" acomoda el siguiente epígrafe: "un ensayo narrativo en 29 tangos".

Uno de los poemas clave de "Hombres en sus horas libres" se titula precisamente "Ensayo sobre aquello en lo que más pienso". Y ahí, a partir de textos de Alcmán -el lírico de Esparta- y de Aristóteles y su "Retórica", propone un elogio del error como origen de la metáfora y, por tanto, de la poesía misma. Dice Anne Carson: "aquello a lo que nos enfrentamos cuando hacemos poesía es el error". Por el error se manifiesta lo "inesperado", que es, en su opinión, lo que da interés a la poesía.

Anne Carson tiene asiento en una genealogía de poetas como Wallace Stevens, William Carlos Williams, Mariane Moore o John Ashbery. Comparte con este último un evidente gusto por los "extravíos verbales", en acertada expresión de Andreu Jaume. Muchos de sus textos están llenos de citas, fragmentos o imágenes de otros creadores (de Píndaro o San Agustín a Emily Dickinson, Keats, Virginia Woolf, Hopper, Antonioni?; igual habla de Ajmátova que de Catherine Deneuve) y funcionan como "collages" o "montajes transgenéricos" que exigen del lector complicidad y atención. Su "apropiacionismo" tiene siempre fundamento. Ha conectado mitos de la cultura popular con figuras de la Grecia homérica. Así en la pieza teatral "Norma Jeane Baker de Troya".

No es una poeta fácil. Ha confesado: "Nunca seré una persona que escriba hermosos sonetos musicales". Pero Anne Carson ha hecho de esa carencia, la falta de oído y la desmañada versificación, algo así como su virtud literaria. Le importan más, como hemos dicho, las ideas, los hechos y las imágenes. Unos materiales con los que ha revolucionado la poesía contemporánea.

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