Tino Pertierra

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Tino Pertierra

El espía surgió del calor

Olivier Assayas fracasa en su mezcla de géneros y hace de "La red Avispa" un título fallido e inofensivo

Luminosidad a borbotones en La Habana de principios de los 90 con el sombrío tira y afloja con la Casa Blanca de telón de fondo. René González es un piloto cubano que se apodera de un avión y se va a Miami dejando atrás a su esposa y a su hija. Cómo es posible. Quién podía imaginar algo así. No estará solo: más desertores cubanos siguen sus pasos. Pero la fuga tiene truco ante tanto trato con las autoridades enemigas: se van a encargar de una red de espionaje. Ahí queda eso. Un Caballo de Troya en el país que más espía del mundo. El objetivo es engañar a todos el mundo, incluido el más cercado, para infiltrarse en organizaciones anticastristas que recurren a la violencia para perpretrar atentados. Cuanto más se dañe el lucrativo turismo, mejor. Material apropiado para una serie de espionaje, drama humano y comedia política que Olivier Assayas, un cineasta que sí dio en la diana con la estupenda "Carlos", despacha de forma impersonal, como si se hubiera desentendido del proyecto inicial o no haya sabido por dónde cogerlo.

La red Avispa no tiene aguijón. Un guión errático y por momentos trasquilado impide la conexión con el núcleo emocional de las historias, y el trasfondo político del tinglado es resuelto con unos epidérmicos virajes al terreno documental en imágenes que permiten ver y escuchar a Bill Clinton o Fidel Castro más como relleno que como sobreexposición de la metralla interna de los hechos que nos cuentan. La insípida realización (que se extiende a una escena a priori espectacular como es la persecución y derribo de unas avionetas) y los saltos de eje argumental impiden concentrarse en las andanzas de estos espías con una misión secreta que no conocen ni sus allegados (como le pasaba a William Holden en esa joya del género que es "Espía por mandato"), máxime cuando se incrustan tramas tan mal resueltas desde el punto de vista interpretativo como la que protagonizan Wagner Moura y Ana de Armas, indefensos ante unos papeles aguados. Al final, lo más destacable de un título menor de un cineasta mayor son los trabajos de una Penélope Cruz espléndida como esposa que se cree traicionada y un Edgar Ramírez de presencia poderosa que expresa con bastante veracidad todos los vaivenes emocionales e ideológicos de su personaje.

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