Querido Papá:

Ya ha pasado un mes y medio y creo que estoy en ese momento en el que más consciente me siento. La primera semana que pasé sin ti, tenía los recuerdos bloqueados, no sentía que te habías ido. Mi cabeza no iba más allá de verte sentado en el sofá, con la mirada perdida, sin ganas de nada. Por eso me sentí aliviada de que pasara, porque sufrías. Sufrías mucho, tanto físicamente como mentalmente, ya no eras tú. Ni si quiera tenías ganas de coger el móvil, abrir el Facebook y ponerte a compartir como un chiflado vídeos de grupos callejeros, de imágenes de Islandia o algún que otro chiste. Y por eso me sentí tranquila, porque habías dejado de sentirte mal. Pero es ahora, con el paso de los días, que me acuerdo de cómo eras antes de que esta puta enfermedad se complicara. De las cervezas que nos tomamos los dos juntos. Como buen comunicador que eras, me contabas historias de todo tipo, pero mis favoritas siempre eran las del tío Ángel Luis de niño, de cuando aún estaba Cancio y te las liaba de no sé qué manera, o de todo lo que aprendiste cuando tu tío Ramiro te llevaba con él por Mieres... Me encantaba escucharte cuando practicabas en la salitina algún guion nuevo, siempre tan distinto, siempre esa voz, la voz... Me vienen a la memoria muchos momentos de nena, quedándote dormido en el cine en los anuncios previos a que comenzara no sé cuál película de Disney, bailando en el salón de la otra casa algo de Frank Sinatra o las cenas de fuentes de patatas fritas cuando mamá trabajaba de noche... Eras muy sensible. Podías llorar viendo cualquier película, aunque ya la hubieras visto mil veces, como escuchando una buena canción. En silencio. Tú y tu sentimiento. Y yo te observaba. La última vez que te vi así fue en agosto viendo “Cinema Paradiso”. No sé si podré volver a verla.

Te echo de menos. Pienso en ti cada día y me duele. No se lo digas a mamá. Creo que la estoy engañando bien para que no se preocupe por mí. ¡Algo se me pegaría del pedazo de actorazo que tenía en casa!

Estoy muy orgullosa de ti. Y no solo por tu talento y tu lucha de todos estos años, sino por todas las muestras de cariño de diferentes partes del mundo que nos llegaron durante la semana que te fuiste. La gente es maravillosa y te quieren. Mamá y yo nos sentimos abrumadas con tantas palabras de amor en estos tiempos de desconfianza y odio. Y solo podías conseguirlo tú.

Siempre estaré agradecida por estos 27 años que me has regalado. No he podido tener más suerte de haberlos compartido contigo y con mamá. Gracias por hacerme ser lo que soy hoy en día.

Te quiero, papá.

Tu pitufa,

Eli