Franco Torre

Vidas asimétricas

Filme valiente que entrevera bien su doble drama

Un fotograma de “Olga”

Olga está en shock. Exiliada en Suiza, donde hace un frío del carajo y todos hablan francés o alemán, la adolescente está confusa. Entrena día tras día en un entorno hostil, peleándose con las barras asimétricas porque no le sale el puñetero “jaeger”, un movimiento con voltereta hacia atrás que la manda una y otra vez a la colchoneta. Tiene las manos llenas de ampollas y en el vestuario hay quien la ve como una amenaza. Pero el problema de Olga, el drama de Olga, es otro: ha tenido que huir de Ucrania después de que intentaran matarlas a ella y a su madre, una periodista que informa sobre el “Euromaidán”, las protestas europeístas contra el presidente Yanukóvich que anegaron Ucrania en 2013. Esa doble tensión, el conflicto cotidiano en el centro de entrenamiento y la consciencia de la tragedia que se desarrolla en Kiev y que la joven va reconstruyendo en noches en vela conectada al móvil, atraviesa el filme de Elie Grappe. Dos dramas asimétricos que confluirán en mitad de un campeonato europeo, y cuyas consecuencias quedarán al descubierto en la última e impactante videollamada. Una película valiente, que entrevera bien su doble naturaleza, y que aprovecha la pericia de su protagonista, Anastasiia Budiashkina, gimnasta reconvertida en actriz, para dotar de verismo a su propuesta.

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