Franco Torre

Come Fly with Me

Adèle Exarchopoulos da vuelo a un drama liviano

Adèle Exarchopoulos, en “Rien à foutre”.

Rien à foutre tarda bastante en despegar, lo que no deja de ser irónico. Este drama soterrado sobre una auxiliar de vuelo. El metraje, que se prolongará hasta las dos horas, está ya por la mitad cuando asoma el trauma que lleva a su protagonista, una auxiliar de vuelo, a embarcarse en una rutina de trabajo, jet lag, fiestas, ligues y más trabajo, que la anestesie. Ese pequeño instante es de una simplicidad sublime: una operadora de su compañía telefónica llama a la chica, en encrucijada laboral, y le ofrece una mejora en su servicio. Acepta, pero la operación se bloquea al comprobar la operadora que la línea pertenece a la madre de la usuaria, ya fallecida. Una lágrima surca el rostro de la joven. Estamos en Retueyos y otra vez, van cuatro de cuatro, encontramos un conflicto materno filial, en este caso marcado por la pérdida de la progenitora. ¿Un patrón?

Volviendo a Rien à foutre, estamos ante un drama liviano que coge aire gracias a su protagonista, la siempre estimulante Adèle Exarchopoulos, brillante auxiliar del viaje del espectador en la práctica totalidad de los planos del filme. Con una actriz así da gusto viajar, aunque sea en aerolínea “low cost”. Y mañana llegamos a Dumont, y con el a Léa Seydoux, y uno recuerda y se siente agradecido.

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