Es de noche. Qué frío. Estados Unidos tirita. En su dormitorio, la joven Casey pasa las horas metida en Internet hora tras hora. Se le presenta un desafío importante: participar en el juego de rol online “World’s Fair Challenge”. Comparte vídeos mientras su mente se mueve, se agita, se revuelve entre la realidad y el sueño. De pronto, una inquietante figura de dibujos extraños se pone en contacto con ella y le dice que...
La propuesta de Schoenbrun es más ingeniosa que profunda, seguramente porque la idea de partida no daba para 86 minutos y se va agotando a golpe de clic. Como debut es interesante y los hallazgos del guión compensan en parte la arritmia y las reiteraciones ocasionales. El retrato de los vaivenes que sufre una adolescente de todo tipo en una mezcla de terror, drama y runrún iniciático proporciona una mirada digna de ser tenida en cuenta como reflejo de la soledad e incertidumbre que puede general la cultura de internet. Impregnada de una cauta tristeza que envuelve con solvencia las confusiones y contusiones de la juventud, la película desmenuza los peligros de las comunidades esotéricas que pululan por el mundo virtual.